La última sospecha

IX

Sara sintió el respaldo de los brazos protectores de Richard que entraba en ese preciso momento, él no se había detenido, la siguió hasta ahí, se sintió aliviada de que lo hubiera hecho.

— ¡Richard... Anabel...él la... mató!

— ¿Qué significa esto? Respóndeme Sara ..No,... ¡Sara! —dijo al ver la sangre de ella correr en sus manos.

— Ella trató de matarme, como mató a Anabel —Sara ya no tenía fuerzas para negar aquellas acusaciones por más que Richard le gritaba.

— Y tú de verdad crees que me tragare esa estupidez.

— Realmente... no —lo golpeó, tomando a Richard desprevenido.

— A quien le crees más a una loca o a uno de tu familia, porque sabes, aquí donde me ves, yo soy tu hermano, el hijo bastardo de Leopold Winterhood.

— Dios... —fue lo único que alcanzó a decir antes de que él lo volviera a golpear, esta vez lo hizo escupir la sangre.

— Me decepcionas hermanito, pensé que esta reunión familiar seria más calurosa —sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Mark se hundía en un abismo de desesperación emocional, el dolor que sentía estaba estrechamente vinculado al placer de la venganza. No podía evitar sentirse extasiado, de alguna manera era una especie de masoquismo.

— Oh, querido Richard, tu y yo pudimos ser grandes, los más grandes, los mejores hermanos, yo me habría esforzado porque así fuera y Papá hubiese estado orgulloso de nosotros —su rostro estaba cerca, muy cerca, el sudor bajaba por la mejilla de Richard junto con sangre, Mark lo vio deslizarse por su cara y lamió su mejilla, su lengua húmeda lo recorrió lentamente, saboreándolo con una obscena expresión de regocijo—. Lástima que las cosas tuvieran que ser así.

Richard se retorcía bajo el yugo de Mark, estaba demente, lo sabía, pero no tenía fuerzas para luchar. Se dejó llevar mientras Mark completaba su victoria y lo estrangulaba, por un momento ya no sintió dolor, era como si todo a su alrededor se desvaneciera despacio y todo se tornara blanco.

Descansó los párpados solo un momento y se dio cuenta que no podía dejar a Sara en manos de ese psicópata, no podía dejarla ir porque la amaba y haría lo que fuera por estar con ella, por protegerla; el deseo de vivir se apodero de él, de repente no supo de dónde sacó fuerzas, pero logró zafarse.

— Así que mi hermanito aun quiere jugar otro ratito más.

— Cállate y pelea como hombre —estaba aturdido, pero le lanzó un puñetazo y luego otro y otro más, Mark quedó atónito, por fin Richard lograría vencerlo, pero antes de que pudiera cantar victoria Mark saco un revolver de la nada y lo golpeó en la cabeza.

— Como ves, me ganarías si esta fuera una pelea justa, pero yo no juego para perder —dijo sarcásticamente—Y por ende lo mejor será que te rindas.

Levantó el arma, por un segundo todo se detuvo para Richard.

— Lo siento Sara, te fallé —pensó, diciéndose a sí mismo mientras esperaba que le disparara.

Se escuchó el disparo, pero él no tenía ninguna herida, Mark permanecía con una expresión atónita en el rostro, Richard no se atrevió a acercarse, Mark cayó de rodillas y se pudo ver a la Nana detrás de él con una escopeta, ella le había salvado la vida a su niño, Richard le agradecía al cielo haberla escuchado cuando le dijo que le regalara esa arma para su supuesto cumpleaños número "70".

— Te lo dije mi niño "La Nana sabe".

Mark intentaba mantenerse despierto, pero no podía, se quedaba dormido mientras terminaba de caer al suelo que se hacía cada vez más lejano.

Mi vida buscaba su propósito, se exactamente lo que ansía mi corazón, pero realmente tengo un significado o simplemente es la ansiedad de tenerlo, en qué momento dejó de ser un sueño y se convirtió en el tormento que me persigue día tras día. Sé que está en alguna parte, antes o después, de alguna manera se revelará ante mí, dicen que todas las preguntas, son respondidas en la muerte ¿Tú qué me dices hermano? Creo que voy a averiguarlo...

Richard, recordó a Sara que aún estaba inconsciente, la tomó con cuidado, intentó hacerla reaccionar, luego de un momento, ella abrió los ojos, que antes llenos de vida, ahora su luz se apagada.

— Estoy tan cansada, Richard.

— No, no, aguarda, iré por mis cosas y te curaré en un santiamén.

— Richard,... lamento haberte lastimado, lamento lo de Mark y lo demás, por haber sido tan tonta, ¿Cómo pude estar tan equivocada?, ¡Dios Mío! ¡Agh! —el dolor la atenazó, las lagrimas brotaron de sus ojos hacia su rostro lívido y pálido donde se podía ver la muerte, esperándola pendiente.

— No, te despidas, por favor, no tendré una razón de vivir si no estás en este mundo.

— No, Richard debes vivir, para que podamos volver a vernos algún día, promete que lo harás, promete que ...

— Pero...

— Por favor...

— Lo prometo —dijo desalentado— prometo que esperaré, hasta el fin.

Empezó a caer el atardecer, vio con ella el sol naranja mientras empezaba a desaparecer en el horizonte, parecía que iba a llorar ese adiós para siempre. Los resplandecientes rayos de luz jugaron inocentes con los rasgos de su perfil, se veía tan preciosa con aquel color sobre el rostro, le recordó los días felices, el cielo se contuvo por un momento, suavemente, para que atesorara aquel momento, ya se había vuelto roja la luz del crepúsculo que los envolvió, Richard cerró los ojos mientras la abrazaba con más fuerza.

— ¿Todo estará bien, ¿Verdad? Todo estará bien... ¿Verdad?

— No me dejes, Por favor —dijo de repente, no pudo más y la apretó contra él mientras lloraba, por su hermana perdida, sus padres e incluso por su hermano, por ella, por su amor— No quiero quedarme solo, no me dejes por favor...

— En este mundo tan frío...—no dijo una palabra más, había llegado el momento y se había ido llevándosela con él, la apretó más y hundió su rostro en su pelo, solo pronunció su nombre con la misma delicadeza en que una lágrima resbalaba por su mejilla.



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En el texto hay: misterio, suspence, romance celos sexo

Editado: 21.07.2021

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