Dorian no me soltó a pesar de que mi tiempo se acababa. Antes de cruzar la puerta me dio otro fuerte abrazo. Nos necesitábamos; yo necesitaba recordarme entre sus brazos y él tenerme a su lado. Me dedicó un último beso y me dejó ir.
Tenía que volver, lo haría, volvería a su lado.
No iba a negarlo, recordar cada momento me hacía muy feliz.
Simón no hizo preguntas al respecto tras verme tomada de la mano de Dorian. Lo saludo y después me guio hasta el auto. Ahora mismo estaba muy nerviosa. Hacía mucho que no venía a Rosnia y por la manera en que me trajeron, solo me ponían más alerta. Era como si estuviera huyendo de algo o si me ocultaran de alguien. De vez en cuando las manos me sudaban en el trayecto.
Simón procuró tranquilizarme. Me hablaba mucho de lo que podría suceder de ahora en adelante y también era muy amigable.
Sin embargo, no reconocía el camino. Eddy me llevó a muchos lugares consigo, no conocía todo Rosnia, pero si gran parte y esta debía ser alguna de esas zonas que no tuve oportunidad de ver a su lado.
—¿Está nerviosa, princesa? —preguntó Simón al verme juguetear con mis dedos.
—Sí. No sé qué se supone que debo hacer.
—Por ahora conocerá a la gente que sabía de usted, a quienes pertenecen a su facción.
—¿Cómo qué facción?
—Su padre dividió información para proteger a sus hijos. Una pequeña parte de sus allegados sabían de su existencia, aunque desconocían donde fue resguardada. Si no está familiarizada con los protocolos, para eso estoy yo —explicó con una amable sonrisa.
—Gracias.
El vehículo se detuvo y me ayudaron a bajar. Era una bonita casa en medio del bosque, alejada de la civilización. Por un momento me dio mala espina el porqué del lugar y tanto secretismo, pero una vez más, Simón me tranquilizó.
Me cedió la mano y me llevó adentro. No reconocía a nadie, sin embargo, me hacían reverencia, ellos… ellos sabían de mí. Traté de ser cortes y seguí con mi camino.
De entre la gente reconocí a Pam, su pelo oscuro sobresalía y apenas me vio corrió a abrazarme.
—Princesa —me llamó con cariño, le correspondí el abrazo con mucho esmero, la había extrañado tanto— ¿Qué tal su viaje?
—Bien, dentro de lo que cabe —respondí.
Reconocerla y verla me hizo sentir un poco más segura, necesitaba esto, ver a alguien de confianza para saber que no estaba sola.
Miré de soslayo, Simón en ningún momento negó que Pam pudiera abrazarme, significaba que no estaba regida por protocolos al menos por ahora. Después alguien se le acercó joven secretario y le susurró al oído.
Alcance a ver su cara de sorpresa antes de ir conmigo.
—Sir Rogen vendrá a presentarse —avisó—. Volveré para reunirme con usted, su alteza.
Asentí y esperé. Pronto un hombre con traje de soldado se acercó a recibirme con amabilidad y me guío dentro de la casa, Pam me acompaño de la mano, ambos me llevaron hasta una habitación. Dentro había una mesa blanca en medio, rodeada de bonitas paredes tapizadas de rojo y un candelabro en el techo. Tanto el soldado que antes me había guiado como Pam también entraron a la habitación e hicieron una reverencia.
—Princesa Stella, me es un placer conocerla, me presento como Sir Rogen, el primer comandante del ejército de las Rosas Blancas y estoy a sus órdenes —dijo el hombre.
—Un gusto —respondí amable.
—Por favor, esperé aquí princesa —añadió Pam.
Agradecí con la mirada y tomé asiento. No entendía que estaba por suceder.
—La reina no tardará en llegar.
En ese momento mi cuerpo se tensó y mis nervios se alteraron al cien.
—¿La quién? —Pero ninguno alcanzó a oírme y ambos salieron cerrando la puerta.
¿La reina? ¿Había una reina?
¡Nadie me dijo que había una e iba a verla! ¿Por eso el lugar alejado?, ¿por eso tanto secretismo?, ¿quería atraparme?
¡Había caído en la trampa!
No Stella, no. Debes calmarte. Me recordé.
Quizá no era nada malo. Pam acababa de recibirme con mucho cariño, ella no me traicionaría y de haber sido una trampa me hubiesen matado desde un inicio y no me tratarían con tanta cortesía, ¿no?
Me obligué a relajarme y esperar lo mejor. Aunque pasaron pocos minutos, yo sentía que había pasado una eternidad. Pronto escuché el pomo girar y el rechinar de la puerta abrirse.
Por el umbral apareció un joven más grande que yo, de complexión delgada, alto, de pelo rubio y ojos verdes… como los míos. Apenas entró, no ocultó su gesto, me veía muy sorprendido, y no lo culpo, el sentimiento era mutuo. Yo también estaba asombrada con el parecido. Detrás, una chica apareció, iba de negro su ropa. No, no era ropa común, era un traje muy similar al que usaba la realeza estilo militar, pero hecho a la medida para ella, y eso no era todo, también poseía el brochecito de la corona, di un respingo y al parecer se dio cuenta de mis nervios. Sin embargo, con mucha tranquilidad se acercó a ambos y dijo:
—Stefan, ella es tu hermana. La princesa Stella.
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¡Hola a todos! Le agradezco mucho haber llegado hasta acá. Esta es una historia que estuve trabajando durante mucho tiempo con mucho cariño y dando tiempo para cocinarse. La historia aun no acaba, aunque si nos estamos aproximando a los acotecimientos más fuertes, sin embargo, no pensé que pronto llegaría a alcanzar mis episodios comodín, así que es probable que haga una pequeña pausa de uno o dos días mientras acomodo lo que sigue. Creanme que lo he preparado con tanto cariño, que espero a todos les guste.
No tardaré mucho, pero quiero acomodar bien y en orden lo que esta por suceder.
Gracias por su apoyo y esperenme con ansias.
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Editado: 11.05.2025