Capítulo 3: ¡Por fin!
Intranquila volví a mirarme al espejo ¿Estaba satisfecha conmigo misma? No estaba segura de ello…Me había puesto un vestido negro muy bonito y que hacía mucho tiempo que no estrenaba y me había maquillado levemente. Bueno fuera cual fuera el veredicto final de Lore no iba a cambiar nada de mi modelito de hoy.
Hoy estaba especialmente contenta por haber salido con mis amigas, me sentía como si volviéramos a tener veintitrés años y nos viéramos casi todos los días.
Admito que me había comportado como una amargada y encerrona al haberme quedado en casa sin salir con mis amigas durante tanto tiempo. Pero bueno…después de todo había pensado en que quizás debería salir más con ellas, divertirme y dejar de parecer una abuela de sesenta años a la que le da miedo hasta el frío.
Mirándome de nuevo le guiñé un ojo a mi reflejo y cogiendo mi bolso baje que Lorena me estaba esperando con el coche desde hacía diez minutos.
—Vaya te ves muy bien…diría que hasta sexy—bufó
Yo me reí y le di un leve codazo.
—Porque no te has visto a ti, madre mía Lore hoy ligas seguro—ella me sonrió de lado y aparcó en frente del antro.
—Bueno antes de todo te adelantaré algunos detalles, se nos unirán dos hombres que conocí el otro día, pero que son muy simpáticos ¿Vale? —yo asentí, sabía que me estaba metiendo en un lío bastante gordo, no se puede confiar en Lorena, no si se trata en chicos.
Ambas entramos y nos colocamos en la barra a la espera de nuestros acompañantes.
—Ahí vienen—sonrió y de un saltó se bajó de la silla para lanzarse a abrazarlos. Cuanta efusividad…
Cuando termino se acercaron a mí y me dieron dos besos por educación.
—Buenas, me llamo Eduardo…—era alto y moreno, sonreía de lado y tenía unos ojos marrones muy profundos.
—Yo soy Roberto—este se recreó demasiado en los dos besos y supuse que sería mi pareja esa noche. Alto y rubio, ojos azules y unos brazos muy bien trabajados. De los que me gustan a mí, sí señor. Me dejó de piedra cuando lo vi, admitía que estaba de rechupete.
—Encantada, soy Enma—añadí
Me giré hacia mi amiga y ella me guiñó un ojo. Decidimos pedir unas cervezas y sentarnos en una mesa al final del local.
—Bueno… tengo que admitir que pensaba que no vendrías Rober—él que estaba a mi lado sonrió.
—Y no iba a venir, eso pensaba hasta que dijiste que ibas a venir acompañada—sentí como por debajo de la mesa me rozaba la rodilla con su mano. Me puse nerviosa. —no me arrepiento.
Lorena se comenzó a reír y Eduardo comenzó a decirle cosas en el oído a lo que ella respondía llevándose la mano a la boca y mordiéndose el labio inferior. A saber lo que le estará diciendo…
Sentí como la mano que antes me rozaba se instalaba en mi rodilla agarrándola. Me giré hacia él y me sonrió.
—Cuéntame algo sobre ti…—susurró y con su otra mano se sujetó del sillón justo detrás de mi espalda, acercándose más hacia mí.
Me centré en sus ojos, eran muy claros.
—Mmm…me gusta leer—me maldije mentalmente por haber dicho eso. Tenía que parecer más interesante y la primera frase no debería haber sido esa, sino algo más como: Siempre duermo denuda.
—Ah ¿sí? ¿Cuál es tu género favorito? —Romance erótico es lo mío, he aprendido muchas cosas que podría enseñarte cuando quieras guapo—Pensé, pero descarte esa idea de inmediato.
—Romance…—él sonrió y comenzó a mover la mano un poco más arriba llegando a mi muslo pero la retiró rápidamente. Oh venga ya.
— ¿Sabes una cosa? Hoy he conocido a una chica preciosa ¿Crees que podría conseguir su número? —acercó su cara hacía mí y me dio un beso lento en la mejilla, tan lento que me dio tiempo de oler su perfume, olía como rosas, pero literal, como si aquella colonia estuviera hecha para una mujer.
—Estoy segura de que eso es decisión de ella, quizás te lo dé al final de la noche—él sonrió y se alejó retirando su brazo del sillón.
—Eso espero, si no me volvería loco—se levantó y junto a su amigo fueron a por otra ronda de cerveza para todos.
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Editado: 14.12.2018