—¿Quién eres? —pregunté. Aquél hombre me sonreía con malicia.
—¿Sabes qué es lo gracioso de las novatas? —pregunta altanero—. Que siempre caen en las trampas más sencillas, todas son tontas —dijo soberbio.
Cerró la puerta y las luces se encendieron, no había nada en la habitación. Él caminó hasta mí, me levantó la blusa hasta donde tenía la marca. Sonrió victorioso.
—Pero qué sorpresa, me salí con el premio mayor —dijo.
—¿A qué te refieres? —pregunté, estaba confundida.
—¿No lo sabes? —reía—. Estás con la última Ghost, ¿sabes lo que les pasó? —Negué con la cabeza—. Mi gente los hizo renunciar a lo que eran, pero ella se escondió, ¿sabes? Jamás pensé que buscaría a alguien más tan rápido.
—¿Por qué lo hicieron?
Intenté levantarme pero algo detrás de mí me empujó, no pude ver qué o quién fue. El hombre misterioso se me acercó, me sujetó del cuello impidiéndome que pudiera respirar. Sonreía con malicia.
“Vamos Kae, muévete. Para algo te habías estado esforzando con aquel chico” Me repetí a mí misma un par de veces. Miré a mis costados, en la habitación no había nada, pero nada de nada. Pensé unas mil veces la posibilidad de transformarme allí, pero eso solo hubiera sido darle lo que ese hombre quería.
Por otra parte pensé la posibilidad de transformarme y al perderlos unos segundos ser Cali.
Dejé que la marca hiciera su trabajo, segundos después ya era lo más parecido a un fantasma, pero viva. Él apretaba más mi cuello, pero retrocedí, como si su mano hubiera atravesado mi cuello. Usé esos segundos de confusión que tuvo para correr, la puerta estaba cerrada pero aun así la atravesé.
—¡No la pierdan de vista! —gritó.
Corrí por los pasillos a oscuras, llegué al otro extremo donde estaban las escaleras, Ellos estaban detrás de mí, me estaban siguiendo realmente. Atravesé la pared, estaba en una casa extraña. Tenía la escalera y en la pared había una luna blanca con un lobo negro aullando. Lo contrario a aquel hombre. ¿Dónde estaba? La respuesta no la sabía.
Aproveché esos segundos para transformarme en Cali, una albina gótica. Cambié mi expresión por una más seria. Escuché voces en el pasillo de abajo, bajé lentamente y para mi sorpresa; estaba en casa de Cristian. Miré bien, él estaba acostado en el sofá, su madre, una castaña de altura promedio, estaba concentrada leyendo.
Pareciera que su madre supiera lo que iba a decir, porque antes de que él abriera la boca ella lo mira seria. Arriba se escuchaba a una niña llorar, al parecer tiene una hermana menor. Su madre subió por las mismas escaleras en las que yo me encontraba, al parecer si estaba invisible. Segundos más tarde se escuchó una puerta abrirse, creo que era su padre. Cristian casi enseguida se levantó del sofá. Fue hasta la puerta de entrada y confrontó a su padre.
—Te dije que teníamos que hacer algo, ¡Sabes que la atrapó ese desgraciado! —insistió.
—¿Y qué quieres qué hagamos? ¿Entrar como dos idiotas? Lo lamento, pero con ese tipo así no se puede, sabes que si la encontró a ella, te encontrará a ti. Es imposible de que ella escape, y si lo hace en cuestión de horas la volverán a atrapar, nadie es lo suficientemente inteligente para escapar de él —respondió algo irritado— ¿Qué tienes con la chica después de todo? Somos Nocturnos, vivimos para nosotros y para nadie más, y tú tienes que vivir por tu familia ¿sabes? Porque eres el heredero y tu hermana es muy joven.
—¿Y si ella saliera qué? Somos Nocturnos, antes los Ghost y los Nocturnos nos llevábamos bien, o eso me contaron, ¿por qué ya no más? ¿Ahora somos cobardes? —sentenció.
—¡Con más razón no la ayudaremos si es una Ghost! Sabes bien que no debemos tener contacto con ellos, ¡Pero no! Cristian tenía que amigarse de una de ellos —lo regañó.
—Necesitas conocerla, ahí quizá abrieras más la mente y te darías cuenta de que ella no es mala, la verdad, ahora estoy dudando de quién es el verdadero malo de la historia —respondió en un tono elevado.
Cristian se fue enojado, subió la escalera y yo lo seguí. Corrió a su habitación. Dudé unos segundos en entrar o no. Simplemente me dejé llevar y atravesé la puerta. Su habitación era una combinación de un azul oscuro y negro, así era su cama, su escritorio y todo. Me senté en el marco de la ventana y le hablé. Él estaba tirado en su cama.
—Así que… ¿Es difícil de escapar de ese tipo? —pregunté, llamando su atención.
—¿Kaela? Te vez… Diferente —dijo sorprendido de verme. Se sentó en la cama.