Capitulo IV

10/09/2010 – 11:35 PM

—¿Entonces que sucedió? —preguntaba Horacio—, cuando entraste al cuarto donde reposaba tu madre, que viste .

—¡Muerta!, maldito perro, eso fue lo que paso, un paro cardíaco, eso fue lo que se la llevo al otro mundo, y quizás, no fue al paraíso como tanto ella lo queria.

—Lo siento

—No me vengas con esa mierda, se lo merecía. Era débil, solo una presa mas..

—¿Y el mensaje? —Ahora preguntaba Alfonso, mas intrigado que antes—

—Lo borre, sabia que ustedes tratarían de averiguar mas y borre todo al respecto, “la sociedad” me advirtió de ustedes, y como estaban siendo comprados por la fuerza gubernamental corrupta de la isla.

—Quitando esa gran basura que acabas de decir de por medio, quisiera saber algo —exclamaba el oficial Fernández de nuevo—, que tuvo que ver ese niño y su madre, eres listo, lo sabemos muy bien, y creemos que unos zapatos no son suficiente para hacerte cometer un vil asesinato, sin importar tus disgustos de color de piel.

—Tienes razón, ser racista no significa odiar sin sentido a una persona, tiene que haber un motivo.

—¿Y cual era el tuyo?

—Una mujer.