-¿Su nombre caballero?- Presenté mi identificación y una sonrisa tranquila al policía que me iba a interrogar en ese momento, con esposas en mis muñecas y rodeado de policías, agentes y claro, Terry, estaba empezando un proceso legal para probar mi inocencia o culpabilidad por el secuestro de Molly Mirt, hija única del presidente de mi país, ella era miembro activo del congreso nacional y experta en relaciones internacionales, había muchas cámaras en la entrada de la jefatura de policía, medios de comunicación en representación de muchos países estaban a la expectativa en el desarrollo del caso Molly Mirt.
Ya se hablaba de un secuestro, aunque no habían recibido ninguna llamada pidiendo algo a cambio, por lo que era una teoría simplemente, también se hablaba de un asesinato no comprobado pues no había un cuerpo sin vida que responda a la identidad de Molly, ¿El plan de alguna organización secreta que luego determinaría una causa justificable para darle sentido al suceso? Sonaba mucho más interesante esto último, pero no soy fan de las conspiraciones comunes de las que habla la gente, me parecen más bobadas que algo interesante.
Diré lo que pasaba fuera de las patrullas, uniformes y corbatas, todo empezó en un lugar tranquilo en el bosque, con una copa de vino, en cuestión de segundos había tenido la idea más extraña pero interesante de mi vida, la razón de todo lo anterior y posterior, ¿cómo pasé de ser un simple trabajador con jornadas normales de trabajo a tener el control de un continente? la mente a veces permite cortinas de imaginación, en estos tiempos todo había cambiado, todo era tan tecnológico, llegar a darle el voto a un sistema electrónico sin identificación humana, sólo regido por parámetros de seguridad que había aprendido a burlar desde inicios de secundaria, era sin duda el camino en la política que debía seguir, no era fácil hacer un sistema capaz de estar a la expectativa de un país.
Las personas estarían gobernadas por el sistema que haya sido elegido y así es como empezó a dar frutos gordos mi intelecto, desarrollé un sistema, que para fines de seguridad contenía todas las normas que el estado pedía para poder optar a un cargo público, solo empresas gigantes con miles de personas podían crear estos sistemas, pero que quede claro que no quería hackear a nadie con el sistema, era solo mi boleto a las grandes ligas ya que, el siguiente año que hubo elecciones, ¨J¨ como le llamé a mi sistema, fue electo ministro de defensa, en otras palabras fui electo con diez y nueve años a dirigir los recursos militares de un país, lo que era asegurar mis primeros millones de dólares.
No lo podía creer, al final, después de todo, las noches de insomnio creando, pensando ésto me habían dado resultados, mis ideas jamás hubieran surgido siendo un humano común o normal, pero esperen, no me alegraba el sueldo que devengaba el ministro de defensa de mi país, eso era en realidad lo de menos, si estaba aquí mis ambiciones iban a ser mucho más grandes ahora, llegaría el día que me sentiría pobre con el mundo en mi bolsillo, pero mientras llegaba ese día intentaría poner el mundo en ese lugar.
Me había convertido en un ingeniero particularmente exitoso, había conseguido tener mi propia empresa de armamento militar, todo lo relacionado con tecnología de punta, modelos fabricados y dirigidos por mi persona o al menos bajo mi supervisión, estaba ubicado como el mayor comerciante de armas del continente, aunque mis ingresos en su mayoría eran legales, tenía una parte que no documentaba, esto era el armamento exportado a países en guerras constantes, en guerra con mi país o con los de mi continente, estos países no se interesaban por la procedencia de las armas, simplemente querían sus contenedores a tope para seguir en el juego, era como ser el entrenador de dos equipos contrarios sin que ninguno conociera en realidad quien los entrenaba, les hacía creer a ambas partes que ganarían con mis productos, pero solo me divertían y llenaban de dinero.
¿Por qué tenía tanto éxito? pues imagina comprar tu propia mercancía, ya que era el ministro de defensa, era lógico que tenía que armar a mis soldados y compraba las armas que yo mismo fabricaba,un monopolio cerrado y sin pérdidas, si esto no es un negocio perfecto que alguien me diga lo que es, el jefe de mi empresa de armamento era también un sistema creado específicamente para controlar cada dispositivo que se usaba en la fabricación, venta y distribución de mis ejemplares, pero nadie me conocía, nadie sabría a quien buscar detrás de esta gran empresa, solo yo sabía lo grande que era, pues si bien es cierto tengo amigos, apenas soy conocido como John el gerente del Banco Central.
Molly había sido alguien importante en mi vida, estudiamos juntos desde la primaria, salíamos casi a diario, debo decir que ella estaba enamorada de mí desde entonces, yo pues, nunca me mostré muy interesado, hasta que se me ocurrió sacarle ventaja a la disponibilidad que ella mostraba para conmigo, sabía que estaba comprometida con Terry, pero cuando le ofrecí mudarnos juntos a un país lejano y comenzar de nuevo, pensó por un momento, me vio con ojos tiernos, se acercó, me dio un abrazo y me dijo: -¿tienes idea de cuanto esperé este momento?-, claro, no puedes olvidarte del amor de tu vida simplemente, así fue que a la primera que le di la oportunidad de iniciar una relación estuvo dispuesta a todo, no solo eso, éramos de una línea de pensamiento revolucionaria o al menos eso creía ella, aunque su cuna era de oro ella tenía ideas socialistas, yo era de la idea de no dejarme arrebatar el poder por nada, en esta posición ella me serviría como un icono en la voz popular,cuando todo se descubriera las preguntas estarían resueltas con ella en conjunto, justificada ahora mi movida se iniciaba el plan.