La Venganza de Luna y Sol

39:"Interludio"

    Lo primero a lo que le presto atención cuando me despierto es al hecho de que no puedo sentir mi brazo, creo que dormí en una mala posición, de lado sobre el colchón.

    — Pero, Einar... — La voz de Luna se escuchó desde algún punto de la habitación.

    — Dije que no.

    No me moví, rápidamente comencé a divagar. Einar debe de haber llamado a Luna mientras dormía pero, si lo hizo, ¿Cómo es que llegó tan rápido? Se suponía que iba justo detrás de nosotros, pero Einar nos aceleró un poco las cosas.

    Luna bufó, frustrada. — ¿Y qué piensas hacer entonces?

    — Todavía no lo sé.

    — ¿Y rechazas mi idea tan fácil de todos modos?

    Un suave movimiento en el colchón me dejó saber que hay alguien sentado cerca de mí y yo no lo había notado antes.

    Luna volvió a hablar.

    — Cuando despierte Kennet, deja que él decida, ¿No te parece?

    — Ya está despierto, nos está escuchando.

    La habitación se quedó en silencio por algunos segundos, no me moví. Al final, enterré más la cara en el colchón y les ignoré.

    Einar me apartó el pelo de la cara en un intento por verme el rostro.

    — Suelta — Gruñí alejándome.

    Escuché cómo Luna se reía desde algún lugar de la habitación.

    Me incorporé lentamente en la cama y comencé a tallar mis ojos, bostecé con cansancio. Cuando abrí los ojos Einar estaba sentado en la cama con la espalda contra la pared, mirándome. Dirigí la vista hacia Luna.

    — ¿Y tú que haces aquí?

    — Buenas tardes para ti también — Ironizó. —, llegué ayer en la tarde.

    Miré fijamente hacia la ventana mientras le daba sentido a sus palabras.

    — ¿Cuándo tiempo estuve dormido?

    — Treinta y siete horas — Me contestó Einar con suavidad.

    Intenté peinarme un poco el pelo mientras me levantaba en silencio y me estiraba, comencé a buscar la mochila.

    Luna se me acercó.

    — Hey, estabas escuchando de qué hablábamos, ¿No?

    La miré extrañado, pero asentí.

    — Supongo, escuché algo sobre esperar a que despertara para preguntarme algo.

   Me solté de su agarre y me agaché para tomar la mochila del suelo al lado de la cama.

    — Sí, bueno, sobre eso, Einar y yo discutíamos que...

    Antes de que terminara de hablar, yo ya había caminado a pasos rápidos hacia el baño. Cerré la puerta con rudeza, su voz se detuvo en el instante en el que me perdí de vista.

    No soy una persona de buen despertar, y menos con ella cerca.

    Mi confianza hacia Luna es más bien poca ahora mismo.

    Desde el principio he intuido que la única razón por la cual nos ha ayudado tan diligentemente es sólo porque necesitaba algo de nosotros a cambio, y no estaba equivocado. También intuí que la posibilidad de recuperar su divinidad influyó bastante en su decisión final.

    Tanto Einar como yo percibimos que aquí hay algo extraño, pero no sabemos qué es, y tampoco lo hemos hablado... Las miradas que nos dedicamos cuando estamos con ella y algo nos parece extraño es confirmación suficiente de que tenemos las mismas sospechas, pero tampoco tenemos más opciones.

    Puede que Luna nos esté mintiendo, puede que no, pero no tenemos más ideas. Cuando todo esto comenzó Sol no era siquiera una opción, nadie sabía que él ayudó en la creación de los Árdigan a excepción de Luna, al parecer. Si ella resulta estar mintiéndonos sobre la única manera de matar a un Árdigan, entonces nuestra última opción es que Sol por alguna razón decida decirnos la verdad, pero si no es así; eso es todo, no hay más que hacer, deberé correr por mi vida hasta que Kot me alcance o entregarme y se acabó.

    Pero incluso si Luna dice la verdad, ese es otro callejón sin salida. Luz y Muerte no estarán dispuestos a devolverles la divinidad, puedo poner mi mano en el fuego a que no lo harán, pero también sé que no podemos relajarnos hasta no haberlo intentado.

    Me revolví el pelo con la toalla para sacarme el exceso de agua y luego la dejé sobre el lavabo. No quiero ni siquiera mirarme al espejo, pero teniéndolo justo enfrente al final no pude evitarlo.

    Creo que nunca en mi vida he estado tan delgado. Siempre, desde que era niño, he sido el típico niño flacucho y alto, las madres de mis amigos siempre estaban preocupadas por mí y se preocupaban aún más si yo tan solo hozaba a rechazar algo de comida que me era ofrecida. Incontables han sido las veces en las que mi madre ha tenido que decir, con voz cansada, que simplemente siempre he sido así, pero que no tengo ningún problema. Sin embargo, creo que esta vez es válido preocuparse. No se me notan las costillas, al menos no demasiado, pero conozco mi cuerpo, y sé que perdí bastante peso y masa muscular, sobre todo en los brazos.

    No puedo hacer nada para cambiar eso, me recuerdo. Ya me ocuparé de comer como se debe y recuperar mi físico en cuando mi vida vuelva a la normalidad... Si acaso alguna vez recupero mi vida.

    Me pasé una remera negra lisa y enorme por la cabeza, me lavé los dientes dos veces y volví a salir a la habitación.

    Luna está sentada en el centro de la cama con las piernas entrelazadas, Einar está parado a un lado de la puerta observándola, pero se giró a verme en cuanto escuchó mis pasos acercándose. Dejé la mochila en el suelo y me acerqué a una silla de madera colocada mirando hacia la ventana, como si alguien se hubiera sentado a mirar hacia afuera. Me senté al revés y apoyé los brazos sobre el respaldo.

    Einar rápidamente se me acercó y simplemente se quedó parado a mi lado, pero rápidamente noté que está relajado. Guardé silencio y me limité a esperar a que alguno de los dos dijera algo.

    Por supuesto, Luna no tardó en abrir la boca.

    — Tenemos que discutir cómo vamos a llegar hasta el claro en donde está Dix los tres.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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