Camila
— Estoy tan feliz de tenerte de vuelta, dime ¿Cómo lo pasaron? ¿será que por fin tuviste sexo con tu sensual cuñado? – pregunta Kate acostándose en mi cama.
— No seas estúpida, solo fuimos a pasear.
— así que jugaron a ser la familia feliz. – dice sonriendo – interesante.
— ¿Cuándo se instalará por fin en esta casa?
— Mañana – digo suspirando – desde mañana comienza oficialmente nuestro acuerdo.
Hablamos por horas de lo que hicimos en España, le cuento lo que sentí al ver a mi hijo con su tío.
— Camila – dice preocupada – ¿y si Nicolás es su hijo?
— No puede ser, Ethan era su padre y eso es todo.
— Sabes que no estas segura y eso te ha carcomido la cabeza durante años.
— No quiero pensar en eso ahora.
Al día siguiente Luciano llego temprano con todas sus cosas, ahora era real que cualquier cosa.
— Esta tarde tengo una reunión con el equipo técnico de Ethan – dice sentándose en un banco de la cocina.
— Eso es increíble, estoy segura que se llevarán muy bien. Además, los conoces a casi todos.
— así es, aunque aún no he conocido a su masajista y su doctor.
— Ah, su masajista es Clara, bueno era. Su doctor era Gabriel. Quizás su entrenador pueda presentártelos.
— Eso creo. Se que mi hermano grababa todas sus competencias ¿sabes dónde están sus discos?
— Creo que, en su despacho, tal vez en algún cajón de su escritorio. Nunca me metí ahí.
— iré a revisar entonces, gracias – dice poniéndose de pie.
— Yo iré a preparar tu habitación – el asiente y se marcha.
Cuando subo a su habitación, veo sus maletas y unas cajas en la cama.
Decido sacar sus cosas y guardarlas en los cajones y en el closet. Cuando abro la última maleta veo una bolsa de seda, miro hacia la puerta viendo que no venga Luciano y la abro.
Adentro de la bolsa hay bragas y no cualquier bragas, son mías. Las mismas que me quitaba cada vez que teníamos sexo. Comienzo a guardarlas nuevamente, pero una llama mi atención, una de encaje color rosa, una que se había perdido desde la ropa sucia hace unas semanas. Un recuerdo llega a mi mente y es cuando lo recuerdo haberlo visto masturbarse con ellas.
— ¿No sabía que te gustaba revisarle las pertenencias a tus invitados? – dice Luciano a mi lado.