La última hechicera

Cenizas del pasado

La llama en las manos de Alina no solo iluminaba el bosque; parecía calentar una parte de su alma que había estado helada durante años. Memorias enterradas emergieron, vagas pero poderosas: una voz cantando en la oscuridad, una figura envuelta en luz, y en un grito ahogado por el viento. No sabía si eran sueños o recuerdos...o visiones de algo aún por venir.

-¿Has visto esto antes?- pregunto con la voz temblorosa.

Eiran se volvió hacia ella, serio.

—Lo que llevas dentro es más antiguo que el bosque mismo. Esa llama... es el eco de la fuente original de la magia. Tu linaje no solo fue el último, Alina. Fue el primero.

Sus palabras la golpearon como un rayo. ¿Primero y último? ¿Ella era el principio y el final?

Antes de que pudiera responder, el suelo tembló suavemente bajo sus pies. No era un terremoto… era un llamado. Desde las raíces del bosque, algo la estaba buscando.

—¿Lo sientes? —dijo Eiran—. Es el Corazón del Bosque. Está despertando por ti.

Un haz de luz emergió del suelo, abriéndose entre los árboles como una senda viva. Alina y Eiran intercambiaron una mirada. Sabían que ese camino no era casualidad.

—Solo los que llevan fuego antiguo pueden cruzarlo —murmuró él.

Alina dio el primer paso, la llama aún viva en su mano, mientras el bosque entero contenía la respiración. La historia estaba comenzando a escribirse… y ella era la tinta.




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