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Hay solicitudes que no se pueden bloquear.

Una semana había transcurrido desde aquel mensaje que había enviado, me encontraba en el mismo lugar, en la pequeña mesita de madera con mi laptop encendida lista para entrar a mi cuenta desde el navegador. 

En mi cabeza repito las palabras que Andrea dijo "no le escribirás nunca más y bloquearas su perfil" 

Pero ¿En verdad podré hacerlo? 

He esperado su respuesta por ocho días. Algo dentro de mí dice que llegará, pero todo en el exterior grita que no. No lo hará. 

Así que como Andrea dijo, creo que hoy si llegó la hora de hacerlo. Por alguna extraña razón me duele y lo odio por eso. Pero lo admito resistí una semana sin desesperarme. 

Escribo mi correo y contraseña, inmediatamente entro a mi cuenta. 

Voy directo a las solicitudes recibidas y ahí está esa. Esa que odio que esté ahí, odio no poder aceptarla, odio que quién está tras ella no quiera ser mi amigo. 

Por última vez entro a su perfil y con eso me despediré. Para siempre.—me prometo—

Hay una publicación que no había visto, es de hace cinco días. 

"Sé que intento que te alejes, pero no es eso lo que quiero" 

-UnPoetaRojo

Tiene muchos likes, ciento cinco para ser exactos y muchos comentarios que no me atrevo a leerlos. 

Me preguntó ¿Por qué dejaría algo así público? 

Abro una nueva ventana y tecleo "Un poeta rojo" lo cual me da cero resultados. No existe tal cosa. 

Creo que fue un error mirar su perfil. 

Esperaré otra publicación y lo bloquearé. Lo juro. 

….

Dos días más tarde y para mí suerte (o desgracia) no había nada nuevo. 

Finalmente el día había llegado.

Debo bloquear su perfil. 

Eso es todo lo que debo hacer. 

Me siento ¿nostálgica?. Tal vez, no lo sé. 

Pero que va. Ni siquiera somos amigos.

No existe ninguna conexión entre nosotros.—Ni la habrá— me digo.

Sin pensarlo más le doy clip en la opción bloquear perfil…

Pero no puedo, soy un desastre intentando hacer cosas que no quiero. 

No lo bloquearé, lo eliminaré. ¡Al carajo lo que diga Andrea! Y selecciono eliminar solicitud. 

Salgo de mi cuenta y apago la computadora. Tomó mi celular y elimino la aplicación de Facebook. Dejare facebook por unos días. O de lo contrario querré ver su perfil o ir a los chats, para leer nuestra gran conversación —entre comillas— meto el celular en mis bolsillos y llevando conmigo el libro que me dió mamá voy hacia la sala, y me acomodo en el sofá. Abro el libro y leo el último capítulo. Pero es imposible concentrarme en la lectura, mi vista se nubla y siento que lágrimas se deslizan por mis mejillas. 

Mamá viene desde la cocina, la sala es el centro de todo. Fue una mala idea venir aquí. Ella va hacia su oficina y cruzo los dedos para que no me vea. 

Pero es demasiado tarde. 

—¿Estás bien cariño? —pregunta sonando un poco preocupada. 

—¿Tan mal me veo? —bromeo. Alzó el libro para que lo vea. 

—Oh ya entiendo, prometo que el próximo tendrá un final feliz. 

No sé de qué se trate el libro, y para ser honesta ni me interesa, parece que ella lo ha leído. Fue fácil engañarla esta vez. Nunca podría explicarle que me siento triste por alguien que no conozco. Por alguien que rechazo mi amistad. 

Por qué entonces entraría en una serie de preguntas. Hasta finalmente llegar a la conclusión de que hablo con extraños. 

Y no, no quiero que se entere de nada. 

No quiero que me castiguen por algo que no vale la pena. 

Pensé que él era de las personas que se hacen amigos de todo el mundo.

Así parecía. 

Pero me equivoqué. 

Tecleo un mensaje para Andrea. 

Eliminé la solicitud 😶

Responde en cuestión de segundos y no me sorprende. Vive pegada a su celular: 

Era bloquearlo 😒

Escribo rápidamente al igual que ella. Y a decir verdad no sé ni por qué le explico. 

Será en el nivel dos. 

Escribe finalmente y sé que ya no necesita una respuesta.

Ok ok.

No lo bloquearé —me digo— bloquearé mi cuenta antes de hacer eso.