La Vecina

Capítulo 8

Era una ex novia de Alex. El periodo más cercano de la universidad, estaban enamorados desde hace tiempo. Posiblemente ella era la persona que en una etapa de su vida más amaba. Era como la rosa del principito. Pero desde que se fue de su lado tampoco quiso volver a verla. Estaba decepcionado de la vida en sí. De la vida que llevaba con ella, y el hecho de que casi se casaban en un loco viaje de novios hacia Roma pero que se terminaron escapando a París. Iba a ser una celebración perfecta, las cosas que estaban pendientes de las celebridades, mientras que ellos se casarían bajo un techo parisino.

La idea no estaba nada mal, solo que algunos factores influyeron, como que no tenían dinero para pagar a un juez que consiguiera casarlos, y tampoco podían darse el lujo de quedarse hasta que tuvieran el dinero.

Entonces volvieron, entubados en el amor, después de unas vacaciones bajo la torre del amor. Entonces fue cuando ella lo dejo. Terminando su amor por completo, lo curioso fue que ella, no se despidió. Ni siquiera le conto que se iría a otra ciudad, a otro país a ningún lado.

Fue el problema central que estaba centrado, la falta de comunicación le había causado un descargue de ira. Entonces paso en los mismos sentimientos de resentimiento y rabia por el resto de su vida. Entonces la supero, quitando muchas cosas. Pero pensaba que ya se habían olvidado completamente, hasta que ella volvió a escribirle el día de hoy.

Había follado un par de veces.

Pero no fue con algún tipo de pasión.

Solo sentían un calor, que estaba siendo necesario. Pero solo eso, nunca paso de follar por querer. Asumiendo la responsabilidad de las fallas, Alex pensó que ella se había ido por falta de comunicación.

Tal vez no tenía la confianza necesaria para seguir con una relación como esa, la que estaban llevando.

Alex fue cansándose de tener relaciones en las que estaban siendo completamente vacilado, entonces opto por no enamorarse más, hasta que a su vecindario llego una chica linda de cabello rubio llamada Aleisha, había pasado tiempo desde la última relación y había aprendido muchas cosas, con el paso del tiempo, que estaba siendo el mejor compañero que tenía.

Aprendió a no tener más odio.

Luego aprendió que todas las mujeres no eran iguales, ni mucho menos.

Pero le faltaba emoción a su corazón estaba completamente vacío hueco, como si le faltara algo.

Que solo la rubia podría rellenar tiempo después.

Pero también estaba interesado en las cosas que estaban pasando en su vida, como esta ocasión para saber la pregunta que lo estaba abrumando completamente desde la última vez que vio  a Martha.

¿Por qué te fuiste sin decirme nada?

Era peor que dejarlo por su mejor amigo, era peor que solo dejarlo por otro. El problema era una cosa tan simple como la falta de comunicación, esas palabras que iba a decir hoy, luego de algunos años, eran las que le atormento por el resto de su vida, hasta lo traumo en cierto punto mascullando alguna que otra oportunidad para olvidar, pero solo pensado en ese desliz.

Catastróficamente también tenía que escuchar la verdad, fuera por lo que fuera.

Simplemente por capricho, o por necesidad.

 

La chica llego a la hora pautada, sin necesidad de estar haciendo esperar al hombre, religiosamente se sentó en una de las mesas que estaban en la ventanita del restaurante. un lugar lleno de luz y de procedencia nada elegante para una cena romántica, era un bar en el que muchos se iban a relajar después del trabajo, pero hace años fue la morada de un amor pasional e inconsumibles.

Debía deleitar el vino para la ocasión, así que pido al camarero alguna copa, inmediatamente el trajo una de las copas más pedidas en el bar.

—Como siempre estas tomando—Ya había llegado Alex.

—Hola Alex.

Fue el hola más encarnado que escucho en su vida, mascullo unas palabras que iban a dar paso a una maldición pero se contuvo. Tenía que sacarle lo que quería solo para encontrar la verdad que estaba esperando tan ansioso.

—Hola Martha…—Dijo con sequedad.

—Veo que estas bien.

—Digo lo mismo.

La chica no había cambiado mucho, solo un par de cosas. Se permanecía igual que antes, la cara linda con su tez clara y pecas andando por ahí, sueltas como si fueran ovejas pastando. El cuerpo unos kilos de más, pero seguía teniendo bella silueta. Sonrisa elegante y sofisticada, y ojos claros en su lecho. Recordó que tanto la amaba que casi se pega un tiro con una pistola, por haberla perdido, de no ser porque uno de sus vecinos se enteró y le paro a tiempo, lo hubiera hecho. Solo recordaba algo de dolor que le estaba causando esa cicatriz, que ahora se convertía en una herida nuevamente, con cada suspiro que daba de melancolía.

La chica pido otra copa, estaba clara que tenía una buena sed, pero también tenían cosas que contarse, pues para eso estaba ahí.

—Dime escucho todo lo que tengas que decir…

—¡Perdón!—Martha parecía hablar enserio, sus ojos no mentían.




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