"Make up another lie
If ypu can´t see eye to eye"
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Hacía tres días había llegado a Hannover, no podía negar que la ciudad entera me había dejado obnubilada con su arquitectura victoriana moderna. Me encontraba en el apartamento revisando los archivos nuevos que mi gente tenía preparado para este momento, debía conocer un poco más de los movimientos en estas calles antes de cruzar las puertas de aquel famoso y cotizado bar. Miré mi nueva identidad "Jen Murray" americana hasta los huesos o así me hacía sentir ver ese nombre, me causaba gracia pero funcionaba para no olvidar que podrían estar hablándome. Mi acento italiano podía enmascararlo a la perfección gracias a todos mis años en la gran manzana y el resto bueno era cuestión de poner una sonrisa bonita para acompañar el currículum de lo que supuestamente sabía hacer.
La mañana en Alemania estaba lluviosa y yo me hallaba parada unos pasos antes del balcón con las cortinas abiertas solo disfrutando de aquel clima nostálgico, claro que podría estar en un lugar cálido y tomando algún coctel exótico como todos pensaban pero ¿a quién engañaba si así fuera? mi mente solo se aferraba a esta parte del mundo, a este instante en donde todo comenzaría.
Después de casi dos horas con el equipo de imagen y de luchar con Camille por dejar mi cabello en su color natural, la pequeña transformación había terminado. Miré a mi amiga con una expresión de pura gracia, su ceño fruncido dejaba en evidencia que no estaba conforme con lo poco que había hecho.
—De acuerdo Cam, solo puedes hacer un leve tono más claro — dije haciendo un ademán de firmeza a lo que ella brincó a abrazarme — eso es todo
—Entonces... ¿Ya sabes todo lo que dirás en la entrevista? — habló luego de unos largos minutos
Su pregunta no me tomó por sorpresa, ella era una de las pocas personas que sabían la razón de mi viaje y confiaba en su criterio, llevaba conociéndola desde que tenía memoria, Camille había sido compañera y amiga de mi madre hasta el último día por lo que sabía que entendería por completo todo esto y más aún me daría una mano.
—Claro, está todo calculado — le sonreí — no puedo negarte que me siento un poco nerviosa pero... lo superaré — al decir aquello pude distinguir el sabor amargo en mi boca mezclados con la seguridad que caracterizaba a mi familia.
Pero incluso allí, viendo mi reflejo sonreír, supe que no lo hacía con completa honestidad y que, en su lugar estaba viendo a una niña atemorizada por los pasos que daría. Cerré mis ojos por un instante y negué en un intento por alejar aquel sentimiento.
—No creo que sean tan estrictos de todas maneras — dijo la mujer rubia a mi espalda — es un bar manejado por delincuentes ¡por amor a Dios!
Una carcajada salió de ambas, en eso estaba en lo cierto, me voltee apoyándome en el respaldar de la silla antes de ladear la cabeza y señalar — Es justo por eso que está todo calculado, ellos no son los delincuentes que te cruzas en Manhattan
—Cariño en mi humilde opinión son todos iguales — se sinceró mientras guardaba sus cosas y luego apuntó con una tijera en tanto sellaba sus labios en una mueca — todos tienen la necesidad de hacerse notar, quieren compensar su rudeza con... bueno su falta de "grandeza"
Una vez más volví a reír con muchas ganas — Vance ya no está molestando ¿o si?
Negó con una sonrisa — No después de lo que le hiciste y te lo agradezco
Ella era tan familia como el resto de los Mangiamorte, luego de mi llegada a América se había contactado con Dante para estar presente para lo que necesitara y, con el paso del tiempo, Camille Iventti se había transformado en una amigable figura materna, claro que nadie dudo un segundo en ubicar al idiota que tenía por marido y luego finalmente se sintió en libertad.
...
Las calles de la ciudad estaban calmas como la marea antes de una tormenta, las personas iban ensimismadas y ajenas al exterior. El hotel donde me quedaba no estaba tan lejos del bar por lo que decidí caminar hacia allí, sabia que mi apariencia era la correcta llevaba un conjunto completamente negro debajo de un sobre todo crema, debía lucir sencilla y sobria ante los Meyer, eran la familia más elegante de toda Alemania y obviamente jugaría con esas cartas.
Cuando llegué a la puerta el gran cartel se alzó frente a mis ojos "Skulls" un nombre muy apropiado para sus dueños.
El horario de apertura estaba cerca así que todo el lugar estaba limpio y acomodado, era una mezcla de épocas, se veía la esencia de los años 40's y la actualidad plasmada en toda su decoración «No está nada mal » opine internamente mientras miraba todo sin disimulo. Estaba sentada en el hall fuera de la oficina del gerente, esperando a que me llamaran, en aquel cómodo silencio unos pasos resonaron en el piso de mármol haciendo que involuntariamente girara curiosa buscando de donde provenía.
Reconocí al menor de los Meyer de inmediato, su paso hacia el ascensor era impecable e imponente, me removí en mi lugar por un instante viendo como él estaba solo a unos metros más alejado, quizá se dio cuenta de mi insistente y para nada discreta mirada porque volteo con una media sonrisa adornada por el cigarrillo que ocasionalmente llevaba a sus labios.
Sabía que mi rostro estaba tremendamente serio por lo que deduje era el causante de la bajada de ojos que hizo al asentir como saludo «Estúpidamente atractivo» pensé sin tapujo alguno. Con gran disimulo trague en seco y en acto reflejo le sonreí de vuelta. Aquella conexión de miradas se mantuvo firme hasta que las puertas del aparato se cerraron por completo y me sentí extraña, aturdida, teniendo que parpadear varias veces y luego de un largo suspiro lleve una mano hacia el cuello de mi remera moviéndolo un poco en busca de aire.
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Editado: 14.01.2022