La Sed de los Vampiros

Capítulo 12

Alba

Dos toques en la puerta me hicieron levantarme rápidamente del marco de la ventana.

Habían pasado cinco días desde aquella fría noche en la que casi pierdo la vida. Aún recordaba el terror que sentí al saber que podría haber muerto de frío o bien podía haber sido asesinada como todos esos exploradores que anteriormente habían encontrado muertos cerca del lago. En toda la semana no había vuelto siquiera a pensar en salir de la habitación. Comía solo cuando mi estómago me lo pedí a gritos, seguramente ya padecía de gastritis.

Me quedé de pie junto a la ventana esperando a que alguien se adentrara a la habitación. Un giro de la manilla de la puerta dejó que esta se abriera y dejara a la vista una silueta femenina. Era Rose. Sus ojos verdes chocaron con los míos y pude sentir un poco de calma. Si Rose estaba a mi lado, de alguna forma me sentía segura. Ella era para mí como mi hermana mayor, esa que nunca había tenido.

Entró y se acercó a mí a paso lento, como si estuviera esperando alguna reacción negativa de mi parte. Desde aquella discusión no habíamos vuelto a hablar, pero eso no significaba que yo estuviera molesta. Era todo lo contrario. Luego de aquella discusión me puse a pensar y es verdad que Rose siempre había hecho lo que yo le pedía. Era como si de alguna forma la tuviera manipulada, pero no era así. Yo siempre pensé que estaba haciendo lo correcto al guiarla, pero solo estaba haciendo de ella una persona diferente a lo que ya era. Debía aceptar su forma de ser y eso se lo iba a confesar hoy.

— Hola Alba—, saludó cuando ya estuvo frente a mí- espero que ya no estés molesta y...

No dejé que terminara y la abracé fuerte. Su cuerpo se tensó por un momento, pero luego se relajó y me devolvió el abrazo.

— Nunca estuve molesta contigo Rose—, le dije mientras me separaba— tienes razón. Yo siempre te he tenido bajo mi mando, pero hasta ahora me di cuenta.

— Tenemos que hablar —. dijo entonces. En su mirada se reflejaba un poco de tristeza y confusión.

La guié hacia mi cama. La chica movía las piernas con inquietud, algo que me hizo preocupar ya que ella nunca había estado tan nerviosa. Miraba hacia todos lados, tal vez no sabía que decir. Yo tampoco sabía que decir, así que puse mi mano en una de sus piernas tratando de darle seguridad y al poco tiempo comenzó a hablar.

—Tenemos que irnos—, soltó de la nada— hay que buscar la forma de salir de aquí.

—¿Qué pasa?— pregunté confundida—¿Ellos te han echo daño?

—Ellos no—, aclaró— Brais es peligroso Alba. Debemos irnos cuanto antes.

— Rose—, hablé con calma—¿Conoces alguna forma de salir de aquí?

—No—, respondió— pero puedo averiguarlo.

—¿Puedo hacer algo para ayudar?

— Vigila a Dasher—. Respondió sin más.

—¿Qué?—no entendía nada de lo que ella decía — ¿Qué pasó con Brais?

—No puedo hablar de eso—, susurró cerca de mí. Se veía asustada por algo— solo haz lo que te pido, yo buscare una forma de escapar.

—Si te hizo algo...

—Alba—, me regañó —no es momento de hacerte la valiente. Debemos irnos de aquí.

Rose se veía nerviosa y a la defensiva. Algo le había pasado. Acepté su propuesta. Sea lo que sea que le hubiera pasado había logrado hacerla cambiar de opinión. Por fin íbamos a salir de aquí.

El resto de los días hice lo que me pidió Rose. Según ella, Dasher todas las noches salía a algún lado del bosque. Mi trabajo era investigar cuanto tardaba en volver.

El primer día lo vi salir a comienzos de la noche y regresar más o menos a la medianoche. Casi me quedo dormida en la ventana al pensar que no iba a regresar ese mismo días. Todos los demás días fueron igual. No sé a dónde iba, pero siempre que regresaba lo hacía con el pecho descubierto y su cabello revuelto. Rose por otro lado me había contado que todos los chicos se reunían en la sala y se mantenían allí casi toda la noche. Poco a poco fuimos creando nuestro plan de escape, pensando en todo lo que podría salir mal o seguramente no iba a funcionar y está noche, después de tanto pensar, lo íbamos a poner en práctica.

Me senté en el marco de la ventana esperando a que Dasher saliera de la casa. La nieve había dejado de caer, pero nuestro camino estaba cubierto. Dos toques en la puerta se escucharon casi mudos. Me levanté y con cuidado abrí la puerta. Rose estaba del otro lado y me extendió un abrigo negro y enrome. Yo fruncí el ceño y ella se encogió de hombros.

— Debemos abrigarnos con algo—, dijo entregándome el abrigo.

—¿De dónde lo sacaste?— pregunté tomándolo en mis manos y dándole vueltas para verlo mejor.

—Creo que es de Dacian—. Lancé el abrigo por los aires y este cayó en la cabeza de la pelinegra.

—No me voy a poner eso—. Dije mirando el abrigo con asco.

— Pues te morirás de frío—. Me respondió sacándose el abrigo bruscamente.

— Dame el tuyo—. Susurré cruzándome de brazos.

— El abrigo de Dacian es negro, me va a quedar horrible con lo que traigo puesto.

—Rose, estamos escapando, no vamos a un desfile de modas.

— No importa—,me dijo —igual ya tengo el otro abrigo puesto.

Miré el abrigo gris que traía. Rose me volvió a extender el abrigo negro con una sonrisa triunfal y a mí no me quedó de otra que aceptarlo. Volví a encerrarme en la habitación y miré el abrigo con mala gana. No quería ponerme nada que viniera de él, pero, como ya dije, no me quedaba de otra, así que me lo puse y volví a la ventana. Minutos después de haberme sentado vi a Dasher salir de la casa en dirección al bosque. Me gustaría saber a dónde es que él va.

El chico detuvo su andar y giró su cabeza en dirección a la casa. Rápidamente me lancé hacia atrás cayendo el suelo dolorosamente. Volví a levantarme lentamente y me asomé un poco para volver mi vista al exterior. El chico seguía allí, pero su mirada estaba fija en otro lado. Tal vez no me había visto. Después de enfocar un poco más su mirada decidió seguí su rumbo y terminó adentrándose al bosque.




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