La rosa y sus espinas

Noche hermenéutica

La sombra ilimitada se cruza frente al paseo.
El humo desequilibra las transparencias
Pero las máquinas no sienten vergüenza 
De sus oscuros daños, ni los seres de sus mareos.

Como al caballo de raza, el anhelo de velocidad me traspasa,
Si los edificios no se alejan no llegaré a casa.
Si los faroles no se escabullen como luciérnagas rasas
Traicionaré indudablemente mi hogar.

Una valla pétrea detiene al mar, una reja
Y un asiento áspero para quien deja sus comodidades
Por un celeste crepitar.

A veces la imperiosa violencia
Besa la avenida con peces y algas
Para que no escape el amante
De sus eternos abrazos.

La luna en algunos veranos
Es un fantasma: No la ves,
La percibes en el viento
Que jura alianzas y misterios irresolubles.

Una dama solitaria pasa, deja un rastro
De perfumado peligro que los espíritus lobunos
Olfatean con ancestral gusto,
Pero ella sola derribaría con una idea
Toda la civilización. Ella no teme.

 



#14521 en Otros
#1370 en Paranormal
#477 en Mística

En el texto hay: poemas a la vida, poemas varios

Editado: 27.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.