La Última Flor Para El Invierno

QUINCE

JANE DEE

La sonrisa de Blake era mucho más encantadora de lo que pude haber imaginado. Era cálida y estaba llena de sinceridad. Cómo me gustaba verlo sonreír. Y más era mi dicha cuando sabía que yo la había causado. Además, tenía hoyuelos.

Puedo describir esta noche como la mejor que pude haber tenido en mucho tiempo. Sé que hubo momentos que no fueron satisfactorios, pero me alegro bastante de que hayan terminado relativamente bien. Viví lo que nunca imaginé en una sola noche. Fui a una fiesta, conocí a personas nuevas y agradables, presencié una pelea, apoye a la amiga de Blake, ayudé a curar las heridas de alguien, estuve más cerca de él de lo que alguna vez pensé, lo hice sonreír y se aseguró de dejarme en la puerta de mi casa. Bueno, casi en la puerta de mi casa. Además de que compartimos su chaqueta lo cual hizo que volviéramos a acercarnos lo suficiente como para sonrojarme. Todo me pareció tan irreal y bonito. Sin embargo, toda esa emoción se esfumó cuando al entrar a mi hogar vi a Minnie sentada en el sillón de la sala.

—¿Por qué llegas tan tarde, mocosa? —Se acercó a la ventana e hizo a un lado la cortina—. ¿Acaso ya conseguiste un novio? Sin duda queda descartada mi idea sobre que eres lesbiana.

—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está mi padre? Creí que irían a jugar póker.

Regresó a su lugar de antes y después de dar una calada a su cigarrillo, me contestó:

—Quita esa cara de tonta, él no vino conmigo. Seguramente llegará mañana —Dio unos pequeños golpes a la punta de su cigarrillo—. Oye, ¿dónde carajos está tu hermano? Quiero que termine su trabajo con la ropa sucia.

Mi estómago me dolió de repente. Me apresuré en llegar a la habitación y tal como había temido con las palabras de Minnie.

Tim no estaba.

Ya era bastante tarde para que un chico de su edad estuviese solo en una noche tan helada como está. Llamé a su celular repetidas veces, pero siempre respondía el correo de voz en su lugar. También intenté enviarle mensajes, pero nunca le llegaban a su celular. Voy a admitir que comencé a preocuparme más de la cuenta al igual que a estresarme debido a que los gritos de Minnie no dejaban de ser dirigidos hacia mí. La mujer quería que lavase su ropa sucia cuando intentaba contactar a mi hermano que se suponía debía estar en casa, pero al parecer nunca llegó.

—¿Jane?

—¿Tienes idea de dónde está mi hermano? ¿O a dónde pudo haber ido? ¿Hacia dónde se fue? ¿Te dijo algo sobre quedarse en otro lugar?

—No. No mencionó nada parecido. ¿No llegó a su casa?

—Pensé que estaba aquí, pero no es así. Minnie me dio a entender que nunca llegó —Pude escuchar puertas abriéndose y cerrándose del otro lado de la línea—. No contesta mensajes ni llamadas, Rachel. Estoy muy preocupada.

—Envíame tu dirección e iré a ayudarte. No te preocupes, Jane. Vamos a encontrarlo.

Tenía una mentira lista para que Minnie no me preguntaste por qué saldría de nuevo, pero para mí suerte no tuve que usarla, ya que para cuando regresé a la sala de estar Minnie ya estaba dormida. Supuse que era el resultado de todas esas copas de vino y los tres cigarrillos que se había fumado antes de que yo llegase. 

Rachel y yo comenzamos a buscar a Tim en los lugares que pensé que frecuentaba más, pero fue difícil, ya que era bastante tarde y todos ellos estarían cerrados. Luego, se me ocurrió que tal vez Tim había ido a dormir a casa de Aiden. Eso solo me hizo sentir como una irresponsable hermana mayor.

—Jane, dejas que tu hermano vaya a dormir a casa de su amigo, pero ¿no sabes dónde vive? ¡¿Estás jugando?!

—Sé que su nombre completo es Aiden Monroe.

—Ah, qué útil. ¡No sé quién carajos es Aiden Monroe ni dónde vive!

No pude responder nada más porque no tenía palabras para decir. Solo estaba decepcionada de mí misma y el sentimiento de estupidez me consumía por completo.

—Llámalo de nuevo —Rachel señaló el celular sin quitar sus ojos del camino—. Tiene que responder esta vez.

Lo hice, pero recibí lo mismo que hace quince minutos. Nada.

La preocupación se apoderó de todo mi cuerpo. Estaba temblando y me sentía nerviosa al igual que estúpida. Pensé en todas las posibilidades de que a Tim le hubiese pasado algo malo. Tal vez le habían hecho algo de camino a casa. Tal vez lo habían asaltado. Tal vez lo persiguieron. Tal vez vio algo que le impidió seguir caminando. Tal vez ya no tenía a mi compañero de vida conmigo y yo aún no me he dado cuenta.

Estoy terriblemente asustada justo ahora.

—¿Pero qué…? —Rachel detuvo el auto—. ¿Ese no es Eric?

No tenía tiempo de lidiar con Eric y estuve dispuesta a expresárselo a Rachel, sin embargo, cuando mis ojos lo miraron del otro lado de la calle junto a mi hermano, de inmediato salí del auto de Rachel y caminé hacia ellos.

Ninguno de los dos me había visto porque estaban bromeando y de paso Courtney reposaba su brazo en los hombros de Tim.

—¡Timothy!

Enseguida me miró. Su rostro de diversión cambió de inmediato.




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