Kháli se heló por varios segundos. La verdad de su situación queriendo aplastarla, a lo que ella se negaba.
-¿Qué-qué pasa?, – preguntó con voz temblorosa.
Alexandria suspiró, desprendió las hojas metálicas que la sostenían y cayó de pie sobre el suelo. – Kalligheil, – dijo muy seriamente, – Ariadna es la esposa de Jerome.
Los ojos de Kháli se abrieron inmensamente, más que sorpresa, se sintió helada por al fin escucharlo.. ¿Era posible?... ¿Ariadna…era su madre?
Ariadna dejó de abrazar a Kháli para poder verla a los ojos. Los suyos estaban inundados de lágrimas y sus mejillas resplandecían. – Es verdad, Kalligheil, – afirmó ella, su voz llena de emoción. – Eres mi hija ¡Mi hija! – y la abrazó de nuevo. – ¡Estás tan grande! ¡Mírate, ya eres toda una señorita! ¡Oh, lamento tanto no haber estado contigo todos estos años! Cuando el congelamiento del árbol se desvaneció casi muero de desesperación al saber que habían transcurrido 13 años y que no te pude ver en todo ese tiempo. ¡Lo lamento tanto!
La cabeza de Kháli daba vueltas, no sabía qué pensar ni qué sentir aparte de sorpresa. ¿Euforia? ¿Melancolía? ¿Incredulidad?...pero optó por enojo hacia Alexandria.
-¡¿Por qué no me lo dijiste?!
-Quería evitar lo que está sucediendo, – respondió Alexandria. – Perdemos tiempo.
-¡Tenía derecho a saberlo!
-Tranquila, amor. –dijo su madre con un tono suave, – ya estamos juntas, podremos recuperar el tiempo perdido.
La explosión de ira hacia Alexandria había mantenido a la mente de Kháli lejos de tener que lidiar con sus propios sentimientos, pero ahora que fijaba su vista en su… madre, alzó su mano y la acarició suavemente la mejilla, sentía que estaba operando automáticamente, como si estuviera en un sueño. Los ojos de Ariadna eran de un celeste cristalino, y sus mejillas estaban llenas de diminutas pecas.
-No puede ser- fue lo único que pudo susurrar.
-Debemos irnos. – interrumpió Alexandria, que sin perder el tiempo se había acercado al tablero.
Ariadna se puso de pie sin soltar las manos de Kháli- ¿Es verdad lo que han dicho? ¿Fausto fue el culpable de todo?
-Sí. Logré colocarle las marcas de traición, pero no sé si eso convencerá a los Reyes.
-Eso explica por qué no lo hemos visto, todo este tiempo creímos que él había ido tras ustedes. Los Reyes no han podido… ver nada… Creí que mis marcas habían regresado para sustituirte a ti, – dijo contemplando sus muñecas, – pero el árbol me escogió de nuevo para suplantar a Fausto.
-Sí, aunque sea temporalmente. Ahora, Fausto está yendo tras los Peones, por eso iremos a buscarlo.
-¡No! – exclamó Kháli, ahora ya no le importaba nada. En ese momento lo único que quería era hablar con su madre y encontrar a su padre - ¡Quiero quedarme aquí! ¡Tal vez desde aquí podemos encontrar a mi padre!
-¿A Jerome? – preguntó Ariadna - ¿Qué le sucedió?
-¡Fausto lo secuestró!
-¿Por qué? ¿Qué interés tendría en Jerome?
-¡Ella lo sabe! – exclamó Kháli señalando a Alexandria - ¡Pero no quiere decirlo!
-¿Alexandria?
-No tiene ningún interés en Jerome, – dijo Alexandria luego de un momento de silencio. – Lo que Fausto quiere es a los nuevos Peones. Jerome es sólo un medio para llegar a ti.
Ariadna negó con la cabeza. Estaba molesta y confundida. Alexandria no dijo nada más. Ariadna suspiró. -Puede que todo lo que hayas dicho sea verdad, pero también todo puede ser interpretado a que tú eres la traidora, después de todo, los Peones murieron bajo tu mano…
-Eres la que más tiempo me conoce, ¿por que los mataría..?
-¿Te conozco?¿Estás segura de ello? - quiso saber. - Porque yo no… - Suspiró de nuevo, apretó la mano de Kháli. - Testificaré tu lealtad y la de Rita pero sabes que tendrá que ser en un juicio y eso no convencerá a los Reyes de que Fausto sea el culpable… Además, tomará tiempo…
-Sí, – fue la respuesta de Alexandria que no dejaba de hacer maniobras con el tablero – Tomará demasiado tiempo. Los demás no saben el peligro que corren los Peones o de lo jóvenes que se trata, por lo que no se preocuparán en buscarlos y nada de lo que yo diga será creíble hasta después del veredicto. Kháli, – había concluido con el tablero y regresó junto a ellas, – ustedes con Cai y Jim tienen que irse, ahora que Rita y yo nos tendremos que quedar, será más fácil para Fausto encontrar a los Peones…
-¡No! ¡No podemos hacerlo nosotros solos!
Ariadna le colocó las manos en sus hombros – Cariño, no sé qué tanto sabes de todo esto, pero si eres una Guerrera quiere decir que sabes que tienes que hacerlo. Odio esta parte, – dijo más para sí misma. Lágrimas habían comenzado de nuevo a caer,pero esta vez también en Kháli. – Pero es necesario. Los Peones son importantes y Alexandria tiene razón, las demás Piezas Mayores no harán su prioridad buscarlos. Puedes hacer esto. Yo sé que sí.
Lentamente, Kháli asintió.
-Bien, regresa por el lugar en que venimos – indicó Alexandria – Si hay alguien más afuera, Rita los distraerá. Deberán viajar de nuevo…