La noche del cumpleaños de Dorian.
—¿Cuáles son mis opciones? —pregunté ahora que comprendía mejor la situación.
Todavía estaba dolida y en realidad esta horrible sensación no desaparecería en mucho tiempo, pero sentirme cobijada por mi hermano, por mi amiga, por Simón me sostenía el ánimo.
Stefan se volvió hacia el secretario y este acomodó sus gafas rebuscando entre los papeles que tenía a la mano.
—Bueno… —comenzó poniendo en orden sus ideas—. Estuve investigando y tienen una norma en especial. Basta con que una de las dos partes este de acuerdo, pero el compromiso se puede extender hasta tres años antes de haber una boda, esto con el fin de que ambas partes se conozcan mejor y decidan si es conveniente compartir el resto de sus vidas juntos… o no. Claro que la mayoría de las veces termina en boda —aclaró y me miró nervioso—, pero podemos exigir que se lleve a cabo la norma. Así tendremos tiempo suficiente para romper el compromiso.
No había escuchado jamás de esa norma, pero suponía que esa era la idea que Dorian tenía en mente cuando hable con su madre. Sospechaba que pediría que viviéramos juntos esos tres años para al final proponerme matrimonio. Mi corazón se estrujo de solo pensarlo.
No sería en esta vida. No sería por ahora.
Tragué saliva y moví mi cabeza comprendiendo.
—¿Qué pasa si dice que no? —preguntó de pronto Stefan— Sabemos que esta el tratado, pero si Stella no quiere, podríamos negarnos.
De nuevo Simón se removió en su lugar inquieto y buscó un documento que después se lo cedió a mi hermano. Ambos lo leímos; eran pagarés.
—Según esto que encontré, la primera parte del dinero la recibió tu padre hace diez años, cuando Stella llegó a estudiar a Saltori. La segunda mitad la recibirá el rey en regencia o en este caso tú como representante de la nación, pero si Stella o tú te niegas a continuar no solo hay que pagar indemnización, también nos pueden declarar la guerra abiertamente.
—No estamos en posición de aceptar una guerra —señaló Vale con brazos cruzados y Simón coincidió con ella.
—No, pero si aplicamos la norma de los tres años, Stella puede vivir aquí y la protegeríamos. Eso también nos ayuda a esperar que la princesa cumpla la mayoría de edad o encontrar algo que nos permita cancelar el tratado. Solo así Stella tendrá la libertad de negarse al compromiso.
Aunque en Rosnia sería mayor de edad cuando cumpliera los diecinueve, en Saltori lo sería hasta los veintiuno. Podía beber y hacer actividades de adultos, pero no tendría total libertad hasta esa edad. Por ello la urgencia de mi hermano para no soltarme. Mientras estuviera en Rosnia, podría ser libre.
Stefan junto las manos y lo pensó demasiado. Todos estábamos expectantes de lo que diría, sobre todo yo. Después de todo era mi vida la que estaba en juego. Pronto me miró con tristeza, sabía que estaba decepcionado de sí mismo por mi culpa. Le puse una mano en el brazo, tenía que darle a entender que ya estaba haciendo mucho más por mí de lo que jamás hizo mi padre o Eddy.
—¿Estás de acuerdo?
—Sí. Es lo que mejor tenemos por ahora.
Stefan me pasó un brazo sobre el hombro y me permitió abrazarlo. Una vez más nos teníamos el uno al otro para salir adelante.
Esa misma noche, al subir a mi habitación, le pedí a Valentina que se quedara conmigo. No era el mismo cuarto pequeño donde compartimos espacio antes, pero eso no quitaba que no existiera confianza entre las dos.
Todavía tenía dudas que solo ella podía decirme.
Vale lo entendía porque su mirada me lo decía y aceptó sin chistar.
Me ayudó a ponerme cómoda con un camisón y quitándome todos los adornos del cabello. Ella no se cambió, decía que se sentía más segura con su traje después de lo sucedido esa noche en Saltori.
Y después cuando finalmente se sentó a mi lado en la cama acarició mi mano.
—Dime tus dudas —pidió.
—¿Hay posibilidades de cambiar el futuro de las visiones? —esa era mi primera pregunta y la que más me carcomía.
Rogaba al cielo que la respuesta fuera sí, pero ver a mi guardia apretar sus labios en una mueca de decepción me hizo sentir desesperanzada.
—No lo sé —confesó—. Mis visiones son concretas, es decir, que lo que veo se cumple. En cambio, las tuyas tienen varios matices; puedes ver el futuro, el pasado o leer los sentimientos del presente, pero no sé si pueden modificarse.
—Entiendo —respondí triste.
—¿Qué viste exactamente? —preguntó ella con inquietud en sus ojos.
—Vi… vi a Dorian “bien”. —Hice comillas con mis dedos— Él no sufrirá algún ataque los siguientes meses o eso creo, porque pude ver un poco de lo que supongo es su futuro. Incluso lo vi con el birrete de la graduación…
—¿Y, a ti?
Hice una pequeña pausa, para respirar y no soltar más lágrimas.
—No me vi con él. En realidad, no me vi en ninguna de sus visiones, pero después de eso… después de eso no había nada —conté bajando la voz hasta ser un hilo, una lagrima salió y me la limpié enseguida, Vale asintió y cerró los ojos.
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Editado: 12.08.2025