La Sociedad: Una novela de G.E. Lubo

Capitulo IV

22/12/1990 - 07:23

Un aroma sumamente agradable llegaba desde el comedor hasta todas las habitaciones de aquella hermosa mansion de dos pisos, un singular olor a arroz con verduras, con unos retoques desbordantes de aliños muy bien picados con un gran trozo de jugosa carne acabada de salir del horno. Sin duda una comida de reyes hecha por la señorita Jenifer Del Valle, una agradable mujer, madre de dos pequeñas y un varon jugeton e imperactivo con todo aquel que se le cruzara en el camino, esta mujer era ni mas ni menos la esposa de Andres, mejor conocido por la gente de Villa Venealen como Andres Del Valle, en ese instante, ella junto a su marido preparaba la comida para la reunion familiar que estaba a punto de llevarse a cabo junto a ellos a las ocho de la noche, era especificamente en esa hora debido a la poca cantidad de vehiculos que trabajaran en esas solitarias horas de la noche y por ende, la familia Garcia llegaria tarde, Andres lo sabia perfectamente, ellos no llegarian pronto, aun asi en sus planes se encontraba que esa reunion se organizara para aquel dia en especifico sin importar la hora en la que se desarroyara.

 

—Y dime Andres, ¿Que deseas hablar con Richard y su familia? de seguro deben de estar muy ocupados —preguntaba Jenifer con un tono inseguro, era obvio que le inquietaba que su esposo llamara a su familia a horas tan tardias de la noche solo para "hablar"—, es en serio es algo muy importante, llevan mucho tiempo sin hablar y que los llames asi de la nada, no me pone muy comoda.

—Cariño...—el silencio incomodo se interpuso por un buen rato hasta que Andres prosiguio—Muy bien te dire la verdad, hay algo que me preocupa. Algo grande, aunque no lo creas, no se que tan importante sea, pero quizas a Romulo le interese conocer ciertos detalles que estoy a punto de compartir con el y el resto de nuestra familia, no lo hago por nosotros, lo hago por todos.

—Me estas asustando un poco con esto, lo sabes ¿no?.

 

Muy ciertamente Andres tenia motivos que le podrian demostrar a muchos la inseguridad de vivir en la isla de los pecados, pero que a la vez le impedian contarle a su esposa alguna de las pocas verdades mas oscuras y siniestras que un hombre pudiera relatar de su hogar en el caribe, pero lo que no sabia Andres, era que no iba Romulo y su familia completa, solamente su esposa Maria y su pequeño hijo Santiago viajaban directo a la casa de los Del Valle a pesar de no conocer los motivos de aquella llamada de ultimo momento, Jenifer decidio seguir lavando los platos donde iban a cenar solo para calmar aquella sensacion de disgusto que pasaba por su cuerpo.

 

—¿Es algo tan grande como para que no me cuentes? En todo nuestro matrimonio me has pedido que guarde secretos por el bien de nuestro futuro... ¡Pero ahora no me gusta! solo por el simple hecho de que ahora involucramos a gente que nos importa, tu trabajo en la policia siempre a sido peligroso y mas si trabajas para esos bastardos que juegan con ustedes como muñecos de paja.

—Jenifer...

 

Mientras Andres quedaba corto en la conversacion y buscaba respuestas en su mente, ambos padres detuvieron su pequeña confrontacion para ver como sus tres hijos de corta edad corrian de un lado a otro jugando al escondite por todo su hogar, un momento de padres que les parecia muy conmovedor y que les recordaba que el trabajo o las diferencias personales que a veces sufrian, no se le comparaba al inclemente cariño que se sentian mutuamente hacia ellos y a sus hijos. Los ojos de Andres vieron el rostro de Jenifer, el rostro de una mujer segura y a la vez nerviosa como una especie de doble personaidad que ocultamos nosotras las personas en nuestro subconciente, Andres solo tenia tres coas preciadas en su vida, trabajar como policia con sus tres mejores amigos, sus amados hijos, y su esposa Jenifer. Acariciando su rostro con mucha suavidad y dandole un pequeño beso en la mejilla, Andres le respondio con una voz profunda que nunca usaba (exepto en su primera cita cuando la queria impresionar de una manera muy insignificante y solo consiguio pasar verguenza ajena), lo que ella no queria escuchar, pero que debia escuchar:

 

—Hazlo por mi.

 

Sin mas que decir, Andres llamo a sus tres hijos para jugar un rato en familia mientras Jenifer terminaba de cocinar, pronto una llamada telefonica estaba llegando al telefono de la sala de la casa pero se vio interrumpida por el timbre de la puerta, acomodando el cuchillo de cocina en un lado donde no estorbara, Jenifer se dirigio a abrir la puerta para observar quien era, al limpiarse las manos de grasa de cerdo, tomo la perilla de la puerta y con una lentitud que usualmente no se veia en ella, abrio la puerta con una sonrisa de bienvenida que demostraba la amabilidad viva en persona. Solo que un fuerte sonido llego a los oidos de toda la familia, fue como un relampago que llego e impacto en tierra destrozando la misma tierra por manos del mismisimo dios, solo que esta vez el relampago olia a polvora y esta vez no habia quemaduras, ahora habia sangre y que no era por manos divnas, esta vez eran heridas creadas por demonios.

 

—Sangre fresca perra, una fuera, quedan tres —decia el hombre vestido completamente de negro mientras se reia como un completo desquisiado, mientras cargaba el revolver que acababa de usar contra Jenifer Del Valle—"Azar por siempre" malditos.

 

La sangre fresca en su vestimenta costosa que le habia comprado Andres a su ahora, difunta esposa, se regaba por todo el piso mientras la inocente mujer con la misma sonrisa que recibio al invitado no deseado caia frente a los ojos del cruel asesino.



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En el texto hay: misterio, thriller, suspenso

Editado: 20.08.2018

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