La Sonrisa De SofÍa

EPÍLOGO

Sigo sin comprender como pude resistir por tanto tiempo los maltratos de Manuel. De no ser por el apoyo de mi madre tal vez ni siquiera me encontrara con vida, lo más probable es que hubiese muerto en el apartamento a manos del hombre que juró amarme de por vida. Después de ese día, mamá estuvo al pendiente de mí, ayudándome en todo lo necesario para superar aquel recuerdo, al igual que en búsqueda de fundaciones en el que pudiera recibir la asesoría necesaria y el acompañamiento psicológico adecuado.

 Me sentí desanimada al darme cuenta que muchas de esas fundaciones que supuestamente apoyan a la mujer, no son más que una pantalla que busca enriquecerse bajo el pretexto de la protección a la mujer, utilizando un tema tan delicado, como un medio de publicidad para conseguir patrocinadores a su supuesta causa.

Fue una ardua tarea conseguir una fundación que en realidad se interesara en nuestras necesidades. Poco tiempo después, buscando entre mis pertenencias encontramos la tarjeta que Andrea, la chica que trabajaba en el almacén de ropa, me obsequió cuando visité la tienda en compañía de Manuel.

Mamá dice que Dios pone ángeles en la vida de uno y estoy segura que Andrea fue enviada por el señor para que me guiara al lugar indicado. Un ángel que también tuvo que pasar por una situación desfavorecedora por parte de su pareja. La razón por la que Andrea conocía la fundación, es porque ella también asistía al lugar, después de haber recibido mal trato por parte de su novio.

La historia de Andrea fue una de las primeras que escuché cuando ingresé a la fundación. Tuvo que exponerse a un constante maltrato por parte de su esposo. La tenía tan controlada que ni siquiera la dejaba trabajar, con el argumento que ella lo hacía para conocer más personas y abandonarlo.

Llevaba alrededor de un mes asistiendo a la fundación, casi un año después de que Manuel me violara e intentara ahogarme en la tina. Ahora era mi turno de contarles a las chicas de mi grupo en la fundación, la terrible historia que tuve que vivir al lado de Manuel, me sentí avergonzada al principio. Estaba rodeada por algunas de las chicas que ya habían contado sus historias, por algunas que aún hacían falta por hablar y por supuesto, de Claudia, nuestra psicóloga, sin ella no sé qué hubiera sido de mí, tal vez no habría podido enfrentar la vida.

 Tomé una fuerte bocanada de aire, respiré profundamente y les conté mi historia con lujo de detalles. Todas nuestras historias eran diferentes y nos sirvieron como experiencia ajena para aprender, para identificar las señales. Les conté con lujo de detalles todas las ocasiones en las que fui víctima de los maltratos de Manuel y todas ellas se vieron sorprendidas al escucharme, algunas de ellas no comprendieron como logré soportar por tanto tiempo. Proseguí contándoles mi historia que estaba a punto de finalizar.

―Cuando me casé, pensé que había encontrado al hombre perfecto, me sentí la mujer más afortunada del mundo. Manuel era el príncipe azul que siempre esperé, me hizo creer en el amor. No sé por qué soporté tanto tiempo, tantos maltratos, no sé por qué tuve que esperar que esto llegara tan lejos.

Todas las chicas de la fundación, se conmovieron al escuchar los sucesos a los que me enfrenté estando casada con Manuel.

―Lo amé con todo mi corazón, con toda el alma ―proseguí―. Manuel jamás sintió amor por mí, si lo hubiera hecho, me hubiera valorado, sin atreverse a levantar la mano en mi contra. Nunca imaginé que mi propio esposo pudiera violarme ni que hubiera intentado asesinarme ―guardé silencio, no pude continuar recordando esa desastrosa escena.

Espero que pronto llegue el día en el que pueda olvidar todo lo malo que recibí por parte de él. Debo aceptar que lo que más me dolió, fue que hubiese accedido a mí de forma tan despiadada, en nuestro aniversario —tomé una pausa para respirar, no tuve deseos ni la fuerza de continuar—. Eso es todo lo que tengo para contar sobre mi vida. Soy Sofía Martínez y esa fue mi historia.

Intenté sonreír, no pude hacerlo. Estaba destrozada al recordar todas las atrocidades que viví al lado de Manuel. Había pasado un año y aún sentía rencor, miedo, todo menos amor, eso fue algo que él mismo se encargó de matar en mí y lo amaba con toda el alma.

Hice lo posible por salir adelante y continuar con mi vida después de lo que tuve que vivir con Manuel. Mi madre y principalmente Dios, fueron mis pilares para seguir adelante. Con el tiempo retomé mis estudios en arte y aunque no fue nada fácil, al carecer de inspiración, pues todo el tiempo tenía el pensamiento en otro lugar, pude conseguirlo e hice del arte mi pasión.

Debo agradecer que corrí con suerte y que logré alejarme de Manuel, antes de que fuera demasiado tarde. Tuve una segunda oportunidad de vivir, de amar, de soñar y de realizarme como artista.

Quisiera que mi historia tuviera un mejor final, pero no es así. Es sólo mi historia, la de una mujer que intenta salir adelante a pesar de la adversidad y que no pierde la fe en el amor a pesar de las circunstancias vividas, pues no se puede juzgar a todos por la manera despiadada de actuar de unos cuantos. Ahora después de algunos años, sigo en el proceso de seguir con mi vida y de encontrar la verdadera felicidad.




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