Besos que matan
“El dulce veneno de tus labios me mataba, pero mientras más me besabas, no podía imaginarme una mejor forma de morir.”
DANIELLE
Abro los ojos y lo primero que veo es un techo azulado.
>> Okey, ésta no es mi habitación. <<
Auch, mi cabeza. Siento el palpitar de las venas de mi frente, y las náuseas aproximándose como el amanecer de la ventana.
¿Qué pasó anoche? Paso saliva y a mi lado hay alguien acostado… oh por Dios, no. Por favor no me digas que perdí la virginidad con un total desconocido.
Lo escucho quejarse, tomo las sabanas con la punta de mis dedos sintiendo el corazón en la garganta; por favor no estés desnuda, por favor no estés desnuda.
Mis grandes ojos marrones observan mi cuerpo cubierto de ropa, pero… yo no estaba usando esto anoche; de hecho, ésta ropa ni siquiera es mía. Me levanto de puntillas tratando de hacer tanto ruido, ahora estaré haciendo el camino de la deshonra, ni siquiera sé dónde estoy.
Siento la tela de la sudadera rozar con mis piernas descubiertas y paso saliva tratando de mirar el paradero de mi celular, mis ojos marrones se pasan desde las uñas de mis pies pintadas con esmalte blanco hacia el escritorio lleno de papeles y discos regados por todas partes, ahí no creo que este. Me muerdo el labio maldiciendo a mi yo ebria, y ahí está… encima de un zapato de vestir.
Voy a fingir que esto nunca sucedió, tomo mi celular y salgo corriendo de ahí sin molestarme en cerrar la puerta al salir, bajo los escalones y el lugar está hecho un verdadero desastre; vasos rojos y morados regados por todo el lugar, qué pena por el dueño de la casa. Me pido un UBER a una cuadra de ahí, no quiero ni saber qué demonios pasó anoche… tengo demasiada vergüenza para escucharlo del chico de la cama. Iré al dormitorio a bañarme y rezaré porque Kendall no se haya dado cuenta e iré a la universidad.
Tomo un par de libros de mi casillero rentado antes de seguir mi camino hacia mi siguiente clase, mis pasos son torpes, pero eso no importa.
Lo que importa es lo que yo piense y lo que este bien con mi persona, he dejado de mortificarme por las expectativas de la gente.
La universidad es un asunto serio, y ya no estoy para estar viviendo para los demás. Ya no.
―Te he estado buscando ―la voz de mi amigo castaño interrumpe mis vagos pensamientos.
Le sonrío. ―Hola, Esteban. ¿Qué sucede?
―” ¿Qué sucede?” Lo que sucede es que cierta personita desapareció de la fiesta anoche.
Agh, esperaba que no recordara eso.
Suelto un pequeño suspiro y ambos caminamos por el pasillo de la universidad.
―No pasó nada fuera de lo normal… ―le contesto pegando los libros a mi pecho.
A mi lado pasa un estudiante, ¿a este de dónde lo conozco? Su chamarra oscura se le ve demasiado bien, y sus ojos miel parecen hipnotizarme.
Ambos mantenemos la mirada por lo que parece una eternidad, pero en realidad fue como por un segundo y me guiña el ojo siguiendo su caminar.
Creo que he dejado de respirar.
Esteban me mira con los labios entreabiertos y con ojos como platos. ― ¿De dónde conoces a Hayden?
Oh por Dios, es el chico de anoche. El chico al que le vomite encima… que vergüenza, no puedo creer que eso haya pasado. ¿Qué tanto paso esa noche? No, esperen. Si él es el dueño de la casa…
― Tierra llamando a Danielle, ¿hay alguien ahí? ―chasquea los dedos por delante de mi rostro. Sacudo la cabeza como por inercia y miro hacia mi amigo en busca de respuestas.
―Eh sí… ―respondo. ―Lo vi en la fiesta, realmente no lo conozco.
Él entrecierra los ojos como si pudiera descifrar que algo no anda bien, entre todos los que conozco él es el que podría averiguarlo. Es de los pocos que realmente me conoce, desde que éramos un par de niños en la primaria.