-¿Cómo puedo saber que no me están engañando, que no es un truco para ganar tiempo antes de que me los coma a los dos…? Preguntó el tigre. Miraba a la gaviota y al pingüino con los ojos entrecerrados, queriendo adivinar las intenciones de esos dos.
-Una vez, unas tortugas y yo estuvimos prisioneros en la bodega de un barco de cazadores furtivos… yo las ayudé a escapar. Las tortugas pueden lentas, pero tienen una gran memoria… no creo que me haya olvidado… dijo el pingüino, rogando por dentro que sus palabras fuesen ciertas.
-Está bien, dijo el finalmente el tigre. Creo que hoy es su día de suerte. Síganme, yo los llevaré con ella.
La gaviota miró al pingüino, y en voz baja le dijo:
-Creo que no deberíamos confiar en él… hace apenas un momento estaba pensando en comernos….
-¿Que alternativa nos queda?, contestó el pingüino… Pronto los cazadores furtivos sabrán donde estoy y entonces vendrán por mí…
-¡Ey! ¡Y también por mí…! dijo la gaviota.
El tigre comenzó a caminar por el sendero.
-¿Vienen o no?, rugió el tigre.
Y la gaviota y el pingüino comenzaron a seguirlo. Pero a poco de andar, el tigre dio media vuelta, los miró y, a modo de advertencia, les dijo:
-Los llevaré con la tortuga, pero si están mintiendo, si ella no los conoce, entonces los dos serán mi cena… ¿entendido?
El pingüino y la gaviota se miraron, y al hacerlo descubrieron en los ojos del otro su propio miedo.
Comenzaron a caminar, a seguir al tigre, aunque no estaban seguros de a dónde los llevaba, hasta que momentos después el tigre los condujo hacia una nueva playa donde había unas enormes rocas encalladas en la arena.
-Tortuga, gritó el tigre. Hay dos sujetos extraños que dicen conocerte.
Nuestra tortuga apareció por detrás de una de las rocas. Caminaba lentamente por la arena. Al ver al tigre, sonrío, como sonríen una tortuga cuando ve llegar a su amigo el tigre.
-Son el pollito y… ¿Qué cosa me has dicho que eras tú…? Preguntó el tigre al pingüino… Bueno, no importa. Dicen conocerte, y que necesitan de tu ayuda…
-Que no soy un pollito… dijo resignada la gaviota.
-¡Pingüino! Dijo la tortuga al reconocerlo. ¡Que alegría volver a verte!
La tortuga miró al tigre y le dijo:
-Él es un pingüino… el pingüino del que te hablé. Nos ha ayudado a todas las tortugas atrapadas en aquel barco de cazadores furtivo a poder escapar.
-Pues ahora soy yo quien necesita de tu ayuda, dijo el pingüino. Y le mostró el rastreador en su aleta.
La tortuga pensó un momento…
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Editado: 15.06.2024