El camino no parecía ser muy lejos. Aún tenía en la cabeza el recuerdo de su madre, Poco a poco todo tomo color.
Así pudo sentir a una persona el cual lo acogía, como si su vida dependiera de eso. La vista era muy hermosa.
Pero noto que algo le faltaba. Poco a poco empezaba a olvidar a su madre. Entonces aquellos recuerdos maravillosos se esfumaban rápidamente.
Aquello le hiso llorar, el saber que ya no recordaba y poco a poco perdía la consciencia de quien había sido antes. Además de sentir una incomodidad en el exterior.
El llanto duro varios segundos, hasta que finalmente olvido sus días pasados.
Pero aquel abrazo fue muy cómodo y caliente, aquel abrazo lo fue tranquilizando poco a poco.
Entonces todo quedo hay. Con el paso del tiempo pudo sentir todo a su alrededor.
Hasta que noto que tenía la fuerza suficiente como para poder abrir los ojos.
Y al hacerlo noto a una mujer, la cual le sonreía con mucha ternura. Parecía estar hipnotizada con él.
Al oír esa palabra Cristian. Solo pudo reír. “¿Harold? ¿Quién es Harold?”. Se decía a sí mismo. Debido a que ya oído hablar de él, pero no lo conocía en persona.
Apenas noto a su madre llegar, lo vio sonriendo. Con ella llegaba un chico, con el pelo castaño y con un chaleco.
Aquello dejo en duda a Cristian. ¿Por qué jovencita? ¿Acaso era una niña? Se dijo a sí mismo.
Vaya al parecer soy niña, y al menos tengo padres que me cuidaran. Al fin tendré una vida. Se decía a si mismo/a.
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AÑOS DESPUES:
Una compañera de clase como lo era Stephanie, no se encontraba muy a menudo.
Carol miro a todos lados, y efectivamente había tres nuevos compañeros. Una era niña y los otros dos, eran niños.
Carol, era muy intrépida a veces, pero sabía que muchas veces todas dependía de sí misma. Pues muchas veces echaba la culpa a los inocentes.
La expresión de Stephanie, era como si estuviera esperando un sí. Puesto que su mirada estaba clavada en Fabio.
Carol no podía negarlo, pues era cierto que Fabio tenía pinta de ser un lindo niño. ¿Pero que de bueno sacaría? Además aun eran niños, aprendiendo a cambiarse bien los pañales.
El día paso rápido y Carol, sentía la necesidad de que sus padres ya estuvieran hay para contarles la aparición de los tres nuevos alumnos.
Harold y Sofía, Ya habían llegado. Eran padres responsables y sobre todo cariñosos. Carol se sentía muy feliz de tenerlos a su lado.
Los dos se miraron entre sí, sonriéndose el uno al otro. Carol solo pudo seguirles la corriente, sonriendo sin impórtale que pensaran de ella.
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