La semilla y El diamante (Parte 3)

–Oye, Espera, Semilla. 

–¿Qué?... ¿Quién eres? –Pregunta la semilla con temor–

Hola, ¿que pasa pequeño?...

Tranquilo, soy Diana un diamante, perdida desgraciadamente.

He escuchado tu triste historia y no pude evitar no hablarte.

–¿Un diamante?, de esos que valen una fortuna? –Contesta la semilla–

–Sí, de esos que valen una fortuna, pero por lo que he escuchado tú también eres muy especial por aquí, eres hijo de la gran flor eso es muy importante. –Contestó el diamante–

–Si, pero cometí un error y ahora no puedo crecer, no puedo ser esa gran flor que debería y estoy haciendo lo mejor que puedo pero no he tenido resultados, ninguna raíz brota de mí. –Contesta la semilla desanimada–

–Usted es muy hermosa, tiene un hermoso brillo, es muy valiosa y yo cada vez me pudro cómo me lo ha dicho Raul, la termita.

–Ah, este brillo no es nada. –Dijo el diamante–

–Allá afuera brillará más con los rayos del sol, este no es mi hogar, estoy en las mismas que tú; por eso te entiendo.

–Pero no puedo hacer nada, para salir.

–Yo tampoco se cómo crecer para salir de aquí, quiero germinar como las demás semillas, ser tan grande y hermoso cómo la reina, anhelo cantar hermosas melodías, bailar al son del viento y seguir con la especie. –Dijo la semilla–

–¡Wow!, eso suena muy divertido, pues yo también tengo sueños y estoy hecha cómo tú, con un propósito. Mi gran sueño y propósito es estar en el dedo índice de una novia. –Contesto el diamante–

–¿Así?.. ¿como así? –Contestó la semilla dudosa de lo que quería el diamante–

–Bueno, quiero ser un hermoso y valioso anillo de bodas, ese es mi sueño … Aunque igual en un fino collar, no estaría nada mal.

–Wow, eso es algo totalmente diferente a mi vida, me sorprende saber que todos estamos hechos para un propósito, y que no soy el único con problemas. 

–Así es, pero podríamos ayudarnos para salir de esto juntos, claro… si es que puedes y quieres. –Dijo el diamante–

–Ah si?, ¿usted puede ayudarme?... Y… ¿cómo  nos ayudamos? 

–He estado buscando ayuda, pero no lo he logrado. –Dijo la semilla–

–Pues, mira, dejo te explicó.

–Después de lograr germinar me llevarás contigo a la sima para que alguien pueda encontrarme y sea llevada a una joyería, mi hogar.

–Y pues… yo creo cual es la solución a tu problema para que logres  germinar.

-¡Qué?, ¡usted sabe cómo puedo germinar?. –Exclama de emoción la semilla–

–Bueno, bueno, eso creo. pero estoy segura que funcionará. –Contestó el diamante–

–Creó tu problema es que tu semilla está muy dura, después de tanto tiempo tu semilla se volvió muy dura, que ni el agua puede penetrar tu cubierta para  ayudarte germinar.

-¿Y qué podría usted hacer, para ayudarme a quitarme la cubierta? –Preguntó la semilla–

–Bueno, una de mis habilidades y cualidades es la fuerza, soy muy fuerte; podría ayudarte a abrir tu cubierta un poco, para que el agua haga su trabajo y tú salgas a la luz, O mejor dicho ambos salgamos a la luz.

–¿Qué te parece la idea? –Pregunta el diamante–

–¡Eso es increíble!, estaré muy agradecido sí la misión funciona, yo prometo llevarla conmigo hasta la cima para que pueda ser encontrada, y llevada a su hogar.

–Me parece bien, pero si esto no funciona, todo está perdido, querido amigo. –Dijo el diamante–

–Aceptó el riesgo. –Dijo la semilla–

–Ya he perdido mucho tiempo y esto es lo que yo he estado queriendo a alguien que me entienda y que me ayude con mi gran problema.

–Bueno, entonces comencemos. –Dijo el diamante–

El diamante golpea un par de veces a la semilla y logra abrirlo, dentro de la semilla se encontraba un corazón lleno de vida y luz. Era una pepita brillante que Diana el diamante; quedó maravillada por la magia de la semilla y no tenía ninguna duda de que era especial y que era su momento de triunfar.

–Eres tan brillante como el sol, que incluso me has devuelto mi propio brillo aquí en la oscuridad. –Decía el diamante–

La semilla no hablaba él se encontraba dormido profundamente a la espera de una lluvia para el gran momento.