La salvadora

Abrió los ojos con mucha dificultad, se sentía tan cansada que apenas podía levantar la cabeza de la almohada, su cuerpo estaba envuelto en la calidez de una manta gruesa, quiso quedarse más tiempo así, no quería recordar cómo se había quedado dormida o porqué sentía algo extraño envolver su corazón.
Pero cuando aclaró su vista, lo que vio la dejó perpleja.
Alexei estaba durmiendo a su lado, había vuelto a su forma humana, se veía tan pacífico, nada en su expresión ni en su cuerpo reflejaba ningún indicio de haber estado agonizando.
¿O era eso un sueño?
—Ashley.
La voz la sobresaltó, giró su cabeza y vio a Aria sentada sobre una mecedora de mimbre, la miraba con esos ojos penetrantes y una expresión indescifrable en su rostro. Se veía calmada, pensó para tranquilizarse, debía estar ahí para cuidar a Alexei, entonces ¿Por qué sentía como si se la fuera a comer?
—Haz hecho un vínculo de sangre el frío de su voz le provocó un escalofrío—. Sólo un alfa puede hacer eso.
Tragó saliva. ¿Era un buen momento para correr?
—Yo... Yo...
—Cállate —le interrumpió—. Haz quebrado una regla, te has metido a la fuerza en mi clan, y a pesar de que has salvado a Alexei eso no es razón suficiente como para aceptarte.
—Yo no sabía que no estaba permitido —trató de sonar firme pero la mirada de hielo la ponía nerviosa.
Aria ladeó la cabeza, nada en sus ojos le permitía saber qué estaba planeando hacer con ella, si no moría por el Amonium, moriría en manos de Aria.
—Sólo porque estás vinculada a Alexei estás a salvo —dijo para su sorpresa—. Pero estaré vigilando tus pasos.
Aria se levantó de forma brusca y antes de desaparecer por la puerta, corrió las cortinas dejando entrar la cegadora luz del sol.
"Maldita sea"
Sus ojos ardían, y tardó varios minutos en aclarar su visión, pero cuando lo logró, la vista era impresionante.
Alexei estaba ahí, en todo su esplendor, la luz iluminaba su piel y resaltaba el color blanco ceniza de su cabello, sus hombros musculosos y parte de su pecho sobresalían de la manta. Ashley se quedó sin palabra, y sin aliento.
Y después recordó todo lo que había pasado.
—Estamos vinculados —susurró, todavía no podía creerlo— ¿Cómo le salve la vida?
Notó que ninguna de las heridas que había visto la noche anterior estaba presente en su cuerpo, sólo moretones y golpes coloreaban de azul y violenta su piel blanca. La única herida que permanecía era la del cuello, varias cicatrices de los colmillos del lobo se marcaban como puntos irregulares en su piel.
"Ha sanado por completo" ni siquiera los puntos que le había hecho Riley permanecían en su lugar "Es un milagro"
—Ashley... —murmuró con suavidad.
—Aquí estoy Alexei —se apresuró a decir—. Duerme.
—No —se quejó—. No quiero dormir, me siento extraño.
¿Cómo reaccionaría cuando le dijese que estaban vinculados? Después de todo, Alexei no la había reclamado como suya ante los lobos que querían llevársela. Lo vio sentarse sobre la cama, intentó con dificultad no fijarse en los músculos tensos de su pecho y torso, pero era imposible, Alexei era magnífico.
—Pensé que te había perdido — dijo entornando los ojos—. Y que moriría, pero ahora... No entiendo... ¿Qué pasó? Siento una energía extraña envolver mi corazón... Oh... —Abrió sus ojos exageradamente, el azul brilló con intensidad y su sonrisa, tan grande y cálida, mandó todas sus dudas al vacío— ¡Ashley! ¡Estamos vinculados!
Lo dijo tan fuerte y con tanta vehemencia que ella pensó que lo había oído todo el mundo.
"¿Y ahora qué?" se preguntó mientras veía la felicidad en su rostro "¿Qué significa estar vinculado?"
—Estás dudando —todo rastro de alegría desapareció de su voz.
—No, yo, no... Un momento ¿Cómo lo sabes?
—Siento lo que tú sientes —lo dijo como si fuese algo obvio, su mirada se volvió sombría— ¿Cómo?
No era una pregunta, era una orden.
—Estabas a punto de morir, y entonces se me ocurrió hacer lo que había hecho Aria en la ceremonia, corté mi mano y mezclé mi sangre con la tuya.
Silencio. Alexei estaba serio como una piedra. Ashley tuvo un mal presentimiento.
—Te vinculaste sólo para salvar mi vida —pareció como si eso fuera un insulto.
Lo estaba perdiendo. Pero no estaba segura de sus sentimientos, aun así no toleraba la idea de que se alejara.
—Porque de verdad me importas —admitió—. Mucho.
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Editado: 31.10.2020