22/12/1990 - 05:00 PM
Esa tempestuosa noche de invierno, Romulo Garcia; Padre de dos niños y esposo fiel, fue arrestado por el departamento de policía por homicidio en primer grado, todo eso sucedió en un lugar común, en una época normal, un día 22 de diciembre de 1990.
Sin duda, una fecha muy común entre muchos, pero muy recordada y temida por algunos pocos, pues la cruda verdad de ese trágico día es que en el futuro lejano se desencadenaría varios de los macabros acontecimientos que sucederían en el año 2018.
Aun así creo que todo comenzó una cálida tarde, en un vecindario cualquiera, cuando en esa época Carlos Garcia aun era un crio de tan solo nueve años de edad, por supuesto, el joven y su familia no se percataban de las sombras que se avecinaban hacia ellos ese lúgubre viernes frio, en ese tiempo, la familia Garcia estaba mas concentradas en sus patéticas vidas comunes, como por ejemplo su padre, Romulo Garcia, que trabajaba como parte de la fuerza policial del foco, la ciudad que se encontraba en el centro de toda la isla Pulok, ahí, el viejo policía de 47 años tenia la labor de proteger las calles de la isla de los criminales y los corruptos, claro, el lugar de trabajo era patético, con todas sus paredes llenas de garabatos y dibujos mal hechos, las ventanas de la parte posterior del edificio, completamente rotas, gracias a los jóvenes que se la pasaban atormentando a los policías con sus bromas pesadas, que por si fuera poco, no hacían para nada de gracia, creando así un lugar al cual ni las moscas se le acercaban, por otro lado su madre, Maria Garcia, era dueña de una pequeña tienda de dulces y baratijas para turistas en el puerto principal de la isla, Puerto Misero, lugar que adquirió gracias a la herencia que le otorgo su padre antes de que este partiera al otro mundo y tomara una copa invitada cordialmente por la mismísima muerte, claro, todo gracias a los terribles efectos del cáncer (este amable regalo de despedida se lo debemos a los cigarros, los cuales debemos agradecer por ofrecer tantas trágicas perdidas ), ademas, eran alegres momentos para la familia, ya que dentro de poco se celebraría el cumpleaños del nuevo integrante de la familia que se acercaba a su primer año de vida en este mundo.
Ya entonces el joven Carlos estaba en su habitación mientras cuidaba a su pequeño hermano, Santiago, el cual estaba acostado en una cuna de color escarlata. En ese breve momento, Carlos leía uno de los nuevos libros de relatos que le había comprado su madre, aunque su mamá era una mujer amable con todos a su alrededor, ella demostraba su lado maternal y sobre protector solo con Carlos, por lo cual Carlos solo se acostumbro a llamarla mamá.
El joven leía muy poco, quizás a un terrible paso de tortuga que dejaba mucho que desear de el, pero las historias de terror cósmico le fascinaban y lo hacían perder total perspectiva de la realidad del mundo sin ni siquiera darse cuenta de ello. Mundos macabros, personajes siniestros y mundos paralelos. Estas historias lo inquietaban y al mismo tiempo le agradaban al pequeño niño proveniente del poblado de San Venganza. A pesar de que muy pocos en su localidad conocieran de la buena literatura (o al menos fueran un poco cultos y dejaran las terribles elementos insignificantes de la vida), Carlos leía cada palabra y frase de la historia sin ningún problema apodándose por el mismo y su pueblo como “el lector de huesos”, pronto, sus oídos no pudieron evitar escuchar de repente un irritante sonido que provenía de afuera de su habitación, era la voz de una mujer la cual Carlos conocía y quizás no quería escuchar.
—¡Carlos! Ven aquí ahora mismo.
La piel de gallina se quedo marcada en el cuerpo de Carlos al oír esa temible voz y sin pensarlo mucho, fue directo a la habitación donde su madre lo estaba llamando, el sudor que recorría la frente de Carlos añadiendo el imparable mover de sus temblorosas manos mientras caminaba por ese corto pasillo lleno de varias pinturas extravagantes que no parecían de una familia simple, había cometido algún error, o había hecho algo mal para que su madre lo llamara por su nombre,<<¿Que coño hice ahora?>> esa duda pasaba por la mente de Carlos en ese momento, que a el lo llamaran por su nombre era como una señal de alerta que lo aterraba en lo profundo de su persona, como las pesadillas nos matan de miedo mientras dormimos, solo que Carlos no estaba en el mundo de los sueños, ya que al parecer en su cabeza, el reflexionaba desde su nacimiento prematuro que si alguien en la familia te llamaba por tu nombre de pila era por que la “cagaste”, así de simple y todo eso pasaba mientras el chico intentaba entender que acciones había cometido como para llamarle la atención, pero el tiempo de razonar se había acabado ya que pronto llego a la puerta de caoba con una ventana en su centro que permitía ver como Maria ya le esperaba sentada en su cama, frente a la extravagante puerta luego de caminar por el pasillo repleto de tétricas pinturas de hombres ya fallecidos, no quería pasar, pero el sabia al igual que muchos de nosotros en esa corta edad de ignorancia pura que tenia que hacerlo si no quería que el castigo aumentara, abriendo la puerta vio como su madre esperándola en aquella cama sentada en el colchón de su cuarto, tenia entre sus manos una hoja de papel muy doblada que a la vez parecía tener muchos garabatos y estaba repleto de dibujos que tapaban la mayor parte de las grandes X que marcaban muchos de las palabras y frases escritas en la hoja llena de preguntas; Mientras las miradas de ambos, madre e hijo chocaban y formaban una gran explosión de inquietudes y sentimientos (negativos por supuesto) creaban un momento atemorizarte para el niño, el paradero de la hoja que estaba en la basura y que de casualidad fue encontrada mientras la amable mujer de Venganza limpiaba en el aposento del chico de 9 años, daba una mala señal de que Carlos la había cagado y feo, si tan solo no fuera por la parte superior que aun era visible, Carlos hubiera continuado con su lectura y no se habría perdido su película favorita The Shining, pero quitando eso de aparte, podemos confirmar que en el pedazo de papel se podía ver que decía: