Eran las nueve de la mañana, a esa hora empiezan las clases, los alumnos eran de todas las edades.
Natalie como todos los días, les da los buenos días, se van sentando, y empieza la clase.
Natalie había estado viviendo en Madrid, España, tres años, allí estuvo estudiando español, muy pronto se le pego el acento, los fines de semana trabajaba de camarera.
Estudiando hizo muy buenas amigas, algunas incluso invito a su boda, y todavía con algunas sigue el contacto, como su amiga Nuria la más íntima, con la que más complicidades ha tenido siempre, y con la que sigue hablando muy a menudo.
Otras se casaron y se fueron de Madrid y Natalie perdió el contacto.
Su amiga Nuria es morena, estatura media, ojos marrones, una larga melena negra rizada, es divertida, trabajadora, introvertida y picarona, es una bonita morenaza, tiene una lujosa Boutique exclusiva, en la calle Ortega y Gasset que está situada cerca del paseo de la castellana.
Estaba dando clases, cuando sonó su móvil, miro el teléfono era un numero desconocido.
Esperen un momento, sigan con el ejercicio, ahora vengo.
Natalie salió fuera, al jardín, allí cogió la llamada.
—Si dígame, ¿Quién es? —Pregunta Natalie.
—Una voz contesto, si buenos días, le llamo de servicios sociales, me llamo Jessica ¿Podríamos quedar para mañana? Aquí en mi oficina—dice Jessica.
—Si claro, ¿A qué hora seria? —Dice Natalie.
—Sobre las diez, ¿Le viene bien? —Dice Jessica.
—¡Si claro, adiós! Hasta mañana—contesta Natalie.
—¡Hasta mañana! Señora. —dice Jessica.
Natalie colgó el teléfono, entro dentro, les dijo a sus alumnos que mañana no habría clase, que podrían quedarse una hora más hoy, el que quisiera.
Terminaron las clases, Natalie llamo a Melody.
Melody es la hermana mayor de Natalie, es totalmente diferente a ella, se llevan muy bien entre ellas, se cuentan todas sus cosas, tienen un vínculo muy especial, Melody es morena, con el cabello castaño, de mediana estatura, ojos marrones muy familiar y simpática. se considera el patito feo de la familia, pero tiene un gran corazón, trabaja como jefa de sala, en el restaurante de sus padres.
Se quedo viuda hace ocho años, su marido falleció en un accidente de tráfico, cuando estaba embarazada.
Su mayor apoyo fue Natalie y sus padres.
Entonces nació el pequeño Daniel su hijo, tiene el pelo castaño, y los ojos verdes como su padre, muy desinquieto hasta en el físico se parece a su padre, y travieso.
—Hola Melody, podemos ¿Quedar esta tarde? —Dice Natalie.
—¡Hola guapa!, ¿Cómo estás? Espera un momento que le diga a papa, si puedo, nos vemos esta tarde en tu casa, adiós guapo—dice Melody.
—Hasta la tarde, tráete a Daniel tengo algo para él, ¡adiós cielo! —Dice Natalie.
Robert llego sobre las tres de la tarde, Natalie le hablo de la llamada, y que al día siguiente tenían que ir a servicios sociales.
—Llamare a mi padre, para entrar más tarde, —le dice Robert.
Terminaron de comer, Robert subió a la habitación, a ponerse el chándal y coger la mochila, para ir al gimnasio.
El gimnasio está cerca a unas cuatro manzanas, por lo que va caminando.
—Nos vemos vas tarde, amor voy un rato al gimnasio, un par de horas, — le dice Robert.
Y se acercó a ella y le dio un beso.
—No te preocupes, he quedado con Melody, vendrá con Daniel, nos tomaremos unos cafés aquí, así Daniel podrá jugar con su regalo—le dice Natalie.
—Entonces, vendré antes, quiero jugar con Daniel—le dice Robert.
A Robert le gustan muchos los niños, y con Daniel está loco, es el único niño en la familia.
Robert es hijo único, le hubiera gustado tener algún hermano, por lo que a veces, envidia sanamente a Natalie por tener una hermana, a la que contar sus cosas.
Eran la cinco de la tarde, sonó el timbre, abrió la puerta y se tiró a sus brazos el pequeño Daniel de un salto.
—¡Como pesas!, Cada día estas más grande y pesas más, vamos a entrar vamos al jardín que tengo una sorpresa para ti Daniel—le dice Natalie.
Daniel entro corriendo como un loco, se fue al jardín, se esperaba encontrar con su tío Robert, lo quería como si fuera su padre, con él podía jugar al futbol, o a cualquier cosa, miraba para todos los lados, por si su tío estaba escondido detrás de alguna planta, entró en la casa recorriendo toda la sala y comedor buscándolo.
—¡No esta tu tío cariño!, Está en el gimnasio, pero dentro de poco vendrá, y jugaras con él, ya lo veras —dice Natalie.
Se fueron al jardín a sentarse Natalie ya había preparado café y unas pastas de té, para Daniel tenía un vaso de cola cao, y un croissant,
—¿Dónde está mi sorpresa? Yo no la veo...—Dice enfadado Daniel.
Daniel tenía mal genio, cómo su abuelo paterno, cuando se enfadaba.
—¡Párate quieto!, No hay duda que te pareces a tu abuelo hijo, esperemos que sea en todo—le grito madre.
—¡Espera aquí!, Que lo traigo, lo tengo en esta esquina escondido, para que no lo veas, porque eres un diablillo, y sabes mucho—le dice Natalie sonriendo.
—huas... ¡Que chula, es una bicicleta ¿Es para mí tía? ¿Es muy bonita, y mi color preferido ¡Mírala mama! La que yo quería—dice Daniel.
El pequeño estaba loco, con su sorpresa, no la esperaba, unos días atrás, fueron al parque Robert y Daniel.
Cuando iban caminando, Daniel vio a un niño, montado en una bicicleta, se le quedo mirando, pero no dijo nada, Robert al mirarle se dio cuenta, que le había gustado, al día siguiente fue a comprar una bicicleta, pero una muy especial, tenía que ser de color roja y blanca.
Se recorrió muchas tiendas de bicicletas, para encontrarla, y por fin dio con ella, no dudo ni un segundo en comprarla, ni siquiera pregunto el precio, era para su Daniel...
Las hermanas pasaron la tarde charlando en el jardín.
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Editado: 15.02.2023