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•Allison, la reina oscura•
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Despierto en mi habitación, debido a los ruidos del exterior, la parte mala de ser licántropos. Me senté fregando mis ojos y recordé la noche anterior...
No puedo creer mi desvergüenza, minutos antes había estado diciéndole a Chloé lo mucho que soy para Kian, y luego estaba ahí; en la biblioteca, besándole, rogándole que me hiciera suya, otra vez.
—¡Diosa, estás mal Allison!—Exclamé frustrada.
Agradezco una y mil veces a todos los antepasados por haberme salvado de hacer una locura.
Ayer por la noche cuando me encontraba en aquella situación comprometedora, mi abuela despertó a mitad de la noche con una necesidad impetuosa de encender una vela y realizarle un ritual a mi madre. Estuvo buscando un diario muy viejo y sí, estaba en la biblioteca. Para mi suerte reaccionamos antes y las cosas no llegaron a mayores términos.
¿Pero en qué estaba pensando?
No me sentía muy cómoda a decir verdad, pero no era algo nuevo ¿No?, claro que no. Ya había pasado algo similar con Kian, la diferencia era que anteriormente ninguno de los dos estaba sobrio. ¿Y anoche? Anoche yo solo quería demostrarle que me necesitaba, que todo el lío del lazo podíamos olvidarlo por una noche, nuestra noche. No obstante estoy ciento por ciento decidida a dejar esto en el pasado, debo hacerlo. Por mi bien.
No debo dejar que esto continúe, porque entonces ¿Qué pasará cuando su compañera llegue a su vida? Sí, la elegiría a ella y yo quedaría en un muy profundo plano de su vida.
Kian solo es un amigo, no más y yo tengo dignidad.
Me levanté de mi cama intentando ordenarla en el proceso, estaba hecha un desastre gracias a aquella velada con mi abuela. ¿Quién en su sano juicio despertaría a mitad de la noche solo para realizar un ritual? Mi abuela. Solo nos hacía repetir la misma palabra a Kian, mi padre y a mi.
«Donec iterum conveniant»
Luego de ordenar mi cama, caminé al baño dispuesta a tomar una ducha, al entrar cerré la puerta y abrí la ducha dejándome empapar por el frío liquido. No sin antes despojarme de mi ropa.
¿Qué qué haré hoy? Según mis cálculos hoy era el día de la tan esperada fiesta de Trevor; y mi participación en esta era muy importante, para Elle y Chloé. Sigo de igual manera pensando que es mala idea mi presencia en dicho lugar, sin embargo no tengo nada más que hacer, solo estaría en este lugar mirando a mi padre hundirse en la miseria, a mi abuela leer ese misterioso libro y sí, a Kian pavonearse con otros machos por todo el lugar.
Según escuché luego de los entrenamientos se irá con Brand y otros más a una misión confidencial, a resolver quien sabe que cosas del Ministerio. Sin embargo como nuestra relación es muy honesta me ha soltado semejante información, solo un poco; me ha dicho que se dirigirán al Norte, al templo de los ángeles sagrados.
Luego de reorganizar mi cabeza, planificar mi día y sacarme los recuerdos inmundos de la noche anterior, decido salir de la ducha. Tome del estante situado en mi acogedor baño una toalla blanca y tras secar mi piel me envolví en ella, y sí, tome otra para mi cabello. Salí de mi baño y proseguí a tomar ropa de mi armario; unos pantalones negros y una polera de tirantes finos magenta, unas zapatillas negras y voila.
Luego de cerrar las cándidas puertas de mi armario me dispuse a vestirme. Colgué la toalla en una percha que estaba situada al lado de mi cómoda ya que siempre las empleadas la recogían y lavaban. Tomé asiento frente al espejo y comencé a peinar mi cabello, dejándolo seco y suelto. Tras darme el visto bueno salí de mi habitación.
Caminé por los pasillos de mi hogar, visualizando que misteriosamente se encontraba más vacío de lo normal. Así que necesitaba alguna explicación a esto y caminé a la habitación de mi padre. Toqué tres veces y entré al lugar. Sospechosamente las ventanas estaban abiertas dejando entrar aquella claridad y calidez que hacia falta al lugar, las paredes cían se veían de un tono más claro y aquellos detalles dorados del techo se veían totalmente relucientes.
¿Papá había ordenado que limpiasen?
La cama se encontraba hecha por lo tanto mi padre no estaba en el lugar, en un arrebato de felicidad salí corriendo del lugar, si era cierto lo que dijeron las brujas de Southwood; si lograba superar el duelo mi padre no perecerá.
Crucé el salón buscándole, no se encontraba siquiera en el gimnasio, ni mucho menos en el estudio.
¿Dónde estás Michael?
Solo había lugar dónde sé con certeza que se encontraría mi padre; el lago familiar.
Bajé las escaleras y me conduje a la cocina, al llegar estaban algunas empleadas y no, ni rastros de mi familia.
—Karina, ¿Sabes dónde está mi padre?
—Pues no señorita Allison—Respondió con pesar una de las empleadas que recientemente había estado ayudando a Tito con algunas verduras. Ésta cerró sus labios en una fina línea y prosiguió a cercar sus manos en el delantal que llevaba por encima de su uniforme. Y casi como si recordara algo sus ojos se iluminaron;—Pero... Su abuela ha salido al pueblo, a comprar algunas cosas para la velada.
—Gracias, Karina—Sonreí—, ¿Qué huele tan rico?
Mi pregunta no estaba de más, todo el lugar estaba inundado por un olor agradable. Me senté en la mesa de abedul para empleados y recargue mi cabeza en la palma de mi mano izquierda. Algo estaba planeando mi abuela.
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Editado: 19.11.2024