La última vez

12. Dolor

TERRANCE

 

Llegué a la mansión de mi padre, Arón Black, en busca de respuestas. Sabía que si alguien tenía la información que necesitaba para encontrar a los responsables de los ataques contra Phoebe, era él.

Después de presentarle mi caso, mi padre me dio los nombres de los hombres que sospechaba que estaban detrás de los ataques. Me los dio con cierta reticencia, pero sabía que necesitaba hacer lo que fuera necesario para proteger a Phoebe y a nuestro hijo.

Fui en busca de los hombres y los capturé uno por uno. Los llevé a un lugar apartado y comencé el interrogatorio. Utilicé métodos violentos para obtener la información que necesitaba. No estaba orgulloso de lo que estaba haciendo, pero sabía que era la única manera de encontrar a los responsables y poner fin a esta pesadilla.

Después de horas de tortura y cuestionamiento, finalmente obtuve la información que necesitaba. Sabía quién estaba detrás de los ataques y estaba decidido a asegurarme de que pagaran por lo que habían hecho.

Estaba decidido a hacer justicia. No podía permitir que mi esposa y mi hijo siguieran siendo atacados por esos cobardes sin rostro.

Los golpeé uno por uno, preguntándoles quién les había ordenado los ataques. Al principio se resistieron, pero con cada golpe y cada amenaza, empezaron a ceder. Finalmente, uno de ellos habló y confirmó lo que yo ya sospechaba: el padrastro, Eduardo Castro, había sido el que había ordenado los ataques.

Mi ira se multiplicó al saber que la persona que había abusado de mi esposa cuando era adolescente, ahora estaba intentando matarla y a nuestro hijo. Los golpes que les di se intensificaron, hasta que estuvieron dispuestos a decirme todo lo que sabían sobre Eduardo Castro.

No me detendría hasta que mi familia estuviera a salvo y Eduardo Castro pagara por sus crímenes.

Con esa información en mano, me dirigí a la policía para entregar a los responsables. Sabía que mis métodos no eran exactamente legales, pero lo que importaba era asegurarme de que Phoebe y mi hijo estuvieran a salvo.

 

(***)

 

Finalmente, después de un tiempo, pude volver a casa con Phoebe. No había nada que pudiera hacer para cambiar lo que había hecho, pero sabía que había hecho lo que tenía que hacer para proteger a mi familia.

El haber vuelto a mi padre, significaba volver a la escena de lo ilegal y con ello todos los beneficios que eso conllevaba. La vida lujosa.

Había encontrado un hogar en el que quería quedarme, una mansión que parecía salida de un cuento de hadas. Cada rincón de la casa era impresionante, y estaba amueblada con un gusto exquisito. Había una enorme piscina, un jardín de ensueño y una cocina envidiable. Estaba feliz de haber aceptado unirme al negocio de mi padre, lo que me había permitido tener todo esto.

—¿Te gusta, Phoebe?—, pregunté mientras la llevaba de la mano por la casa.

—Estaría loca si dijera que no. Es increíble, Terrance. Nunca he vivido en un lugar así— respondió ella con una sonrisa radiante.

—Sabía que te gustaría. Quiero que esto sea nuestro hogar—le dije mientras la abrazaba.

Luke corrió hacia nosotros en ese momento y se unió al abrazo.

—¡Esto es genial, papá! ¿Podemos tener una fiesta en la piscina pronto?

Reí ante la emoción de mi hijo.

Me había llamado papá por primera vez y no de forma burlona.

—Claro, pequeño, cuando quieras. Esta es nuestra casa, y podemos hacer lo que queramos aquí.

Phoebe me miró con amor en los ojos y supe que había hecho lo correcto al traerla aquí. —No hace falta, Terrance…—soltó ella finalmente.

—¿No hace falta qué?—pregunté sin entender.

—Todo esto, ya se lo que supone para ti…¿Has vuelto a lo de siempre no?—soltó ella con seriedad.

La miré a los ojos sin decir palabra.

Ella asintió sin decir palabra tampoco.

—Me lo suponía.

—Phoebe…—intenté hablar.

Ella acabó dandome la espalda.

—Sea lo que sea, solo estoy aquí para cuidar de mi hijo. No por otro motivo. Ni creas que volvemos a estar juntos—suelta sin mirarme.

Por su voz se perfectamente que está más dolida que yo por las palabras que acababa de dejar ir.

Me quedo parado en el umbral de la habitación, observando a Phoebe mientras ella sostiene a Luke en brazos. No puedo evitar sentir un nudo en mi estómago al escuchar sus palabras.

—Lo sé, Phoebe. Lo único que me importa es que Luke esté bien, que estemos juntos como una familia. Sé que he cometido errores en el pasado, pero te lo juro, nunca volveré a hacerte daño —digo con sinceridad, acercándome a ella.

Phoebe me mira con desconfianza, pero veo una pequeña chispa de esperanza en sus ojos. Sé que tengo que ganarme su confianza de nuevo, demostrarle que he cambiado, que puedo ser el hombre que ella y Luke necesitan.

En ese momento puedo apreciar una vez más su belleza.

Phoebe es la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Su cabello castaño cae en suaves ondas por sus hombros, y sus ojos verdes brillan con una intensidad cautivadora. Tiene una sonrisa radiante que ilumina todo a su alrededor, y su piel suave parece tan delicada que temo romperla con solo tocarla. Cada vez que la veo, mi corazón late más rápido y mi respiración se acelera. Es como si todo lo demás desapareciera cuando estoy con ella, como si solo existiéramos nosotros dos en el mundo. No puedo resistirme a sus encantos, incluso si ella no quiere estar conmigo.

—Espero que sea cierto, Terrance. No puedo soportar otra vez el dolor que me causaste en el pasado —dice Phoebe con voz temblorosa.

Me acerco más a ella, acariciando suavemente el cabello de Luke mientras le sonrío.

—Te lo prometo, Phoebe. Todo será diferente esta vez —digo con convicción, sintiendo una oleada de amor por mi familia.

Espero que Phoebe me dé una oportunidad para demostrarle que puedo ser el hombre que ella merece. Juntos, construiremos una vida nueva en esta hermosa mansión, llena de amor, felicidad y esperanza.




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