«La Teoría de la relatividad general y la Teoría de la relatividad espacial fueron dos teorías formuladas por Albert Einstein a principios del siglo XX. Uno de los preceptos fundamentales de estas teorías es que la consideración de los sucesos en el tiempo y en el espacio dependen de la posición y movimiento del observador»
Gabriel entró a toda prisa a la habitación de su prima, luego de recibir un mensaje suyo que decía «Urgente». Ya tenía puesto su pijama y se sintió estafado al verla perfectamente bien. Usualmente, si recibía un mensaje así de Sandy, significaba que estaba muriendo de dolor o algo parecido.
—¿Me puedes explicar por qué recibo un mensaje que dice «Ven a mi habitación urgente»? No estás muriendo... —Levantó una ceja y se cruzó de brazos. Ella rodó los ojos —¿Y por qué tienes toda esa ropa sobre la cama? ¿Acaso piensas irte de la casa?
—Necesito la opinión de un chico y ... tú eres un chico —Le señaló con un zapato. Él fingió sorpresa y cerró la puerta a su espalda.
—Gracias por aclarármelo, querida primita, no lo había notado... —bromeó. Sandy parecía exasperada, así que el chico levantó ambas manos, como signo de rendición.
Sandy tomó un vestido del montón y se lo pegó al cuerpo.
—¿Crees que se me verá bien? ¿Me veré atractiva si me arreglo un poco? —Gabriel entrecerró los ojos, intentando procesar lo que había escuchado —Eres hombre, dame tu opinión —reiteró, poniéndose el vestido sobre el pijama que ya vestía.
Gabriel la orbitó unas dos veces, mirándola de cabeza a los pies. La miraba serio y sujetándose el mentón con una mano. Cuando se paró de nuevo frente a ella, ahogó una risa. Estaba seguro de que ese inusual deseo de verse atractiva, tenía relación con el nuevo de la clase.
—¿Entonces? ¿Sólo vas a reírte? —preguntó, levantando ambas cejas y poniendo los brazos en jarra. Gabriel asintió y soltó una carcajada. —Genial... gracias —susurró, echando los hombros hacia atrás y luego se sacó el vestido.
—Sandy —la llamó. Ella lo miró con fastidio—. Estoy programado biológicamente para verte fea, pero no se te ve tan mal el vestido —Ella suspiró y se sentó al filo de la cama. —Esa repentina preocupación por tu aspecto... ¿Tiene que ver con... Samuel? —La miró con complicidad.
La joven se sonrojó de inmediato y evitó mirar a su primo. Si le llegaba a preguntar por qué le importaba la opinión de ese chico, sería la primera vez que no tendría una respuesta, porque ni ella se explicaba por qué quería verse bien para alguien. Ella no era de las que se preocupaban por eso, ella no era de las que se enamoraban a primera vista.
—Eso confirma mis sospechas —se respondió a sí mismo, con una perversa sonrisa. Se acercó a la cama de su prima y observó el montón de ropa —, pero debes saber que la belleza es relativa, ¿no? —Ella apretó los labios y lo miró desde abajo —Depende del observador y del interés que tenga en ti. Yo soy tu primo y siempre te veré como tal. Te conozco y te quiero como eres, pero puede que un chico que no te conoce, necesite sentirse atraído físicamente primero.
—Nunca antes me importó verme bien —Suspiró y tomó otro conjunto—. Siempre preferí que me conocieran por mi intelecto —Sandy se paró y se probó el nuevo conjunto que había escogido —, pero...
—Pero llegó alguien especial y te importa su opinión —terminó la frase que ella no se animó a decir. Él la observó con atención y negó con la cabeza.
—Okay, este no —Lo tiró en la pila de ropas.
—Esa falda te quedará bien, pero te recomiendo observarlo un poco más. Tal vez no le gusten las chicas que revelen mucho... —Tomó un pantalón ajustado de su prima y, luego de buscar con la mirada, tomó también una remera en color rosa. Esta última parecía muy nueva, lo que daba a entender que la joven ni siquiera la había utilizado. Que hubiera fruncido la nariz lo confirmó.
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Editado: 17.01.2019