La UtopÍa Del Tiempo.

TRES: Me da vergüenza ser yo

La canción es I Want You Back de The Jackson 5. Disfuten el capítulo.

 

Oh, baby, give me one more chance—cantó tan alto que apenas podía escuchar la canción—To show you that I love you—hacía los coritos y volvía a cantar la estrofa otra vez.

No podía parar de reír por las caras que ponía y los pasos que se mandaba. Tomó el peine en mis manos para luego subirse en mi cama haciéndome un concierto en vivo.

Ah, buh bum, bum, bum, All I want—me acercó el peine para que continuara.

Ah, buh bum, bum, bum, All I need—continué.

Le quité el peine y comencé a cantar. Que quieres que les diga, me emocioné.

Él se puso a reír por mi espectáculo. Tomó mis manos y nos pusimos a bailar como dos estúpidos, ya que ninguno parecía tener idea de como hacerlo.

Al finalizar la canción nos tiramos en la cama, cansados.

—¿Cómo no haces esto cada que te quedas sola?, tengo entendido que sueles quedarte sola muy seguido y por muchas horas—volteó su cabeza para mirarme.

—No lo sé...

—Dejar los libros de lado de vez en cuando no te hace más estúpida—arqueó una ceja.

—¿O sea que si soy estúpida?—pregunté en un tono gélido.

—Buenoooo, la más inteligente no eres y ...

—Tú tampoco—interrumpí indignada.

—Sé mucho más de historia que tú—dijo ofendido.

—Sé mucho más de matemáticas que tú—contraataqué.

No dijo nada, entrecerró los ojos.

—Pequeña astuta—levantó su mano para golpear ligeramente mi frente, pero me apresuré a poner mi mano en mi frente.

Se rio de mi intento de evitar el impacto, y digo intento ya que con su mano derecha bajo la mía y me golpeó con dos dedos de la izquierda.

—Me vas a dejar roja la frente de tanto que me la golpeas—me quejé.

—No sea exagerada, no lo hago fuerte—se defendió.

Me quedé callada mirando el techo, pensando en lo que había pasado últimamente.

Había pasado una semana de lo sucedido en la escuela, y él seguía conmigo, eso no había cambiado. Seguía sin poder quedarse quieto, eso tampoco había cambiado. Lo que había marcado la diferencia era la situación en la escuela.

Fhinneas no había asistido a clase ya dos días seguidos, y no es de sorprender, ya que había recibido burlas por algunos de sus compañeros de equipo y alumnos de la escuela.

El chico con el que él estaba resulta ser Loke, uno de los jugadores de la base del equipo de basketball. Él aún seguía yendo a la escuela, pero al igual que a Fhinneas, recibía burlas e insultos de todo tipo.

Hubiera querido hacer algo, estuve ahí, lo vi, pude haber hecho algo para que ellos no la pasaran mal ahora. Pero a la pendeja de mi se le ocurrió solo mirar y dejar que toda esta mierda les  pasara. No puedo evitar pensar que esto también fue mi responsabilidad.

Asa pareció notar que me estaba haciendo un mundo en mi cabeza.

—No estás bien—afirmó él.

—¿Qué te hace pensar eso?—volteé mi cabeza para mirarlo.

—Que te dieron lo que te debían y ni siquiera lo has tocado—dijo señalando la pequeña mesa de mi cuarto.

Es verdad. Después de haber cumplido con lo que ellos me había pedido les tocaba cumplir con lo que prometieron, aunque casi me sale mal ya que por muy poco llegaba sola. Gracias a Dios que Hanna también estaba llegando y ambas entramos juntas, porque sino nos hubieran atrapado. 

Hiro me había comprado mi pote de M&M's  y ni siquiera los había abierto. Hanna me había comprado el libro que quería, Daniela la saga que quería, y todavía no los había leído. Kaleb los tres vinilos que no había podido conseguir y que de alguna manera él los había conseguido.

—Mentira, acabamos de escuchar los vinilos.

—Ahh...sí, tienes razón, pero igual pareces un poco preocupada—volteó su cabeza para mirarme—. ¿Segura que estás bien?.

—Sip—me levanté de la cama—. ¿Tienes hambre?, yo tengo hambre—cambié de tema.

—No cambies el tema—acusó.

—No lo hago.

—Sí lo haces.

—No—negué.

—Sí—afirmó siguiéndome hacia la cocina—. No me mientas, niña.

—No te miento, viejo—dije en tono sarcástico.

—No estoy viejo, soy muy joven—se defendió.

—¿De quiénes?, ¿de los espíritus?—me burlé.

—Pues sí, para que sepas, soy el más joven de todos. Parezco un recién nacido al lado de todos ese viejitos.

—¿Y a mi lado?—volteé para mirarlo mientras encarnaba una ceja—, a mi lado eres más viejo que mi tatarabuelo.

Frunció el ceño y abrió la boca ofendido.

—Jaja, que graciosa—dijo con sarcasmo—. No es mi culpa que tu parezcas un espermatozoide incompleto—soltó señalándome con su dedo índice.

Ahora me tocaba abrir mi boca ofendida.

—No soy ningún espermatozoide incompleto—me quejé.

—Pues no parece.

Nos quedamos haciendo una mini guerra de miradas para ver quien cedía primero. Lo sé, muy maduro.

Después de un rato soltamos unas carcajadas riéndonos de lo que hacíamos.

—Vale, vale...—suspiró—, ¿Me dices que te pasa?. Y no me sigas "no me pasa nada"—imitó mi voz—, porque sé que algo te sucede, no soy tonto.

—¿Quieres que responda?—pregunté burlándome de él.

—No—respondió rápido para no darme la oportunidad de contra atacar—. Ahora dime, anda, suéltalo, yo te escucho...

—Me preocupan...

No le costó mucho deducir de quienes hablaba.

 

—¿Solo te preocupan, o te sientes culpable?—dedujo.

—Ambos—balbuceé.

—Pero no hiciste nada.

—Por eso mismo, porque no hice nada, pude hacer algo—excusé.

—No pienses en eso, no fue tu culpa, tampoco era tu responsabilidad hacer algo—se sentó en una de las sillas de la isla de la cocina—. Además, si tú no hubieras estado ahí, igual hubiera pasado. Tú presencia no cambió nada.

Apoyó sus brazos en la isla.




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