Prólogo 2: Razones para asesinar a Víctor Bennett

Yara

━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Cuando me canso de chatear con Benjamin, suelo observar a Víctor Bennett.

Es un alfa con el cerebro del tamaño de un maní, siempre está rodeado de su séquito de bobos amigos o de una horda de chicas que buscan acostarse con él. Cuando alguien se le declara no duda en aceptar y a los tres días termina esa relación, es tan despreciable.

Yo mejor que nadie sé de eso.

Recuerdo que, en mi primer día en el jardín de niños, estaba contenta por poder interactuar con otros niños, pero, sobre todo, preocupada. Preocupada porque todos los útiles que mi madre había comprado eran costosos, en el sentido de que ella tuvo que trabajar por un mes con turnos dobles. Apenas y dormía. Estaba preocupada por perderlos, romperlos o que alguien me los robara y que todo su esfuerzo se fuera al caño.

Aquella vez, el imbécil de Víctor insistía en que le prestara uno de mis crayones, le había dicho que no, pero él continuó molestándome. Por un momento, pensé que era buena idea meterle el crayón en la nariz para que dejara de hacerlo, pero eso sólo lo estropearía así que opté por azotar su cabeza contra el arenero del patio.

Los demás niños querían a Víctor y cuando vieron que lo había golpeado comenzaron a rechazarme, a veces vertían pintura en mi mochila, otras más ponían arena en mi almuerzo.

Víctor seguía intentando acercarse a mí, y con él mis ganas de engrapar sus dedos en la pared. Él era el culpable de que la mitad de mis útiles hubieran desaparecido tras una semana de clases.

Tenía la esperanza de deshacerme de él en la primaria, por desgracia, le tuvieron que asignar el asiento a mi derecha. Ese día no intentó hablar conmigo, creí que había entendido su lugar, pero pronto supe que no fue así cuando. Al día siguiente, tiró las cosas de mi lapicera por la ventana. Si hubiera sido por mí, lo habría arrojado por la ventana, pero Víctor era mucho más alto que yo, así que opté por darle una patada en la entrepierna.

Quería matarlo.

Gracias al conflicto llamaron a mi mamá, un día después me quedé sin cenar porque le habían descontado el día por su ausencia.

Víctor me había dejado sin cenar, sin duda merecía morir.

Pero esa no era la única razón por la que quería asesinar a Víctor, recuerdo que cuando llegaron nuestras madres se observaron por un tiempo y después rieron, ahí me di cuenta de lo bonita que era su mamá. Parecía una princesa, no, mejor aún, era una completa mujer de negocios. Víctor era rico, no tenía que preocuparse por la cena como yo y esa razón que me pareció razonable para odiarlo.

Víctor siguió fastidiándome y aunque siguiera pateando su trasero, evitábamos que los profesores se percataran de ello. Él no quería ser regañado por su madre y yo no quería que la mía perdiera horas laborales. Víctor al fin se calmó cuando le cambiaron de asiento, sólo así pude estar más tranquila, pero no por mucho tiempo.

Todo se arruinó cuando, en preparatoria, conocí a Harper Thompson. A penas y se comunicaba con el resto, como era una omega al igual que yo, decidí tomar mi almuerzo con ella. Era mejor que estar sola, en ese entonces no tenía a Benjamín como mi amigo así que me aferré a ella.

Poco después descubrí que Víctor estaba detrás de su trasero, Harper me agradaba un poco, pero si era la presa de Víctor me traería problemas, así que intenté alejarme de ella.

Juro que lo intenté, pero Harper era peor que mi sombra.

Todo cambió cuando Harper volvió a mudarse, me pidió que no le dijera nada a Víctor, no quería despedirse de él, nunca supe la razón, pero como era lo más cercano que tenía a una amiga, acepté sin saber que esa promesa sería mi ruina.

Alguien nos escuchó hablar y le contó a Víctor, en consecuencia, Víctor volvió a fastidiarme. Al imbécil no le basta con las burlas y malos tratos, también tuvo que poner a media escuela en mi contra.

Afortunadamente, no soy alguien que se deje pisotear y, para su desgracia, sé cómo defenderme con una buena patada.

Aún así, no tengo buenos recuerdos de la escuela.