Alba
— Buenos días, cielo—. Mamá me despertó con un beso en la frente, algo que hacía a diario.
Me senté en la cama y observé esa habitación color magenta, con un enorme armario de madera que tenía varios dibujos de pequeños angelitos sentados en las nubes y otros jugando a las escondidas. Frente a mí cama se encontraba un espejo en el que había una cajita de ligas para el cabello, un peine, un cepillo y otras prendas de cabello que no noté ya que mi mirada se fijaba en ese rostro infantil que de reflejaba en el espejo.
¿Esa era yo?
No, esa era la pequeña niña frente a mí, que de alguna forma era yo, hace diez años.
Mi cabello castaño caía por mis hombros y se perdía en mi cadera. Mi rostro era como el de una niña de siete años o menos. Mi pequeño cuerpo estaba cubierto por una bata blanca y larga que me llegaba hasta los tobillos.
— Vamos querida,— volvió a hablar mi madre y yo, versión miniatura, me giré para verla— Tenemos que prepararte para la escuela.
—¿Escuela?— pregunté con mi voz infantil.
¿Qué me había hecho Dacian? ¿Por qué estaba aquí? ¿Estaba recuperando mis recuerdos?
— Si, Alba—, mamá rodó los ojos— y hoy no hay nada de salidas tempranas, ¿Ok?. Mamá tiene que trabajar hasta tarde.
Dicho esto se levantó y salió de la habitación, no sin antes avisarme que el desayuno estaba abajo y que no me tardara mucho en el baño.
Recorrí la habitación observando cada detalle de esta. Si, recordaba haber vivido en esta casa con mamá y papá, y de alguna forma comenzaba a recordar todo lo que había pasado hoy.
En estos momentos la Alba pequeña iba a dirigirse al baño e iba a tomar una pequeña banqueta para subirse, ya que no alcanzaba a mirarse en el espejo. Seguí a la niña y en efecto, eso fue lo que hizo. Ya al estar a la altura perfecta, se echó el cabello hacia atrás y tomó su cepillo de dientes para comenzar a lavarselos. Al terminar bajó a la cocina y se sentó en la mesa esperando a que mamá le llevara el desayuno.
Todo transcurrió normal. Al terminar mamá y yo subimos al cuarto y ella me ayudó a vestirme, me peinó y me hizo dos trenzas, como era de costumbre. Luego tomé mi mochila y bajé las escaleras para dirigirme al carro. Esta era una de las visiones que vi en la aurora boreal. Pero antes de llegar al carro me detuve ya que me había olvidado de despedirme de papá.
Corrí hacia la cochera y lo vi ahí. Traía un pantalón de pesca y un suéter negro con listas azules por la parte del cuello y pecho. Además se encontraba hablando con uno de sus amigos, así que fui a escondidas para darle un susto. El amigo me vio, pero yo rápidamente le hice una seña para que guardara silencio.
Recordé entonces que de el susto que se dio pegó un brinco y terminó estampando su cabeza contra unas cadenas. Y al ver que ocurrió, tanto la Alba pequeña como yo comenzamos a reírnos. Papá se giró molesto, pero al verme volvió a sonreír y me cargó para darme un abrazo y un beso.
— Estudia mucho y no converses en clases, ¿Está claro?— preguntó y la pequeña Alba asintió— Ahora vete, tu madre y yo tenemos unos asuntos pendientes por hacer.
La pequeña asintió y se fue corriendo, pero yo me quedé un momento a observar el rostro de mí padre. Conversaban animadamente con su amigo, mientras ajustaba algunas piezas de su camioneta. ¿Cómo es posible que él haya cometido esos crímenes?
Decidí dejarlo y seguir a la pequeña niña ya que ella sería esa que me ayudara a recordar mi pasado, pero una parte de la conversación me hizo detenerme.
— Esta tarde llegará otra carga de lobos—, escuché atentamente sin moverme de mi lugar ya que igual no me iban a notar— ¿Dime cómo te va con los últimos que te trajimos?
— Los lobos no son tan resistentes a las vacunas, pero los vampiros lo son más—, respondió mi padre y no pude evitar acercarme más a ellos cuando sentí que sus voces se iban escuchando cada vez más lejanas— en cambio los humanos están mutando y haciéndose más fuertes con el paso del tiempo.
— ¿Cómo van los entrenamientos?— volvió a preguntar el señor.
— Lune no es muy fuerte que digamos, pero su instinto salvaje va creciendo con el paso del tiempo. Muy pronto será una de las mejores—. ¿Hablaban de un entrenamiento? ¿Quién era Lune?
Traté de escuchar más sobre la conversación, pero por alguna razón ya no los escuchaba a pesar de estar frente a ellos. Me giré confundida para irme, ya no escuchaba nada a mi alrededor. ¿Qué había pasado?
Fue entonces cuando noté, detrás de un barril, el cuerpo de una pequeña niña. Vestía ropa militar diminuta, debido a su tamaño. Tenía las manos puestas en sus oídos. ¿Tenía miedo de algo?
—Alba—, esa era la voz de mamá— apúrate o llegaremos tarde a la escuela.
Miré en dirección al coche y vi a la pequeña Alba tomando unas flores del jardín, antes de ir donde su madre. Entonces, ¿Todo este tiempo ella había estado aquí? Tiene lógica en realidad. Tal vez por eso dejé de escuchar todo lo que decían. Según se iban alejando, Alba iba dejando de escuchar todo lo que hablaban y por ello yo también. No podía escuchar algo que ella, o que yo no había escuchado. Estos eran mis recuerdos y de alguna forma, en algún momento de mi vida había escuchado está conversación sin prestarle atención.
La niña subió al coche y este arrancó dejándome a mí detrás.
De repente el cielo dejó de ser azul y todo desapareció dejándome de nuevo en la oscuridad. Yo miraba por todos lados tratando de encontrar la salida, pero la oscuridad se convirtió en luz y ...
Me desperté de golpe al casi quedar segada por la luz. Al comienzo no vi nada, pero luego mi vista comenzó a notar muebles.
Mi cabeza daba vueltas. Me sentía perdida, no sabía si estaba de pie, sentada, acostada... Muerta.