La última oportunidad

12/8/2020

Cuándo la única persona en la que confíabas te defrauda, sientes que acaba todo, todo se vuelve polvo, todo empieza a doler, todo se vuelve tonto, todos estorban, todo se vuelve duda, todo y todos están de más.

El día 6 de junio de 2019 lo empecé a sospechar, esas salidas con amigos, esos sábados sin llegar a casa, esas llamadas sin contestar, esos mensajes dejados en visto, el rechazo a mi cuerpo, las comparaciones de mi persona, lo hermético que se se volvió con su celular, la distancia entre nosotros como pareja, como amigos, solo eramos los padres de una pequeña, que en cierto momento fue lo que nos unió, sin saber que era un error, porque ya no existía ese amor de novios, de adolescentes, esa atracción, ese deseo que nos hacía escaparnos diario después de clases, buscando solo estar los dos, no ya no había nada.

Ese día por la tarde me llego un mensaje de número desconocido, donde me aseguraban que él ya tenía a alguien más, que ya tenía tiempo estando con ella, que lo sábados efectivamente como yo suponía, no iba a trabajar si no se iba con ella, que las veces que tardaba en contestar era porque estaba ocupado dando toda la atención que a mí no me daba ya, por la noche cuándo el regreso a la casa, lo encaré, le pedí una explicación y su respuesta fue siempre negando todo,  me decía que no era verdad, que él siempre estaba trabajando para darnos todo, para darnos la vida que merecíamos.

Le creí, creí que era alguien que me estaba haciendo una broma de mal gusto, que solamente lo hacía porque nos tenía envidia, porque a los ojos de los demás nosotros eramos la pareja perfecta.

Cambió conmigo, era más atento y no me di cuenta que sólo estaba tratando de calmar su alma por el remordimiento que sentía, pero mi amor era más grande, más ciego para entender todo.

Después de meses de estar " mejor", antes de irse a la oficina, como todos los días le pasaba su cartera, le arreglaba la corbata, pero al darle el celular, me di cuenta que tenía un mensaje y lo que alcance a leer me hizo sentir que me rompía, una desesperación tan grande, un coraje tan endemoniado que se lo aventé, pero me explicó que si siquiera tenía guardado el número, que ni siquiera sabía quién era, otravez le creí.

Pasaron meses, en donde a veces pensaba si él podía hacer algo así, él, el amor de mi vida, mi mejor amigo, la persona que jamás pensaba me iba a traicionar. Noo él no, él no podía, todos menos él, él era perfecto ante mis ojos, siempre un excelente padre, un excelente hijo, no él no.

Esa idea siempre me la hice yo solita, pasó un año y las peleas y discusiones seguían, discutíamos por todo,  siempre que él estaba trabajando desde casa, y sonaba su celular, en cuanto yo estaba cerca lo apagaba, se salía de los mensajes, hacia otra cosa, siempre decía que eran sus clientes, que no era importante.

Llegó su cumpleaños y como cada año, se lo quería celebrar, quería festejar la vida de mi amor, dar gracias a Dios por un año más de mi esposo.

Organice con ayuda de su familia, una pequeña fiesta en mi casa, todo estaba bien, la comida, la música, las bebidas, todo, hasta que le llegó un mensaje y sonrió de más, esa sonrisa que a mí ya no me regalaba, de pronto sonó su teléfono se puso un tanto nervioso, se salió del lugar en dónde estábamos y fue a contestar, tardó varios minutos, bastantes diría yo, regreso con los ojos cristalinos, como los de alguien que acaba de llorar, le pregunté si estaba bien, solo me abrazo y me dijo que sí, pero que lo perdonara que no merecía tener alguien como yo a su lado. Lo abrace fuerte, muy fuerte porque sentí que se estaba quedando ahí en mis brazos, no entendí  porque me pedía perdón, porque me decía eso. Le dije que no siguiera así,que ese día era para estar bien, para estar felices, dejamos ese tema y seguimos en el festejo,al término de la reunión, hicimos el amor como hacía mucho no pasaba, me sentí tan afortunada de tener ese hombre a mi lado, que me cuidaba siempre, me apoyaba en terminar mi carrera, que ahora que retomaría mi trabajo me estaba dando ánimos de hacerlo bien, que me compraba todo lo que yo queira, que cualquier antojo que pudiera tener me lo cumplia.

Pasó una semana en dónde estaba más amoroso de lo normal, efectivamente me propuse retomar mi trabajo, desempeñarme en mi profesión, estaba cansada de tener que  jugar a ser siempre el ama de casa perfecta, de ser solo la esposa de o la mamá de, algo adentro de mí, en el fondo me decía que ya era hora de mandar a todos a segunda importancia en mi lista de prioridades que yo tenía que ser siempre lo primero para mi, que me tenía que cuidar yo primero, que me tenía que amar y cuidar a mi misma primero, así lo hice empecé a ir al gimnasio, me gustó, era algo que nunca pensé sería importante, ahí me dí cuenta que no era invisible, que había muchos hombres a los que no les era indiferente como a mi marido, pensé siempre cómo no está aquí para que vea que ellos si me voltean a ver cómo él ya no lo hace, porque una cosa es ser amoroso y otra ser pasional, que te vean con deseo.

Seguí avanzando en mis rutinas, combinando mis actividades del hogar, trabajo, mamá, esposa y mujer, un sábado, él se fue temprano, pero me abrazo fuerte antes de irse,  me beso toda la cara, diciéndome que me amaba que era el amor de su vida, que era lo mejor que tenía y que nunca nunca me iba a dejar.

Me avisó cómo siempre que ya estaba en la oficina,me volvió a repetir lo mucho que me amaba, después de eso ya no me  contestó los mensajes ni atendió su teléfono, espere su mensaje y fue uno hasta en la noche en donde me decía que ya no podía más con tanta mentira, que ya no quería hacerme daño, que no lo merecía, que me falló, que me traicionó, que faltó a su promesa que me hizo en el altar donde nos casamos, que ya tenía meses de estar sólo pero que ya no podía seguir ocultandome lo que había pasado, lo que había echo.