—¿Salimos a cenar? —Lucía pasa una servilleta de papel por sus labios.
Ignacio deja los cubiertos.
—Recuerda que hoy es jueves, cena con la abuela, la familia y Casandra —Lucía resopla molesta.
—¿Cuánto tiempo seguirás aguantando? Es un matrimonio sin sentido.
Ignacio suspira.
—Conoces la historia Lucía, mi abuela estaba grave en el hospital y me pidió que cumpliera su sueño, verme casado antes de morir.
—Pudo elegir a cualquiera, no sabemos de donde sacó a esa ridícula campesina —cuando supo de la boda se puso furiosa, ella estaba fuera del país, por asuntos de trabajo, la vieja estúpida había aprovechado que ella estaba fuera, la aceptaba como amiga de Ignacio, pero no como esposa para él.
Ignacio se levanta a recoger todos los utensilios para almorzar.
—Gracias Lucia, el almuerzo, estuvo muy rico —se pone de pie y se dirige al baño personal de su oficina.
—Este fin de semana, me gustaría que fuéramos a navegar en el yate.
—Por supuesto —responde Ignacio.
Lucía sonríe, tenía un plan, se llevaría a Ignacio el fin de semana, y se haría cargo de Casandra.
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—¿Dónde está Casandra? ¿No ha venido contigo? —la abuela mira con severidad a Ignacio.
—Vine directo del trabajo, debe venir en camino —saca su móvil para llámarla, una o dos veces la ha llamado desde que se casaron, pero justo cuando buscaba su número, Casandra entra al comedor, Ignacio simplemente echa un vistazo, pero realmente no la mira, es como si ella fuera un fantasma o un mueble más.
—Querida —la abuela se pone de pie, abre sus brazos para abrazarla —Te veo mas delgada ¿Estás bien? ¿Estás comiendo bien?
Casandra sonríe un poco.
—No te preocupes abuela, estoy bien —toma su lugar en la mesa, frente a su esposo, hoy lo veia más guapo que la última vez que lo vio, hacia una semana y media, vivían bajo el mismo techo, pero no se veian casi nunca.
—¿Para cuando el nieto? —sonríe a ambos, Ignacio aprieta con fuerza la mandíbula, Casandra baja la mirada a su plato ¿Cómo le explicaba a la abuela que su esposo no la había tocado nunca? No era virgen, pero solo había probado el sexo una sola vez, con el que era su mejor amigo en la universidad, no le había gustado y decidió pasar del sexo.
—Abuela no empieces —Ignacio réplica.
—Es tu deber Ignacio dar un heredero a esta familia, de lo contrario nos extinguiremos, tu hermano se ha dedicado a la crianza de caballos y dice que no tienee tiempo para el matrimonio, no digamos Camila, esa niña con ese mal temperamento, no conseguirá esposo pronto, tú eres el único casado de la familia.
Casandra no dijo nada, en ese momento entraba Camila al comedor, por extraño que parezca, Camila era amable con ella, la habia aceptado, nada comparado a la madre de Ignacio, que era cruel con ella.
—Hola Casandra —da un beso en la mejilla de la chica —Aún no entiendo como sigues aguantando a este energúmeno.
Los hermanos siempre que se veian discutían, para Casandra, ya era algo normal.
—Abuela —besa a la mujer mayor y se sienta.
La abuela sonríe, estaba sentada en la cabecera de la meza.
—¿Dónde está tú madre? —Camila se encoge de hombros, en esa momento Raquel Baillères, entra al comedor, era una mujer elegante, vestia de alta costura, era delgada, blanca, ojos color marrones como los de su hijo, su mirada se detuvo en Casandra quién vestia un sencillo vestido blanco de pequeñas flores, que le llegaba a las pantorrillas, su cabello en una sencilla moña y unas zapatillas planas.
—¿No tienes ropa? —se dirige con despreció a Casandra —Vienes a una cena con la familia de tu esposo, no a la floristería donde trabajabas.
—¡Raquel! —la abuela le llama la atención a su nuera —En mi casa espero respeto.
La mujer no dijo nada, tomó la servilleta de tela colocandola en sus piernas, tomó la copa de vino y la llevó a sus labios, Casandra no era digna de ser la esposa de su primogénito, Ignacio merecía alguien a su altura como Lucía, pero en esta maldita familia quién tomaba las decisiones era la Abuela Bailléres, se hacia lo que ella decía.
Casandra levantó un poco la mirada de su plato, para ver a su esposo, como era de esperar totalmente ajeno a los insultos de su madre, era como si para él no existiera Casandra o ella no tuviera nada que ver con él.
—Buenas noches —Aiden Baillères, se une a la cena, estaba recién duchado, vestia informal, pero elegante, y como su hermano, totalmente indiferente, tampoco existía para él.
—Cenemos —indica la abuela —su padre esta de viaje —el padre de Ignacio había salido por negocio, realmente Casandra no se sentía bien con la familia de su esposo, la única persona que le mostraba aprecio genuino era la Abuela, Camila la saludaba y era amable, pero sabía que pensaba lo mismo que el resto de la familia de Ignacio, Lucía se había encargado de hacerselo saber, las veces que llegaba a su casa a buscar a su esposo.
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—Hasta que apareces —la mujer mira a la joven de la cabeza a los pies —¿De donde has sacado esa ropa de marca Casandra?
—¿Casandra? —suspira y mira al hombre que va junto a ella —Ahora entiendo porque no encontraba a Aitana.
La mujer abre los ojos como plato al escucharla hablar.
—¿Amaia? —la joven se acerca a la mujer mayor, la había encontrado en un bar, besándose con un hombre que era menor que ella, el hombre no dejaba de mirarla con ojos morbosos.
—¿Dónde está Aitana? —la mujer rie.
—Si me das dinero, te lo diré —Amaia sujeta a la mujer del cuello de su camisa.
—¿Te atreves a pedir más dinero? ¡Engañaste a papá haciéndole creer que entregarías a Aitana! —la mujer busca a soltarse, pero Amaia tenía más fuerza —¿Dónde está?
El hombre intento tocar a Amaia, pero el hombre que acompaña a la joven, lo derribo con una patada en el estómago haciéndolo caer de nalga.
—¡No olvides que soy tu tía!
—Porqué no puedo olvidarlo es que no te mató —Elena palidece ante las palabras de la joven, en sus ojos había frialdad pura, determinación, no era como Aitana, una joven fácil de manejar, alguien que había dominado toda su vida.
Editado: 27.11.2024