El movimiento repentino del autobús lo despertó. No había conseguido dormir mucho pero estaba acostumbrado a sueños cortos. Levanta ligeramente la cabeza para dar un rápido vistazo a las personas que se encontraban a su alrededor. No habían quedado muchos, la mayoría se bajó en la parada anterior. En la parte delantera un hombre con un traje muy elegante y un maletín dormía desparramado sin importarle absolutamente nada. A su lado, del otro lado del pasillo que separaba la fila de asientos, había una juvenil pareja que tal vez estuviera haciendo su primer viaje juntos. Y un poco más atrás la única persona que quedaba era un hombre joven con una remera de Iron Maiden que probablemente se había equivocado al no bajarse antes porque ese día había un concierto de esa banda en la ciudad que ya habían dejado atrás. En cualquier caso, no era su problema.
Decidió levantarse y dirigirse al baño del autobús para poder despertarse del todo. A duras penas consiguió llegar, no era fácil maniobrar entre tanta basura tirada en el suelo. Cuando finalmente lo logró cerró la puerta tras de sí, se tiro agua fría en la cara y se miró al espejo.
Un joven llamado Change Pierce le devolvió la mirada. Lo primero que noto al mirar su reflejo (y lo que la mayoría de la gente notaba apenas lo veía) eran sus brillantes ojos rojos como la sangre. Eso, combinado con su monumental estatura (casi dos metros) se habían confabulado para que Change no tuviera ningún amigo en la escuela. A simple vista resultaba atemorizante aunque el nunca había utilizado su situación especial para extorsionar o amenazar a nadie. No era su estilo usar así a las personas.
Nunca le gustaba nada ser así. Lo hacía sentirse solo y diferente del resto de las personas.
Además, ¿qué tipo de nombre era Change? "Cambio". O eso era lo que su madre adoptiva le había dicho que significaba. Desde que tenía uso de razón cada vez que le preguntaba por su nombre ella sonreía y le decía que era porque el produciría un gran cambio en todo el mundo. En ese momento le parecieron una explicación sin sentido ni fundamento alguno. No tenía ni idea de que se volverían realidad.
A todo eso hay que agregarle otra habilidad que lo volvía único. Un sexto sentido. O, mejor dicho, varios.
Al principio había sido un simple "sentido guía" que lo ayudaba a nunca perderse en el camino de regreso a casa. Pero a medida que lo usaba este fue evolucionando. Con el tiempo era capaz de notar algo parecido a un aura que desprendían las personas haciéndole saber cuando era amable o egoísta, cuando era generoso o avaro y, mas importante, cuando una persona estaba mintiendo o decía la verdad. Esa capacidad lo había ayudado a mantenerse vivo mucho tiempo. Si agregamos la "alarma" que empezaba a retumbarle la cabeza cada vez que corría peligro, su sexto sentido pareciera que avanzaba en base a sus propias necesidades.
Y es que Change era una persona que no podía permitirse descuidarse. Había huido de casa a los 15 años y ahora, casi 3 años mas tarde, le costaba pensar que hubiese sido de él sin su sentido especial guiándolo.
Se había quedado más tiempo del que pretendía en el baño. Salió y volvió a su asiento. Ya entraba buena luz de mañana por la ventana y sus instintos le decían que pronto llegaría a su destino.
Decidió comenzar con un pequeño desayuno que había sobrado de ayer. Abrió la mochila que siempre llevaba consigo y saco un paquete de papitas. Si, quizás no sea el desayuno saludable que recomendaría un doctor, pero en su situación era un lujo poder permitirse comer algo. Terminó a toda prisa el paquete y se puso a revisar la mochila. Sus dedos pasaron rápidamente entre varias cosas: unos pocos dólares que le habían sobrado, una pequeña medalla que llevaba como recuerdo de su etapa jugando al baloncesto (deporte en que destacaba, por cierto), varios cupones de oferta, una ganzúa (nunca sabría cuando podría llegar a ser útil), entre otras cosas. Finalmente encontró lo que estaba buscando: un pedazo de papel mal doblado escondido en el fondo de la mochila. En el se encontraba la razón por la que estaba realizando ese viaje.
Change abrió el papel y leyó por enésima vez el mensaje:
Change:
Tu no me conoces y no tienes razones para confiar en mi, solo quiero decirte algo muy importante, algo que sin duda te interesará. Tengo información sobre tus padres, tus VERDADEROS padres. No tienes porque creerme pero si te interesa nos reunimos en el pueblo de Clidford Hill en la casa número 9 de la calle Clark dentro de tres días. No creo que tardes en distinguirla.
Espero verte pronto.
L.
Eso es todo. Ni firma ni explicación ni nada. Había recibido esa nota hace dos noches y no había dejado de hacerse preguntas desde entonces. ¿Quién es este "L"? ¿Qué relación tiene con sus padres? Y más importante ¿por qué ahora?
Desde que huyo de casa de sus padres adoptivos al saber que no era verdaderamente su hijo había comprendido porque no encajaba en ese mundo: simplemente nunca había pertenecido a él. Su decisión fue abandonar la casa que había sido su hogar por 15 años y buscar por si solo el porque de su existencia. Y ahora se dirigía a este pueblo lejano en busca de respuestas.