Cuando iba a comer a la cafetería escolar, era usual ver pequeños grupos de niños deseando acercarse, pero siempre era lo mismo. No eran más que un montón de interesados en mi posición y en mi familia. Yo no los trataba mal, recordaba las enseñanzas de mi madre y de mi padre: siempre con la frente en alto.
Aunque por dentro sabía que no era más que el animal de atracción de feria… el único amigo fiel que tenía era Franky.
Llegué hasta mi acostumbrado asiento en la cafetería y coloqué mi bandeja de comida. Esperaba fuese una mañana normal, desde que la niña fea apareció, pase a ser comidilla de todos porque “ignoró a su alteza”.
Hasta ese momento me enteré de que se llamaba Stella y que era extranjera, no nació aquí en Saltori, sino que provenía del país vecino, Rosnia.
Los niños comenzaron a llamarla como “la extranjera”.
Claro que en el colegio solía haber alumnos de intercambio, pero no era usual que llegaran desde edades muy pequeñas.
Sacudí mi cabeza, no era momento para pensar en banalidades. Franky empezó a almorzar junto conmigo. Como siempre, un par de niñas pasaban y me saludaban, otros se acercaban solo para invitarme a jugar con ellos y yo les agradecía con una sonrisa. Bola de interesados.
—Su alteza, ¿se encuentra bien? —preguntó Franky, ¿se notaba mucho que hoy pensaba más de lo normal?
—Todo en orden —respondí antes de darle otro bocado a mis fideos.
—Su alteza como siempre, guardando la compostura —alabó.
Llamarme "Su alteza" era algo que normalmente hacía y sabía que no era por interés, sino porque así le habían pedido que se refiriera a mí mientras me hiciera compañía, pero a veces deseaba que me tratara más como un niño normal.
Estaba tan tranquilo en mis alimentos cuando escuché un sonido sordo detrás de mí y después un gritito asustado. De pronto me sentía pegajoso, húmedo y algo líquido resbalaba por mi cabeza.
La cafetería quedó en silencio. Pude percibir las miradas de todos y Franky que estaba paralizado a mi lado.
—¡Su alteza! —gritó al cabo de un minuto— Su alteza, permítame buscar una toalla.
Toda la comida de alguien más me había caído encima.
¡¿Quién fue?!
Al darme la vuelta la descubrí.
—Disculpa —me dijo Stella, la niña fea y tonta, veía nervios en su rostro.
—¿Cómo se atreve a lanzarle su comida a propósito a su alteza? —reclamó atrás Franky con toalla en mano.
—¡Fue un accidente! —se defendió ella.
—Ibas caminando y arrojaste tu comida directo a su alteza.
—¡Me tropecé!
—¡Mientes!
—¡Claro que no! —intervino una tercera voz, aquí venía la segunda molestia del día; Victoria o Vicky, como le llamaban todos.
Nos conocíamos desde aún más pequeños. Nuestros padres trabajaron mucho tiempo juntos hasta que el papá de ella decidió fundar su empresa. Aunque seguía la amistad entre nuestras familias y era muy usual verla en el palacio en las festividades nacionales, nosotros dos simplemente no podíamos congeniar como amigos.
Durante dos años, sus padres la habían mantenido estudiando en casa. Sin embargo, este ciclo acababa de regresar a clases en el colegio. No está de más mencionar que hasta el momento seguíamos sin hacer amistad, solo éramos rivales para demostrar quién era más carismático, aunque por supuesto, yo era mucho más que ella.
—¿No has visto cómo camina? —contesto en defensa de la extranjera, ¿eso que tenía que ver? — Tiene dificultad motriz, no puede caminar con normalidad. —Ok, eso le hacía ver como un pequeño monstruo.
Stella entrecerró los ojos. Creo que pensó lo mismo que yo.
—Gracias, pero no tengo nada, solo me resbalé.
—¡Son excusas! —reclamé.
—¡No es cierto! —se defendió.
—Me tienes envidia porque soy mejor que tú —solté.
Stella me miró mal y recogió lo primero que encontró en el suelo más no lo lanzó.
—¿Necesitas ayuda? —me burlé, tomé de mi comida y se la arrojé en el cabello—¡Ja! Ese color de pelo te queda mejor —dije haciendo alusión a los fideos en tomate sobre su cabeza.
Victoria a un lado se sorprendió tanto que se llevó las manos a la boca. Stella, en cambio, su rostro se pintó del mismo color que los fideos y comenzó la guerra. Lo que tenía en su puño me lo lanzó y me dio un buen golpe en la cara.
—Eso sí fue a propósito —se burló.
Por un momento, la cafetería se mantuvo en silencio, acababa de arrojarle comida al príncipe segundo.
¡A mí!
Esto no se iba a quedar así, no conforme tomé de la bandeja de mi amigo y le devolví el golpe.
De pronto me regresó más comida y yo a Stella, Franky se alió conmigo y de lo que botó a Victoria, ella se vengó arrojando su bebida a nosotros.
—¡Guerra de comida! —gritó alguien detrás.
Y cuando menos lo espere, la cafetería entera acababa de entrar en una batalla campal de comida. Por todos lados había trozos de carne, fideos, agua y otras cosas extrañas que nadie comía de la cafetería. Jamás supe cuánto tiempo pasó hasta que llegaron profesores, prefectos y el director mismo.
Nos acusaron a Stella y a mí de iniciarlo, pero esta no solo había sido una guerra de comida, claro que no, esta era la guerra misma entre Stella y yo.
#2707 en Novela romántica
#549 en Fantasía
#370 en Personajes sobrenaturales
romance, princesa realeza romance principe, enemytolovers romance odio amor
Editado: 19.05.2025