La vida de un escritor

Capítulo 8: Lucía

1

El mar es un lugar inmenso y hermoso, uno de los sitios favoritos del escritor. Un lugar donde una persona puede dejar nadar su imaginación, donde surgen millones de ideas que se conectan entre sí y te permiten crear un poema, una historia o una novela. Un territorio desconocido con facilidades para perderse en él y no volver a ver tierra en años. Inmenso. Hermoso. Aterrador. Así es el mar.
Años habían pasado desde que Víctor había subido a un navío para adentrarse en él, le encantaba la pesca, el buceo y los paseos en canoa. Lucía era el nombre del mejor barco turístico de Carbas y ese día Víctor había comprado dos boletos para una navegación nocturna del mismo, sostenía los pases en la mano y los meneaba de un lado a otro pensando en que era la primera vez que compraba algo sin pensar en sí mismo primero, la intención del viaje era hacerla feliz a ella.

Tomó una ducha, desayunó y se colocó ropa deportiva para salir a correr, tomó sus audífonos, el celular y salió a la calle. El día estaba nublado, era perfecto para caminar y despejar la mente, y así fue, caminó un par de manzanas como calentamiento y luego comenzó a trotar mientras Kamikaze de Eminem sonaba en sus audífonos. Pasada la hora se encontraba frente a la casa de su querido amigo y colega, Ryan Salt.
Se acercó al portero electrónico y pidió a su amigo que accionara el abre-puertas eléctrico, éste lo hizo después de unos minutos de broma; como acostumbraba hacerlo, Víctor debía de aceptar que esos momentos eran irritantes. Una vez entrado se disculpó con él dado que estaba interrumpiendo su momento de escritura. Para un escritor estar frente al escritorio era el momento más especial del día, aquel instante en el que se encontraba totalmente solo con su mente, con sus ideas, aislado del mundo.

—Te esperaré en la sala —Comentó el visitante.

Ryan volteó a verlo e hizo un asentimiento con la cabeza. Luego de eso añadió:

—Puedes tomar agua o lo que gustes. Adelante.

Víctor hizo lo propio y pasó a retirarse.

El rotundo éxito del libro de Ryan Salt, Un mundo de asesinos, lo estaba llevando a su pleno apogeo, pero un escritor no debe detenerse con escribir un libro exitoso, si su imaginación daba para escribir un Best-Seller, él estaba completamente seguro de que podría escribir algo que tuviese la misma o mayor acepción por parte de los lectores. Pero, la clave del éxito de Un mundo de asesinos era la pequeña frase escrita en los límites de la portada: “Basado en hechos reales. El mundo oculto en la Ciudad de Carbas.” Aquello llamó la atención de los ciudadanos, recordó que aquel detective, Graham; había tenido varias entrevistas después de la publicación del libro. Víctor lo había leído, era bastante bueno y sin duda alguna era una historia que merecía ser llevada a la gran pantalla.

Tomó un vaso y echó un poco de agua fría para después sentarse en la sala.
Miró a través de la ventana unos pájaros que jugueteaban entre las ramas de un árbol, un manzano.
Se hizo una pregunta que llegó a su mente de forma espontánea:
« ¿Me estoy quedando sin imaginación? ¿Acaso soy incapaz de crear algo que contenga sentimiento, algo que valga la pena transmitir? Mis escritos se están quedando vacíos. La editorial lo sabe. Yo lo sospecho. Tal vez esté acabado a mi corta edad. Ya no puedo hacer que esos sentimientos existan.»
Aun le quedaba una última esperanza, ese libro que estaba basado en la Srta. Ross, tal vez podría ser aquello que lo llevara un poco más alto en la cima.

Tomó un pequeño trago de agua para refrescarse.

«No es verdad» —Se dijo, en respuesta a la primera pregunta— «No me importa que tenga que tirar a la basura un escrito de cuatrocientas hojas, de toda esa basura saldrá algo bueno, una joya. Puedo lograrlo, lo sé. O tal vez…incluso…esa basura pueda ser un tesoro para otra editorial. ¡Eso es!» —Se gritó a sí mismo por dentro—« ¡No te estanques en una sola editorial cuando hay cientos!»

Terminó el vaso de agua, tomó algo de papel y pluma que estaba en la barra, escribió una pequeña nota para Ryan y salió corriendo del lugar. Avanzaba varias esquinas rápidamente y en cuestión de minutos se encontraba en su casa, recuerda haber adelantado a un ciclista por la acera, aquello le pareció sumamente gracioso cuando se sostuvo de la cerca de su casa y se detuvo trastabillando.
Atravesó la sala de prisa y tomó el maletín donde se encontraba el borrador, las llaves del auto y salió con la misma velocidad con la que entró, una vez dentro del automóvil se dirigió a una editorial cercana, una donde nunca había estado pero ciertamente había pasado frente a ella un par de veces.

2

Cruzó el umbral y para su suerte, se encontraba vacía, hizo un leve intercambio de palabras con la recepcionista y un par de minutos después ya estaba sentado en la oficina de la persona correspondiente.
La oficina era bastante bonita, tomó unos cuantos minutos para observarla a detalle mientras que la persona frente a él concluía una llamada. Una pequeña palma sintética puesta en una maceta, en uno de los límites del escritorio, del lado contrario se encontraba el bote de basura, donde seguramente terminaban algunos ensayos de escritores «Junto con sus esperanzas.» Pensó Víctor.
Un par de cuadros colgaban de la pared, frente a él, eran fotos de un viaje a Cancún, juntos a ellos; otros de Miami, al parecer a esa persona le gustaba visitar ciudades costeras, aun viviendo en una.



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En el texto hay: escritor, amor, fan

Editado: 21.11.2019

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