La Verdadera familia

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Apenas llegaron a la casa, se tumbó en la cama, a relajar sus pies y su cabeza. Pues parecía que realmente el día habia sido agotador. 

     Caída la noche, todos se sentaron en el comedor, a probar los exquisitos platos de Sofía. A Carol le gustaba la comida de su madre, ya que estos no eran muy extravagantes o pesados.

  • ¡Vaya Amor!, parece que le pusiste mucho empeño. Dijo Harold.
  • Pues claro, como no le pondría empeño. si ustedes dos, son mis dos queridos amores.

  Carol al oír ello, decidió ir a comer a su cuarto. Se levantó lentamente y cogió su plato para dirigirse a su habitación.

  • ¿A dónde vas, hija? Dijo Sofía.
  •  Es que tú y papá están hablando cosas raras.
  •  Hija, no son cosas raras, además no hemos exagerado en nada.
  • Solo que tu madre y yo nos queremos mucho y nada más.

     Pero bueno, sé que quizás no te agrade nuestra actitud. Pero con el tiempo te acostumbraras.

    A pesar de la disculpa, sentía que no era suficiente, para impedir esas actitudes embarazosas o extrañas.

        Un año después, Todo empezó a cambiar drásticamente. Sofía había peleado con Harold.

    Jamás me dejaron escuchar su conversación. Ultimadamente, me había acercado demasiado a Harold.

        Era el mejor padre que había tenido, decía Carol, “jamás pensé que tendría un padre así”.

   Pero tiempo después, todo se tornó de color a un color el cual no le gusto ver.

Sofía la alejaba cada vez más de Harold. Hasta que tuvo que confesarle la verdad. Frente a él.

  • Hija, Harold no es lo que crees.
  • ¿Por qué? Dijo Carol.
  • Harold… No…No es tu padre.

  Al verla, Carol noto las lágrimas de su madre caer por sus mejillas. A lo cual ella reacciono igual.

       Su padre decidió tomar la palabra, inmediatamente.

  • Hija…Yo. Carol jamás había visto a su padre en esa situación.
  • Te quiero, ¿Si?

   El día anterior. Carol había pasado la noche con su padre, recuerda haber jugado con él la noche anterior. Había ido de paseo solo con él.

  • Hija, ¿vez el cielo?

  Carol, miro hacia lo que parecía ser un cielo celeste y sin fin.

  • Si padre. Pero este algo oscuro, debe ser porque no hay mucho sol, ¿no?
  • Bueno hija, la vida muchas veces no parece ser hermosa, pero si miras fijamente, veras que todo aquí vale la pena.
  •  Pero, hay una cosa que aún no sé, ¿nosotros somos espíritu?
  •  ¿Quién te dijo eso? Pregunto con intriga.
  • Pues escuche a algunas personas que lo dijeron.

  A Harold, le aprecio algo placentero. Y mientras rebuscaba en su bolsillo, empezó a decir.

  • Nosotros venimos siempre con un propósito. Te diré que desde niño siempre quise poder ayudar apersonas pobres, personas que una vez vivieron lo que yo viví.
  •  Y ahora que te tengo a ti. Quiero cumplir mi deseo con la mejor hija que tengo.

  Carol le sonrió, el cariño que le tenía su padre, era inimaginable. Harold, fue capaz de dar por ella, lo que probablemente ningún padre haría.

        Sofía, siempre buscaba la forma de poder estar junto a los dos. Una vez le dijo, que por su padre, haría lo que fuere, ya que no le gustaría estar lejos de el ni de ella.

      Luego de saber todo eso, Carol, empezó a llorar sin poder detenerse.

  • Harold, lo siento pero ya no podemos más...
  •  ¡¿Por qué?!
  •  Es que su padre, ya sabe dónde estamos. Y él quiere encargase de ella.
  •  Pero…   - ¡No Harold!.. ¡Entiende!
  •  Por favor… Dijo entre susurros.

  Carol, se fue corriendo a su cuarto, luego de aquellas palabras. “ ¡! ¿Por qué?!! Se gritaba a sí misma.

      La idea era como algo que la pinchaba en cada momento. Su agonía era muy lenta.

   Las heridas dolían y aquella emoción la perseguía a cada instante. “¡¿Por qué me pasa todo a mí?!”

        Era su simple pregunta. Pero lamentablemente jamás encontró una respuesta.

    Horas después, escucho como la puerta de su casa se abrió y se cerró. Vio por su ventana, como es que su padre, se retiraba de la casa sin decir nada más.

        Lo vio desbastado y con un ritmo muy lento. Al verlo así, solo le causo más preocupación.

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    Los días pasaron y su vida ya no era tan alegre como antes. Recordaba a Harold. Y su madre, solo paraba con Luis.

        Su padre biológico. Lamentablemente Luis tenía problemas familiares. Su padre jamás acepto su relación con Sofía.

     Pero a pesar de esos problemas, Luis trataba de ganarse su confianza y cariño. Jamás se rendía, siempre buscaba la forma de acercarse cada vez más a Carol.

  • ¿Carol, te parece si vamos a jugar?
  • No gracias. Le decía siempre. Mi madre a veces me criticaba por ello.
  • ¡Carol!. ¡Respeta a tu padre!

  Ella no hacía más que mirarla y retirarse sin decirle nada que decir. La lucha interna había comenzado.

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     La misma  noche, el día por el cual había a tal vida había comenzado. Carol se encontraba cenando en su cuarto. Viendo su serie preferida.

           Todo iba tranquilo hasta que la cabeza empezó a dolerle, le dolía como si un clavo estuviera paseándose adentro de su cráneo.

      Aquel dolor era insoportable. Quería gritar, pero a pesar lo que está viviendo, no deseaba  ver a su madre.

           Tanto fue el estremecimiento que no guanto y se desmayó. Todo comenzó como un sueño.

    Veía una silueta, parecía el de una mujer. Esta lo llamaba, por un nombre el cual no recordaba haber escuchado antes.

        Luego vio la imagen de un joven el cual fallecía tirado en un suelo frio, el cual no podía ver.




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