La vida en el Santuario y Anexos

De pedidos y peticiones

La vida en el Santuario y Anexos

De pedidos y peticiones

Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada. Los personajes extras como el buen Adalgiso sí son de mi pertenencia. Disfruten el fic.

*…*…*…*

Se vivía una época de paz como hacía cientos de años Shion no veía una… de hecho nunca la había visto… Los Dioses estaban en Paz unos con otros, la Tierra estaba a salvo y segura, y los Dioses estaban tan contentos, que habían decidido revivir a todos sus caballeros caídos para que ellos, después de tan buen servicio, pudieran disfrutar también de la vida de nuevo… O… Esa había sido la explicación oficial…

La Tierra a salvo, los Dioses en paz… excepto Pluto, el Dios de la riqueza, que se había molestado con Zeus por unos líos de faldas, pero siendo Pluto un Dios pasivo, en lugar de iniciar otra guerra santa, había decidido ir a olvidar sus penas al más puro estilo mexicano (ya que el estilo griego no le había funcionado), con mariachis y tequila, hasta olvidarse de esa pérfida ninfa, olvidarse de todo… hasta de Grecia sin querer… El Tequila no era lo suyo... Razón por la cual Grecia de repente se veía con una deuda externa que ni vendiendo todas las armaduras de oro, de plata y de bronce, plus ni pidiéndole prestado a Hades podía pagar.

Pero fuera de la recesión, todo estaba en paz. Huelga decir que en el santuario el dinero no era problema gracias a las multimillonarias empresas Kido. Gracias a Zeus los Kido no tenían filiales en Grecia…

Shion de vuelta en el patriarcado, los santos dorados en sus casas, cuidando como siempre… aunque ahora no tenían nada que cuidar, ya que en épocas de tregua… pero ese era su trabajo, y si les pagaban por no hacer nada, que mejor.

En el templo principal una figura daba vueltas como león enjaulado.

- Tengo mucha hambre… ¿Dónde está el maldito repartidor? ¡Hace ya hora y media que llamé, no sólo será la pizza gratis, tendrán que mandarme otras dos para compensar!

Se quejaba Shion, no podía ser que hubiera tan mal servicio en Atenas. ¿Y así querían levantar la economía del país?. ¡Era un pedido para el mismísimo Santuario por todos los Dioses!. Además no era la primera vez que pasaba. Ya tenía semanas así, pedía cosas y no se las llevaban.

- ¿Es que no quieren venderle nada al santuario? – comenzaba a pensar que a la gente ya no le agradaban como antes, si no, ¿por qué no atendían los pedidos?.

Mientras tanto a las puertas de la casa de Aries…

- Querer engañarme a mí ¡Ja! – decía Mu mientras entraba a su casa.

A los pies de esta, un terco repartidor yacía inconsciente, y una pizza estaba desperdigada por el lugar, un triangulito por aquí, otro por allá, y las palomas ya comenzaban a comer.

- ¿Quién era maestro? – preguntó Kiki llegando con las verduras para preparar la comida.

- Uno que se quiso pasar de listo, que según él traía una pizza para el patriarca… ¡ja! Como si el Patriarca comiera Pizza.

- Ah.

Ambos entraron a la parte privada de la casa de Aries y se dirigieron a la cocina, para comenzar a preparar sus alimentos.

Shion cansado de la situación, bajó a preguntar si Mu no había visto una moto repartidora, pero al llegar, no lo vio y salió a las puertas de Aries a ver qué veía, si al repartidor o a Mu. Pero ni bien se asomó, descubrió en el suelo a un joven con los ojos morados que trataba de ponerse en pie, y además trataba en vano de enderezar su moto para huir del lugar. Y una pizza, destrozada, manchaba de peperoni el suelo sagrado del santuario.

Kiko’s Pizza, se podía leer en la caja de la moto repartidora.

- ¿Pero qué rayos…?... Oye espera –le pidió Shion al joven.

Pero el joven apenas lo vio venir, quiso correr aunque no pudo, quiso enderezar la moto y no pudo, quiso gritar y no pudo, estaba muerto… bueno sólo volvió a desmayarse del terror, por ver que otro loco del santuario con dos puntitos en la frente se le estaba acercando.

Shion corrió a socorrer al pobre muchacho, estaba hecho una piltrafa, esa paliza seguro se la había propinado un dorado y sin ningún esfuerzo, el joven necesitaba ayuda.

- ¡MUUUUUUU! – llamó desesperado a su antiguo alumno.

Mu, estaba dentro de la casa de Aries en la cocina y no estaba al tanto de lo que ocurría afuera.

- ¡MUUUUU! – se volvió a escuchar hasta la cocina.

- Que raro… – se dijo Mu.

- ¡MUUUU!

- Kiki ¿Hay alguna vaca en la entrada? - Preguntó Mu a Kiki quien salió a ver.

- ¡MUUUU! – seguía escuchando.

- No hay vacas maestro, es el gran patriarca el que hace ese sonido– dijo Kiki regresando.

- ¿El gran Patriarca? … ¿por qué estará mugiendo? ¿Se habrá vuelto loco?

- Creo que lo llama a usted maestro.

- ¿A mí?... ¡Ah sí es cierto!.  ¡Voy!

- ¡MUUUUU DE ARIES! ¡Con un demonio ven acá ahora mismo! – gritaba Shion al tiempo que Mu salía de la casa.

- ¡¿Qué ocurre maestro?!

- Mira a este muchacho, necesita atención medica – en eso el repartidor abrió los ojos y nada más ver a Mu al lado ahogó un grito de niña y volvió a perder el conocimiento- ¿Pero qué le pasa? – preguntó Shion con el pobre infeliz en brazos.

- Ah, este es un intruso que intentaba infiltrarse al santuario pero como sabe, nadie pasa esta casa sin derrotarme primero.

- ¿Qué? ¿Tú lo dejaste así?

- Pues claro. Se puso terco a querer entrar a pesar que traté de razonar con él por más de media hora pero seguía terco en querer pasar, que según eso le traía una pizza a usted, ya parece…

- ¡Pero sí era cierto! ¡Yo encargué pizza!

- ¿De verdad? ¿Y por qué no me avisó? Ya sabe que nadie pasa la cas-

- ¡Ya lo sé, pero por Dios Mu, era un repartidor! ¡Un simple repartidor! ¡¿Qué daño le podía causar al santuario?!




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