Capítulo 2: El caliente Carlos
Corrí como una loca por las calles de Madrid ¡Iba a llegar tarde!, bueno…técnicamente no iba a llegar tarde pero me iba a perder al modelo caminando por la entrada. Cuando llegué a mi puesto me coloqué correctamente el vestido y me senté naturalmente en la silla. Las nueve en punto, realmente yo empezaba a las y media pero no me importaba levantarme antes para observarlo. Como si lo invocara apareció en frente mío robándome un suspiro demasiado sonoro que espero nadie haya oído. Hoy como igual que siempre llevaba un traje de etiqueta que se ve demasiado bien en él, los rizos cada vez más salvajes le caían rebotando como muelles sobre la cara. Este hombre era para disecarlo y tenerlo de exposición en mi habitación, desnudo. Cosa que no dejaba de pensar siempre que lo veía ¿Estará bien dotado? Por lo menos en mi imaginación lo estaba. Iba mirando su móvil despreocupadamente, ni me saludó cuando pasó a mi lado, solo se acercó a recoger unos papeles que siempre dejo en el mostrador donde paso la mayoría del tiempo todos los días.
Sin querer se me cayó el bolígrafo sobre la mesa y el levantó la mirada, ambos mantuvimos nuestros ojos conectados y se me cortó la respiración de sopetón, esos ojos oscuros me enloquecen. Él solo se limitó a mover levemente la cabeza como saludo y siguió su camino.
Acerqué una mano a mi corazón, sentía como si se me fuera salir del pecho, pero nada romántico más como estás películas sangrientas que dan los sábados por la tarde para ahuyentar a todos los niños.
Exagerada—Pensé
El día trascurrió como la mierda, había que ser sincera ¿no? Hoy faltó la chica de los cafés y ¿adivinen a quien pusieron de sustituta? Pensaron que sería más útil de eso en un día como hoy, que venía una junta importante. Pobre chica de los cafés si tenía que hacer esto todos los días, me apiado de ella, enormemente. Por poco no derramo el café encima de mi jefa y para colmo Carlos estaba mirando toda la escenita que monté. ¿Pero qué quieren si nunca había servido cafés en mi vida? ¡Bastante bien lo hice coño!
Traté de calmarme, por fin estaba en mi casa. Me quité toda la ropa quedando en bragas y me puse una camiseta. Hogar, dulce hogar…
Me desperté de mi sobada en el sillón por una llamada de teléfono, sorprendida contesté y lo puse en altavoz.
— Como no sé si me vas a colgar, hablaré rápido. Las chicas y yo estábamos pensando en salir ya que hace tiempo que no tomamos un café juntas, ¿Qué dices? ¿Te apuntas? —dijo con tanta velocidad que tuve miedo de que se quedase sin aire.
—Tranquila Isa no voy a colgarte—dije riendo.
—Oh menos mal, estaba agobiada. Tía estás desaparecida, te echo de menos. ¿Qué nos ha pasado? Parecemos una pareja destinada al fracaso que se acuerda de sus tiempos remotos cuando no paraban de follar como conejos.
—Oh por dios Isa, esa boca— ella suelta una carcajada de las suyas que contagia a cualquiera.
—Tú siempre igual. ¡Déjame expresarme! Bueno… ¿te vienes?
— ¿Solo nosotras? ¿Cómo antes? Parece casi un sueño…y eso que este año no es bisiesto —admití.
—Exagerada, venga no acepto un no por respuesta y como te atrevas a no aparecer te cojo y te traigo por los pelos, ¿me has oído Enma? —reí fuertemente al escuchar eso, en realidad echaba mucho de menos estar con mis amigas, demasiado. No recordaba exactamente cuándo fue la última vez que nos vimos para hablar. He estado liada con el trabajo y me supongo que ellas habrán salido en parejas muchas más veces sin mí.
Isabel es la más suelta en cuanto a palabras de nuestro grupo de cinco amigas y la más mala hablada también, si tenía que decir algo, lo decía sin pudor. Lleva con el mismo hombre desde hace cinco años, hacen una bonita pareja. Ella siempre va arreglada a todas partes y se cuida muy bien. Puedo asegurar que, su novio, cela más que los escorpio. Es muy guapa y es un buen partido pero lo siento chicos del resto del mundo, está cogida y bien agarrada.
Aurora es la más pequeña del grupo con veintiséis años y la más adorable y romántica, en cuanto a chicos se refiere los busca ricos y callados, jamás se le ha escuchado una palabra sobre el sexo, pero nunca, cuando el tema se toca ella prefiere hacerse la loca. Está casada desde hace ocho meses con Alvin un inglés que la cautivó en un viaje a Inglaterra y ambos pasan más tiempo allá que en Madrid.
Lorena es la cabra loca, de allá para acá, fiestas, alcohol y una adicta al tabaco que no puede ni con ello, ha intentado dejarlo pero es incapaz. Y ella no tiene un prototipo claro, si está bueno, no dudará en intentar seducirlo para llevárselo a la cama, tal cual. Pero aun así la queremos.
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Editado: 14.12.2018