La Verdad Entre Humo Y Espejos

Capitulo 4

Ahí estaba el, sentado en una de las sillas del comedor, tomando una taza de café, mientras hablaba muy amigablemente con mi madre, como si se conocieran desde hace muchos años. No estaba completamente seguro si mi madre ya sabía de su existencia, al igual que él sabe de la suya, pero, si lo supiera, tal vez ella ya lo hubiese reconocido aunque sea vagamente. Sin embargo, ambos se veían tan tranquilos y la verdad no era ese el tema que me preocupaba, sino la razón por la que él estaba aquí.

—Sebastian… ¿Qué demonios haces aquí?

—Daniel, esa no es la forma de hablarle a tus maestros.

— ¿Maestro? El no…

—Daniel, vine aquí para hablar con tu madre sobre el viaje escolar que haremos para que te diera permiso de asistir y como la excelente y muy amable madre que es, ella acepto.

Su maldita sonrisa no me parecía para nada graciosa, era obvio que estaba burlándose de mí. Al menos con esto ya tengo una idea de lo que es capaz de hacer este tipo y cuanto necesita que lo ayude, aun no entiendo porque tanta necesidad de encontrarlo. No iba a dejar que se saliera con la suya tan fácilmente, así que tome aire e intente imitar su estúpida sonrisa.

—Es muy amable de su parte, pero no tengo muchos ánimos de ir a ese viaje. Así que, con su permiso iré a estudiar a mi habitación.

Pude notar como presionaba su mandíbula con fuerza y me miraba furioso, podía sentirse la tensión en él y el lugar y eso era lo que quería, al menos había logrado mi cometido. Di media vuelta sobre mis pies con intenciones de irme de ese lugar, cuando una fuerte y fría ráfaga de aire pasó por mi cuerpo y termino en un destello de luz, todo era silencioso. Siempre escuchas cosas, un ligero sonido que te hace saber que al menos hay vida ahí, pero ni siquiera eso se percibía. Regrese la mirada hacia el cuándo lo escuche levantarse de su silla y acercarse a mí.

—Escucha, niño. No tengo tiempo para tus juegos estúpidos, en serio necesito encontrar a Jackson. Decías que tu madre era un obstáculo, lo he arreglado…

Vi como señalaba a mi madre que permanecía en el mismo lugar, apunto de beber un sorbo de su taza de café, Sebastián lo había detenido todo al parecer. No tenía idea de que podían hacer eso.

— ¿Cuál es tu maldito problema?

—Escucha, tu padre tiene consigo algo muy importante para todos los brujos. Si cae en manos equivocadas…

—Lo sé, todos morirán. Esa es la excusa más trillada que existe, hay muchas películas sobre eso. Deberías ser más creativo, ahora quítale ese estúpido… hechizo o lo que sea a mi madre y sal de nuestras vidas.

—Lo digo en serio, Daniel. Si lo haces para cuidar a tu madre, lo haces mal. Ayudándome tendrá más oportunidades de que no la maten por todo lo que sabe, una de mis compañeras cuidara de ella mientras no estas.

Este tipo era más necio que yo en muchos aspectos, pero podía estar en lo cierto. No perdía nada con intentarlo y tal vez hasta podía reunir a mi familia.

—Debe protegerla a toda costa, si algo le sucede ya se con quién me desquitare… Iré contigo.

— ¡Al fin! –Se sentó en la silla mientras masajeaba sus sienes entre sus dedos– Pensé que iba a tener que usar la fuerza contigo.

— ¿La fuerza? Disculpa, como si yo…

—Ya, cariño. No te esfuerces en responder eso –Hizo un ligero movimiento con su mano y mi madre termino de llevar la taza a su boca con sumo cuidado.

Me quede estático con mi boca aún abierta, pero sin decir nada. Me tomo por sorpresa la manera en la que se había referido a mí, solo mi madre me llamaba así y era muy extraño escucharlo venir de alguien más y más siendo el.

—Daniel, deberías ir ese viaje. Te haría mucho bien salir, dejar de vivir encerrado en este lugar –Comento mi madre, mientras dejaba la taza en la mesa. De verdad no sabía en lo que me estaba metiendo.

—He… Bueno, si lo dices así supongo que puedo aceptarlo.

Mi madre me dedico una sonrisa dulce, comparada a la de Sebastián, victoriosa y muy arrogante a decir verdad. Había conseguido lo que quería y yo no tenía intenciones de discutir con él.

—Bueno, creo que mi trabajo aquí está hecho –Se puso en pie y tomo su chaqueta del respaldo de la silla, colocándola sobre sus hombros con un ligero movimiento. Acomodo la prenda sobre él y le extendió la mano a mi madre– Fue un gusto, señora Campbell. Gracias por el café y por aceptar mi petición.

—No hay de que, es bueno saber que alguien se preocupa por mi hijo mientras yo no estoy.

Ella estrecho su mano y le dedico una sonrisa amable, solo ahí resolví mis dudas, ella no tenía ni idea de quién era el. Ambos salieron de la cocina, seguidos de mí.

—Daniel, te esperamos en la escuela muy temprano. No llegues tarde, no queremos retrasarnos.

Yo solo asentí evitando mirarlo a la cara, la verdad es que no quería verlo, temía arrepentirme y era obvio que ya no podía hacer eso. En pocos minutos él ya estaba fuera de casa y mi madre cerró la puerta volviendo hacia mí.



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En el texto hay: brujos, homosexual, sobrenatural

Editado: 03.01.2019

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