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•Entrenamientos•
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El fuerte sonido de una bocina se escuchaba por toda la manada, era uno de esos sonidos que te retumban los oídos. Miles de maldiciones salieron de mi boca dirigidas al autor del mismo...
Hasta que recordé el origen de tan fastidioso acontecimiento, habían pasado dos días desde que visitamos esa zona rural y ya comenzó otro de mis futuros problemas.
Hoy comienza nuevamente el entrenamiento...
Nuestras manadas más allá de basarse en familias felices y todo un cliché esperando ser atacados. Se caracterizan en manadas llenas de distintos escuadrones, más de ocho, para ser exactos; guerreros, arqueros, cazadores, rastreadores-estos van junto a los investigadores, sin embargo son dos escuadrones distintos-, vigilantes, exploradores y guerreros.
A pesar de que mi padre sea un Alpha muy estricto, dio la oportunidad de que el alistamiento fuera voluntario. Debido a la monotonía en la vida de los jóvenes lobos la mayoría se alistó, los que no contaban con suficiente resistencia física, pero sin embargo eran buenos para cualquier situación se alistaron en el escuadrón de arqueros, el cual era dirigido por mi madre... Ahora por la tía Mary, su hermana. Todos han estado entrenando por meses y hoy por fin se encuentran en la recta final. Los demás serán asignados por sus destrezas y desempeños.
Tal vez mi padre haya dado libre albedrío a los demás pero no a mi...
Solamente se me permitía estar con los arqueros, desde los catorce años estuve practicando arquería ya a escondidas un poco de cada cosa. Más no fue hasta los diecisiete que me escapé del cuidado de mi madre y entré a un torneo—este se organiza una vez al año, es para elegir los mejores guerreros y el nacimiento de nuevos líderes, solo alphas pueden ser lideres—, ese día me sentí toda una Paris... Llegué justo al momento para derrotar al más fuerte, tampoco era pésima, pero carecía de entrenamiento.
Recuerdo haber derrotado a aquel hombre corpulento y convertirme en una gran contrincante. Claro que yo no estaba inscrita en el torneo lo cual me dejó fuera- además de ser menor de edad-, sin embargo todos me reconocieron como tal y el siguiente año obtuve el título oficialmente con otra estrategia.
A pesar de ser muy buena en la mayoría de las áreas, mi padre no me permite desarrollar mis habilidades fuera de los metros que componen el territorio de la manada, al menos no sola. He tenido que participar en algunos semi-torneos y otros torneos, pero de nada me sirve ganar, de nada me sirve tener el mejor entrenador, si al final seguiré aquí encerrada.
Tras la unión de las siete manadas más cercanas—las cual dio lugar a la Asociación de Licántropos y especies sobrenaturales, mejor conocida como "El Ministerio de decisiones sobrenaturales" —, cualquier lycan de alto rango, Alpha, beta, o jefes de clanes y escuadrones como Comandantes o Cazadores especializados. En pocas palabras, solo profesionales, podía ser un entrenador. ¿El mío? Kian Horsley, un Alpha y comandante del ejército de exploradores y uno de los pocos capitanes de los demás escuadrones, para llegar a ser un explorador, debes destacar en las otras áreas, los rastreadores y exploradores son los escuadrones más altos y peligrosos de todos. También los líderes de escuadrones en su mayoría son aquellos en líneas de sucesiones. Es decir, hermanos de los sucesores y betas.
Hoy comienzan los entrenamientos y por supuesto que nadie se perderá la oportunidad de derrotar a la princesita del Alpha y espero como todo los años defender mi honor.
Debo esforzarme el doble.
Me levanté de mi cama y tras arreglarla un poco fui directamente al baño, a lavar mis dientes y cuerpo.
Cuando salí del baño, tomé de mi closet ropa cómoda para la ocasión; unas mayas negras, un top deportivo negro y unos zapatos negros. Procedí a vestirme y recogí mi cabello en una coleta alta. Salí de la habitación a tomar mi muy merecido desayuno.
Al llegar al comedor no estaba nadie, sirven mi comida y procedo a comerla completamente, nunca se sabe si voy a necesitar más energías, nunca se sabe.
—Señorita, el Alpha Kian la espera en el gimnasio de la mansión—dijo un hombre del personal.
Extrañada recorrí mi innecesariamente grande hogar hasta llegar al gimnasio, abrí las puertas corredizas del lugar. Y ahí estaba él, de espaldas.
—Creí que entrenaríamos fuera, como los otros—Dije sin saludar expresando mi disgusto a mi mentor.
—Lo sé—Dejo caer sus brazos—. Órdenes de tu padre.
—Es un tanto injusto que me quiera mantener encerrada.—Me quejé— La única parte de la manada a la que he ido sola es el instituto, es una prisión.—Suspire.
—Eso no es mi culpa, guerrera. Deja de quejarte, te ves débil. —Sonreí ante eso. A Kian le encantaba provocarme, le había dicho incontables veces que no era necesario ese apodo y sin embargo él lo hacía para molestarme—Si comenzamos rápido tendremos más tiempo para ver qué mejorar.
—Está bien, Señor Comandante—Rodó los ojos y tomó una posición de ataque al otro lado de las colchas incrustadas al suelo.
—Bien, recuerdo tus movimientos del torneo pasado, debemos mejorar algunas cosas. Soy tu mentor y debes escucharme, al estar dentro de estas paredes podría ser tu peor enemigo y exprimir todo de ti sin tener compasión... Da lo mejor de ti—repitió las mismas palabras que siempre me da para dar inicio a los entrenamientos. Por lo general los entrenamientos son de tres a seis semanas, debido a que ésta vez el torneo será un poco siniestro. El torneo ocurriría después de la ascensión.
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Editado: 19.11.2024