La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 22.

Por alguna razón creí en él, supe muy en el fondo que probablemente él no me mentía, me impregne en sus ojos un momento sacudí mi cabeza levemente y continuamos caminando, apretaba los dedos de la mano contra su manga del uniforme, miraba hacia abajo durante todo el recorrido, sentía que en cualquier momento una bala atravesaría mi espalda, o peor aún la de él, caminamos lentamente, yo trataba de aclarar mi garganta pero sin ningún resultado, sentía en la misma un nudo que podía imaginarme que no me permitía respirar, todo el recorrido me preguntaba ¿Por qué no caminamos más rápido? No lo entendía, simplemente creí que dando un paso adelante, dábamos dos hacia atrás, giramos a la izquierda, ya faltaba poco para llegar, solo dos casas más, ¡Vamos idiota, camina!

Aparte mi brazo del suyo, y toque la puerta, esta se entreabrió, solo podía ver los ojos de Fela asomados en el espacio de la puerta, yo le sonreí y la abrió completamente, su expresión de sorprendida se notó en todos los ángulos de su rostro. Me abrazo.

— Estaba muy preocupada — Demandó alejándose de mí.

Entre a la casa, después el entro detrás mío. — ¿Como ésta?—pregunto Kretschmann — No muy bien, se ha sentido fatigada — Contesto Fela.

El trago saliva y subió las escaleras para verla, yo mire a Fela y me eche a correr detrás de él, abrió la puerta de su habitación y entro, yo me quede parada en el umbral de la puerta, él se acercó a inclinarse de lado de ella, dejó su cabeza a descubierto, después tomo su mano.

— Muchacho — Divago Tessia. 
— Ya estoy aquí — Demandó — Para llevarla a un médico — Dijo titubeante. Primera vez que lo oí titubear.

Tessia negó con la cabeza, sonriendo mostrando sus dientes. — No, no. Sería inútil. 

— Usted es fuerte, no se acobarde. ¡Lo logrará!

— Todos somos débiles por naturaleza, la cobardía la escogemos nosotros mismos, muchacho. Recuerda siempre eso — El carraspeo la nariz estaba a punto de llorar. Era algo increíble para mis ojos — Pero no la ha escogido — sentencio y trago saliva — ¿Verdad?

— No — Dijo ella. — De debilidad también se muere.
— Creí que usted era alguien bastante fuerte.
— No hay personas más o menos fuertes, hay personas más o menos débiles. Yo fui menos débil, tú tienes que ser igual — dijo con los labios secos y partidos.

— De acuerdo — Sentencio presionando su mano.

— Quiero que me promesas algo.

— Dígame ¡Lo que sea lo haré, por usted! — exclamo.

De sus ojos comenzaron a salir lágrimas cortas y lentas, dio un gran suspiro que se escuchó por toda la habitación. Yo seguía mirándolos parada en el umbral de la puerta, camine unos pasos hacia delante.

— Tienes que cuidar de ellas — señalo con la mirada. El giro su cabeza al mirarme, la inercia me hizo girar hacia atrás y Fela estaba parada detrás de mí, me pregunte cuanto tiempo estuvo ahí. — Ya han sufrido mucho. No permitas que sufran más.

El devolvió su mirada a Tessia y tomando su otra mano, se quedó en silencio incomodo mientras Tessia lo miraba firme. — Se lo prometo — Dijo con la cara retorcida de tristeza.

Por un momento llegue a creer que su silencio representaba no prometerle a una vieja moribunda quizá su último deseo; protegernos, me lo prometió a mí y se lo prometió a ella, pero aun así seguía confundida. — La señora Tessia tiene que dormir — interrumpí.

Kretschmann beso sus manos y las regreso a su pecho — Volveré mañana. — Él se enderezó y dio media vuelta, inclinó la cabeza en ademan de despido y camino fuera de la puerta. 

— Vaya...— Susurre y él se detuvo en seco. — Al parecer usted si tiene sentimientos, soldado. 

El me miro con molestia y me dijo en voz baja; — Claro que los tengo, ¿Usted no? 

— No — Conteste rotunda. —Ya no.

El suspiro. — Usted tiene una facilidad impresionante para hacerme sentir mal

— Y usted a mí. 

El termino por irse, mire a Tessia mientras que ella me estiraba su mano sonriente, camine unos pasos y detrás de mí, tome su mano estaba helada, me senté de lado de ella.

— Necesitaba verlo, antes...
— ¡A usted no va pasarle nada! Ya deje de decirlo. 

— Norah, él es buen muchacho. Jamás te lastimaría ni dejaría que alguien más te lastimara, me prometió cuidarlas — Miro también a Fela, Fela sonrió. Yo subí la ceja un poco incrédula.

Tessia trago saliva y solté un suspiro bastante largo, mi cabeza estaba dividida en dos, si en creer sus palabras o no.

— Gran suspiro — dijo ella, yo sonreí avergonzada y baje la mirada — Nunca pude quitarte ese hábito — demandó

― ¿Que hábito? — Fruncí el ceño. 
― El de bajar la mirada cuando hablas con alguien.
— Nunca entendí su afán. ¿Qué hay de malo en eso? — Pregunte mirándola 
— Es signo de debilidad — sentencio. 




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