Ya había pasado un tiempo, y Natalie y Robert, iban a visitar a Sayumi, la pequeña cada vez, era más cariñosa con ellos.
Natalie y su esposo, se ríen con la pequeña, y están muy contestos con la ella.
Sayumi tiene el pelo Castaño, los ojos verdes, de piel blanca, y es muy lista, para lo pequeña que es.
Cada vez que se tienen que ir, Sayumi empieza a llorar desesperada, la coge la señora para llevársela, y ella patalea con todas sus fuerzas.
Natalie está en casa, cogiendo el árbol de navidad, las cintas y las bolas, los calcetines para la chimenea, va a poner el árbol de navidad, hoy es ocho de diciembre y allí se ponen los árboles de navidad.
Por la tarde Robert pondrá las luces en la fachada de la casa, y los adornos navideños en el jardín de delante, un papa Noel grande, dos ciervos uno grande, y uno pequeño, y un oso, la casa queda preciosa por estas fechas, iluminada de colores.
Sonó el teléfono, Natalie está terminando, de poner la decoración de navidad.
—¡Hola buenos días!, soy Jessica, te tengo muy buenas noticias, me acaban de llamar por teléfono, para decime que acaban de aplicar a la corte la orden de adopción, a partir de ahora, lo lleva un juez, que es el que lo aprueba, tardara unos diez meses, y después será vuestra responsabilidad legal Sayumi—dice Jessica.
—¡Son muy buenas noticias! No me lo puedo creer, muchas gracias Jessica, nos has ayudado mucho, tanto con la pequeña como en lo personal, dándonos mucho apoyo—le dice Natalie.
—A sido un placer, para mí, además, he hecho una buena amiga también, y me alegro muchísimo de haberos conocido—le contesta Jessica.
Natalie se queda hablando con Jessica, un rato, contándole que había puesto el árbol de navidad, y decorado la sala y el comedor.
—Yo también tengo que poner el árbol, lo pondré esta tarde, que no trabajo, nos vemos pasado mañana, ¡Adiós, guapa! —Le contestó Jessica.
—Yo iré esta tarde a ver a mi madre, y estaré un rato con ellos, ¡Nos vemos Jessica! adiós! —Dice Natalie.
Robert llego de trabajar, un poco tarde eran las tres, se acerca a ella y le da un beso en los labios.
—¡Hola!,¿Cómo estas, preciosa?,¿Qué tal, el día con los alumnos?, Veo que te dio tiempo, ya pusiste los adornos, te quedo toda la casa muy bonita amor, —le sonrió Robert.
—¡Hola amorcito!, El día me fue muy bien, yo diría que fue perfecto, me cundió la mañana, llamó Jessica para decir que aplicaron a la corte, ¿No crees, que es un día perfecto? ¿Tienes algo que hacer esta tarde? —Dice Natalie.
—No, amor ¿Por qué—le pregunta Robert?
—Hay que poner las luces de la casa, y los adornos del jardín, ¿Té importaría acercarme a la casa de mis padres? Me dejas allí y te puedes venir, si quieres—le dice Natalie.
—¡Vale amor!, Te acerco en un momento, y después pondré las luces.
mucho trabajo, me estas dando—Robert se empezó a reír.
—Te importa si comemos algo, antes de irnos. —dijo de bromeando Robert.
—¡Si amor! Disculpa yo tampoco he comido, con tantas emociones, ¿Hoy llegaste muy tarde, ¿No? —Dice Natalie.
—Se me complico el día, tuve que salir de la oficina, a visitar a un cliente, él estaba ocupado y estuve esperándole, entre eso y el tráfico, ha sido un día que no he parado —dice Robert.
Se pusieron a comer, unos espaguetis boloñesa, que los hace muy ricos, después Robert la acerco a la casa de sus padres, que están a las afueras de Londres, la dio un beso y se ha marcho, antes, qué se haría tarde para poner las luces.
—¡Hola mama! ¿Cómo estás? ¿Papa que está en el restaurante? —Le pregunta Natalie.
—¡Hola Natalie! Estoy bien cariño, tú padre está en el restaurante, tardara en venir, cuéntame ¿Cómo está la pequeña? Le pregunta su madre.
—¡Esta preciosa! Está más grande, le he comprado un osito, para dárselo, es muy cariñosa y ¡Parece que va a tener genio! Te he traído, una foto de ella—dice Natalie.
Había comprado unos portarretratos, unos para ella, y otros dos para su madre y Melody.
—Se ve muy hermosa la pequeña, me lo traes hasta con marco ¡Mi cielo! No se me queda el nombre de la pequeña, esta raro …Si quieres podemos ir al restaurante, tengo el coche ya arreglado—dice su madre.
—¡Si claro, así veo a papa, y a Melody! Y nos tomamos un café calentito que ahora apetece, con estos días—dice Natalie.
Su madre Lisa es una mujer de mediana estatura, delgada, con ojos grandes marrones, tiene cincuenta y siete años, es muy coqueta.
Todas las semanas va a la peluquería, hasta para ir a por el pan, que está al lado de su casa, se maquilla y se pone sus zapatos de tacón, Lisa no trabaja, es ama de casa, aunque a veces va al restaurante y echa una mano, siempre ha sido una mujer muy trabajadora.
Se montaron en el coche un Renault Scenic, en dirección Londres, en una avenida, se encuentra el restaurante, tiene seis mesas en la terraza, con mantel blanco y un pequeño adorno en el centro de la mesa, es un restaurante familiar, trabaja Melody de jefa de sala, su padre está en el ordenador para cobrar a los clientes, dentro tiene un salón como para cuarenta comensales.
Entran en el restaurante en una esquina, junto a la cocina hay una mesa, se sientan y se acerca a la mesa Melody.
—¿Hola cómo, estas preciosa? Y ¿Cómo que habéis venido las dos? —Dice Melody.
—¡Pues a ver a papa y a ti Melody! ¿Dónde está Daniel? ¿Nos puedes poner dos cafés? —Dice Natalie.
—Daniel está en casa de su amigo, es mi vecina, así juega, pues papa acaba de salir ahora mismo, vendrá dentro de poco, ahora os sirvo los cafés—dice Melody.
Natalie y Lisa se quedan tomando él café y charlando un rato, sé hace tarde.
—¡Voy a llamar a Robert! Para que venga a recogerme ya es tarde y papa no llega—dice Natalie.
—Se habrá entretenido con los amigos —dice Melody.
Llamo por teléfono a Robert, que sir darse cuenta se le había olvidado recogerla, por estar poniendo los adornos de navidad.
#15411 en Novela romántica
amor dolor, amor inocencia secretos, amor incondicional y nuevos comienzos
Editado: 15.02.2023