El anfitrión
Alexei dio vuelta el filete por tercera vez, el chirrido del aceite caliente, el aroma de la carne a medio cocer, hacía a su estómago protestar de hambre. Echó una pizca de sal, pimienta, orégano y puso la tapa de la sartén en su lugar.
A Alexei le encantaba cocinar, era un agradable don cortesía de su madre, Tanya, cuando era niño quería ser un gran cocinero, pero cuando llegó a Estados Unidos en una de esas latas de sardinas tuvo orientaciones diferentes, la mecánica fue una de ellas.
Sonrió para sus adentros cuando escuchó el sonido de la puerta de su habitación al abrirse. La chica había salido. Un gran avance para ella teniendo en cuenta que la había encontrado en un estado casi catatónico.
Le tendría que agradecer a Hunter por haberlo llevado a esa misión, de haberla encontrado otro habría terminado con los pumas. Y a juzgar de su reacción cuando habló con ella, algo muy malo le había pasado, demasiado como para paralizarse con solo escuchar esa palabra.
Alexei quiso ir con ella, pero su sentido común habló antes que el instinto, supo que no debía presionarla, no mientras estuviese a punto de desmayarse de miedo cada vez que oía un ruido.
Al animal que era su otra mitad le desagradaba el miedo que podía sentir en ella, le hacía luchar contra su lado humano para acercarse. Alexei no podía dejar que el leopardo se encargara de asumir las acciones, el felino vivía del instinto, de proteger y servir, de luchar y cuidar, eran partes que no podían separarse, sin embargo, por el bien de ambos Alexei debía poner un freno a la necesidad que rugía en su mente.
Cada parte de él quería demostrar su hallazgo, pero ahora que la euforia había disminuido a un nivel en donde podía razonar, tenía que planear sus pasos en cada mínimo detalle, un paso en falso y sería catastrófico para él, pero más para ella.
Ashley era una mujer de apariencia frágil, pero estaba seguro que no lo era, de otra forma no habría sobrevivido al encierro.
Tan solo pensar en la forma en que la encontró su corazón se comprimió con la presión de la rabia, y latió con mayor fuerza, una mujer no debía ser ultrajada de esa forma, debía ser cuidada y protegida, debía ser libre.
A veces no entendía cómo una raza que se consideraba tan superior e inteligente podía engendrar personas tan inhumanas como Curtis Lane y Paul Shubertz. Personas como esas, que secuestraban y experimentaban con cambiantes a su antojo siguiendo su perversa ambición, no merecían clemencia.
Gruñó, pensar en eso hacía que su control se debilitara.
Suspirando para relajarse, Alexei terminó de cocer los seis filetes y los puso en sus platos de porcelana junto con el puré de papas y la salsa, se los había regalado Emma a James pero nunca los había usado, habitualmente su amigo prefería usar platos, cubiertos y vasos descartables. Pero, esta era una ocasión especial, y la chica asustadiza merecía una buena comida, James no notaría ni un rasguño en la delicada vajilla.
Armándose de fuerza para controlar los impulsos por acercarse, se mantuvo firme en el comedor.
—La cena está lista —dijo intentando que su voz no fuera muy fuerte.
Alexei se quedó de pie junto a su silla, esperando que hiciera aparición. La comida se enfriaba mientras aguantaba las ganas de ir por ella.
“Paciencia” se dijo.
Ashley apareció a paso lento en el comedor, la ropa que le había conseguido le quedaba holgada, casi suelta, pero se veía bien, mucho mejor que con los harapos llenos de suciedad que había utilizado en aquella jaula. En el trayecto desde la entrada hasta su silla no dejó nunca de mirar sus pies.
Su falta de confianza hizo que la lucha contra la bestia se intensificara, pero él no dudaba de su fuerza, podía con esto.
—Adelante —le dijo cuando se detuvo frente a la mesa—. Come.
Alexei se ubicó en su lugar y comenzó a comer de manera lenta, saboreando el jugo de la carne mientras veía como ella cortaba un pequeño trozo y se lo llevaba a la boca, él se quedó inmóvil cuando ella emitió un débil gemido con los ojos cerrados y masticaba lenta y pausadamente el alimento, relamiéndose sus labios después de tragar.
"Maldición, se ve tan malditamente hermosa..."
Su cabello todavía humedecido caía rodeando su rostro, aún seguía adivinando el color que tomarían cuando estuviesen secos, aunque a juzgar por el tono marrón claro podía atreverse a asumir que era rubia.
Ashley abrió los ojos y lo encontró mirándola, las esmeraldas que había visto la primera vez no estaban, en su lugar había un apagado tono verde.
Sabiendo que no estaba demostrando ni una sola pizca de discreción, Alexei tuvo que desviar su atención a cualquier otra cosa. Aunque nada quisiera hacer más que observar cada parte de ella.
“Prudencia” se dijo al mismo tiempo que pensaba algo para hacerle hablar.
—¿Está bueno? —dijo y comió, pero había perdido interés en la comida desde que ella hizo acto de aparición.
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Editado: 31.10.2020