La última canción

Capítulo 32

La vida es como una estrella.

Legarda.

No pude evitar no sentir radia después de leer el correo de Elaine.

Tuve ganas de arrancarle la cabeza al tipo que le puso una puta mano encima. A ese pedazo de mierda que la degrado como mujer, que ahora mismo la dejo en el suelo y aunque finja de la mejor forma no sabe cómo es tener que vivir con ese dolor mental de querer ser mejor y no poderlo ser. Ese tipo se merece todo menos haberle puesto una mano encima a una chica que lo único que hizo fue darle todo mientras ella no tenía de nada y él se putas aprovecho para llenar esos vacíos con más dolor del que ella ya sentía. En vez de ayudarla a sanar la ayuda a destruirse de la peor forma posible.

Ni siquiera se merece que lo piense. No merece que pienses en todas y cada una de las peores muertes para él ya que no me serían suficientes.

Seguir negándome a qué me estoy comenzando a obsesionar con ella ya no es nada fácil, y no solo por lo sencilla que parecer ser a simple vista o lo simple que suele ser hablar con ella, quererle contar toda la verdad de mí vida, pero tener en cuenta de que sí lo llegase a hacer tendría que matarla y después me dolería hasta la eternidad. Pero ella está igual de rota de lo que yo lo estoy. Quererle succionar toda su sangre se está convirtiendo en un martirio que hace que cosas dentro de mi despierten y que hace mucho están en paz dentro de mí. No es amor, tal vez sea obsesión por querer saber a qué sabe o lo que oculta detrás de esa sonrisa a través de su sangre. Es una maldita necedad que no se terminara nunca hasta que la mate. Y está claro que no la quiero matar.

—¿En qué tanto piensas, precioso? —el sonido de su cálida me hizo salir de la maraña de mis pensamientos.

—En lo duro que es tener que ver solo su reflejo a través de los cristales —mentí o de cierta forma es un poco de verdad dentro de una mentira.

—Se que mientes de cierta forma, Lu, no puedes mentirme a mí. ¿Sabes a cosa lo que somos el uno para el otro? —pregunto Zoé sentándose sobre mi regazo, pasando sus brazos por mi cuello recargando su cabeza en el hueco de mi cuello.

—Somo el complemento del otro —dije con la mirada clava aun en la nada.

—Bien. Solo quiero decirte que no está mal volver a sentir, ¿sabes? Todos sentimos de la misma forma, todos tenemos cierta mundanidad dentro de nuestros cuerpos, aunque no todos somos o fuimos capaces de demostrarlo en su momento, Lu. Ella es mortal y tú eres inmortal por más lejos o más cercas que quieras tenerla eres completamente un peligro para ella y ella para los de nuestra especie. Ya sabemos que es lo que puede pasar cuando alguien como nosotros se enamore de alguien prohibido, no hagas que la historia se repita de nuevo.

—No pensaba hacerlo. —Y era verdad. No pensaba darle alas a algo que podría llegar a ser un completo fracaso.

—La vida de ellos es corta, la vida que nosotros tenemos es lo suficiente larga como para ver crecer y morir al menos quince o treinta generaciones de su familia, Lu. Nosotros escogimos esta vida por qué queríamos ser importantes dentro de su vida, ella nos salvo y nosotros queríamos ser iguales a ella de extraordinarios y letales igual de como ella lo era —susurró—. Al principio tu no le temías, pero al igual que yo la vimos ser la peor persona del mundo, la asesina que realmente era y la que nunca dejara de ser solo por vernos bien. Nos protegió y nos pidió ser discretos por alguna razón, Lu, nosotros fuimos la luz en medio de toda es oscuridad por segunda vez.

Suspire recargando mi cabeza sobre la suya, rodeando su cintura con mis brazos estrechándola más contra mi pecho. Sintiendo que tal real es ella como todo a nuestro alrededor fuera del mundo de locos en el que vivimos. El mundo sobrenatural y paranormal del que ahora y siempre seremos parte.

—Tengo claro cuál es mi lugar dentro de la cadena alimenticia.

—Por desgracia creo que hasta un animal más peligroso de las especies sería mucho más peligroso que tú, Lu. —Se burlo.

—Escogí la dieta ligera y no la pesada —dije con cierta gracia.

—Y yo lo sé. Pero eso está cambiado desde que la miraste a los ojos, desde que cruzaste palabras con ella, eso cambio la quieres desangrar, quieres erradicar hasta la última gota de su sangre, ¿no es así?

—Lo importante no es eso, Zoé, lo importante es que tengo el control necesario para no acércame demasiado a ella y hacerle daño.

—Tendréis todo el autocontrol que quieras, pero eso no quita que lo único que te atraiga de ella sea el olor de su sangre, la belleza natural de la mortalidad y no la de la inmortalidad. Te he visto salir con inmortales tantas veces como podría sacarme los ojos de la cara y decir que jamás te habías interesado tanto por alguien como por ella.

—Está completamente rota.

—Y tú quieres reparar lo que otro ha roto dentro de ella, ¿no?

—Es qué...

—No, Luke, no puedes simplemente reparar algo que se ha roto por sus malas decisiones, no puedes entrar a la vida de alguien y hacerla cambiar o sanar cuando sabes que después de un tiempo tú también la dañaras, amor mío, te amo, te amo tanto que podría ser yo quien le arranque la cabeza si es necesario, pero no soy capaz de hacerte semejante daño, no a ti. Pero es peligroso hasta para ti si no haces caso y te alejas de ella.

—Lo sé, mamá, no necesito que me lo recuerdes.

—Solo ve con cuidado, ¿sí? —susurró.

—Siempre, preciosa.

—No te quiero perder a ti también.

—No me perderás nunca, te lo prometo.

Ambos nos quedamos ahí, en la silla sentados frente al gran ventanal en la sala de estar observando como el cielo dejaba de pintar colores oscuros haciendo presente el crepúsculo del día. Pintando colores naranjazos, amarillos y casi violetas. Despejando el cielo de la oscuridad de la noche. La vida debería de ser como la de una estrella, larga, pero al mismo tiempo corta, tan corta como para explotar después de cierto tiempo de años y convertirse en millones de partículas. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.