— General Owen, general Owen — gritaba Jonathan a la vez que golpeaba sin cesar la puerta.
— Que quieres Jonathan — gritó molesto el comandante Abraham al abrir la puerta.
— Traemos con nosotros un hombre, al parecer es el último superviviente me la marca roja.
— ¡El último! Dices que ese infeliz que tus hombres llevan ahí es el último de la marca roja — dijo Abraham señalando a un sujeto sumamente golpeado que no se podría sostener en pie sin la ayuda de los hombres de Jonathan
— Precisamente comandante Abraham.
— Bien pasen, el general Owen no se encuentra, pero le informaré de inmediato por radio.
Los hombres entraron a la oficina y ataron al desdichado sujeto a una silla frente a un gran escritorio de madera, tras terminar su encomienda todos se retiraron salvo el capitán Jonathan y el comandante Abraham.
— Ahora dime Jonathan ¿Cómo la maldita marca roja fue eliminada en una noche?
— No tengo la menor idea señor, tratamos de interrogar al sujeto, pero dijo que sólo hablaría frente al general Owen.
Pasaron algunas horas antes de que Owen llegará al lugar junto con un grupo de 6 hombres encapuchados que cubrían su espalda, no tardaron en subir las escaleras del edificio y entrar en la oficina donde Abraham, Jonathan y el hombre desdichado esperaban.
— ¿Qué demonios es esto Abraham? ¿Cómo que toda la marca roja fue asesinada?
— Mi general no lo sabemos.
— Retírense — ordenó Owen y cinco de los hombres encapuchados salieron junto con Jonathan y Abraham.
— General Owen Obelix, líder de la gran organización Huez y cabeza Trinitatis, es un honor — dijo el hombre educadamente.
— Eduardo Guerra alias el cuervo, líder de la organización mercenaria La marca roja, el honor es mío.
— Ex líder de la marca roja, supongo que ya le dieron las buenas noticias.
— Estoy enterado de lo que pasó con tu gente, lo que no entiendo es cómo el grupo mercenario más fuerte del estado cayó tan fácilmente.
— No tiene porqué seguir haciéndose el estúpido conmigo — dijo Eduardo perdiendo cualquier signo de respeto.
— Tendrá que explicarse mejor, lo que dice no tiene ningún sentido para mí.
— Yo sabía que una organización pacífica no podía existir en este mundo, mucho menos llegar a ser la cabeza del nuevo gobierno, pero ahora todo tiene sentido.
— Le repito que sus palabras no tienen sentido para mí — dijo Owen perdiendo la paciencia.
— Su forma de negociar es inigualable, nos invitan a dejar las armas y volvernos parte de "algo más grande y con un verdadero futuro" pero cuando nos negamos envían a su maldito Daemonio a masacrarnos a todos.
Owen miró fijamente al hombre antes de voltear hacia el sujeto encapuchado e indicarle que se mostrará, la persona se retiró la capucha y los vendajes que cubrían su cuerpo revelando a una hermosa chica de 26 años con un cuerpo delgado pero notoriamente fuerte y un cabello castaño que llegaba hasta sus hombros, pero lo más notorio eran las marcas negreas en forma de raíz que se extendían desde su cuello hasta su brazo izquierdo y sus ojos que consistían en esferas completamente negras, el hombre en la silla quedó completamente anonadado.
— Entonces todos los rumores son verdad, la grandiosa y fantástica organización Huez tiene a Daemonios como sicarios — dijo el hombre con una sonrisa burlesca.
Frente a los ojos de Eduardo Lucia desapareció y reapareció frente a él, lo tomó del cuello y lo alzó sobre su cabeza.
— Lucía no lo mates.
— Este imbécil fue muy ofensivo conmigo — dijo Lucia fríamente.
— Si que lo fue, pero lo necesitamos vivo para aclarar todo esto.
Lucia colocó al sujeto de vuelta en el piso y se sentó en el escritorio junto a Owen.
— Te diré esto solo una vez Eduardo, estás a una ofensa de perder un brazo así que dime educadamente quien fue quien masacró a tu grupo.
— Púdrete maldito imbécil.
— Y para colmo pronuncias tres — dijo Owen cínicamente.
En un parpadeo Owen desenvainó su daga y desprendió el brazo izquierdo del cuerpo de Eduardo, este gritó de dolor, pero continúo maldiciendo sin parar.