-Que somos, más bien. – se sentó en un banco de aquel tétrico lugar, estaba obscureciendo el cementerio se había vuelto un lugar tenebroso
- Fuimos creados con el propósito de proteger la fuente de poder de este universo, Desde hace miles de años ese ha sido nuestro propósito y nuestro deber. – miraba al cielo, - Pero hace miles de años se desató una guerra, acabo con la mayoría de nosotros y con la mitad de la raza humana. – se quedó pensando un momento, -Eso fue hace 8000 años llevamos dormidos 8000 mil años. – suspiro.
-La Guerra Santa. – susurre.
- ¿Qué? – pregunto, volviendo a mirarme a los ojos.
- ¡Katia! – escuché a lo lejos, - ¡Katia! – volví a escuchar era mi abuelo.
Volteé la mirada buscando a mi abuelo. – No puede verme así. – volteé a verla per ya no estaba, -Se fue. –
- ¡Katia! ¿Katia estas bien? – Antes de poder darme cuenta mi abuelo y otros dos policías estaban detrás de mí, -Me tenías muy preocupado, no vuelvas a hacer eso, pudo pasarte algo, no sé qué haría se te perdiera Katia. – escuchaba como se acercaba lentamente a mí, sentí como sus manos tomaban mis hombros y con fuerza me daba vuelta para abrazarme.
¿Acaso no me había visto? No, no podía ser posible era totalmente diferente, al lado nuestro noté un mausoleo con una gran ventana, trataba de ver como si fuera un espejo… ¡volví a ser yo!
Sintiendo demasiadas emociones sentía mi pecho pesado, cerrado. El abrazo de mi abuelo era tan cálido, estallé en llanto, mi abuelo me abrazo aún más fuerte.
-Todo esta bien Kat. – el abrazo fue largo y cálido y después de tanto tiempo me sentía en paz, el peso en mi pecho disminuía poco a poco.
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Miraba a lo lejos a aquel abrazo tan largo que la había hecho sentir en paz. “Luna” susurré.
Quería decirle que lo sentía, quería demostrarle que la amaba, decirle que soy su madre. Pero estaba tan asustada que fue capaz de agarrarme por el cuello, aquella furia que me tenía no era de ella, ella habría entendido.
Lentamente noté como sus hermosos ojos grises se trasformaban en un negro oscuro y profundo, pero la pude detener.
Detener aquella furia que la convertiría en otra…
Seguí mirando aquella escena tan larga pero tan corta a la vez, seguí mirando ese abrazo que envidiaba un poco…
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