Hallábase en tierra lejana, ferviente preparación, para celebrar con pompa y en alto, tan especial ocasión. Luces de colores y de fiesta sin igual, desde el Mictlán destellaban hasta el Olimpo alcanzar. Hades se la mentaba, y se la-mentaban también, los súbditos del inframundo que no la pasaban tan bien. “¡Qué te cuesta señor qué te cuesta, aunque sea encender, una serie de foquitos, aunque sea una de cien” Hades tironeaba sus cabellos, pues la envidia le carcomía, ya que desde el inframundo, la pachanga del Mictlán se veía. Zeus sermoneaba a su hermano alicaído, y le daba las razones, de estar ahí recluido “Es que tú eres demasiado serio, demasiado acartonado, y por ser tan aburrido, es que no te han invitado. Es que acaso no es aquel que baila con alegría, Lucifer engalanado, coqueteando con la Catrina. Si no fuera por tu carácter de anciano amargado Mictlanteuctli a su pachanga te hubiera llamado. ¿Por qué no tenemos en Grecia, tan colorida de celebración? Ah cierto… porque el señor de este inframundo es un antipático ca… señor”
“Mi inframundo es elegante, mi inframundo es sereno, y si yo soy su regente es porque tú eres pendenciero. Que unos papelitos dijiste, que no tienes nada que perder, y confiando en tu honestidad acepté ceder. Me robaste mi herencia que por derecho me correspondía, y me mandaste al inframundo, con total osadía. Y ahora me digo, me repito y refunfuño, Hades por confiado, Hades por tarugo, por dejar que te convenza te timó sin disimulo, y recibí por recompensa una patada por el cu… cuerpo”
“¿Sigues con eso? eso fue hace mucho. No es culpa mía que fueras a escoger el papel más pequeño que te hiciera perder”
“Yo no lo escogí, tú lo manipulaste y con toda desfachatez al infierno me mandaste. Tú lo sabes y lo sabes bien y ahora conmigo inocente no te hagas parecer. Y me importa un cuerno la celebración colorida, yo manejo este inframundo a la manera mía. Mejor agradece que al final no has sido tú, como debía haber sido, quien rigiera el inframundo según se había decidido. No quiero ni imaginar, ni pensar desearía, la clase de burdel, que este lugar sería, bajo tu mando no habría castigo, no habría pena ni agonía, pues tú sólo eres bueno, para hacer grandes orgias. Y ya te vas largando, ya no quiero me reclames, porque si vas a seguir jodiendo, a chi… chismear con tu madre”
El Rey del Olimpo dejó el inframundo, enfurruñado y envidioso, pues por culpa de su hermano no tendría celebración, ya que en Grecia el día de muertos, ni una mísera canción.
Mientras Hades suspiraba y a la lejanía veía, a todo mundo celebrando el festejo de ese día. Lucifer bailaba y bailaba con gusto y emoción, mientras Hades se quejaba “Que suerte tiene ese cabron…”
En el santuario de la Diosa de la guerra, el gran Toro dorado les contaba, a sus compañeros dorados, una historia legendaria. “Día de muertos es, día de muertos se llama, y en Latinoamerica en México, celebra de los difuntos la llegada. Vienen desde el más allá, a visitar a su familia, que les recibe con amor, dulces y alegría”
“Eso es imposible, los muertos no se levantan, yo no entiendo que se crean, semejante babosada”
“No es en cuerpo sino en alma, escorpión atolondrado, que llegan los difuntos visitando su legado. Y aunque es una celebración de índole familiar, no te fíes no lo dudes, es sobrenatural”
Con misteriosa mirada el Toro aseguró, cambiando luego el tema de manera muy casual, dejando en sus hermanos, una duda sin igual. “¿Será que será? ¿Será que los muertos vuelven?” se comenzaron a increpar, imaginando tonterías y falacias sin par.
Cual Silent Hill… quizá Death Zone… tal vez Resident Evil… esa idea se formaron, pero que inverosímil…
Con zombis lo confundieron, sin poder comprender… Y es que Grecia de México, tenía mucho que aprender…
Entre risas sorna y burla comenzaron a comentar, lo que por día de muertos entendían, o lo que podían razonar.
“Es una tontería”
“Es una blasfemia”
“Meramente una locura, de día de borrachera”
“¿No crees en los muertos Mascara Mortal?”
“Ni en los muertos ni en los vivos, mi querido Aldebarán”
“¿Qué me dices de las máscaras que adornan tu morada, que al visitante reciben con siniestra risotada?”
“Esos rostros solamente, son almas en pena, ellos ya no se levantan, por mucho que lo quieran”
“Pero el día de muertos es real y es sin duda alguna una tradición sin igual, ellos vienen de visita, llegan del Mictlan, a la tierra de los vivos a cenarse un buen tamal”
“Pero Toro qué cosas dices, los muertos no pueden comer”
“Si yo del más allá viniera, sería sólo pa’ coj-
“¡Milo por favor! Mantén la compostura” –regañó el aguador, exigiendo más cultura.
“Tú no entiendes estás cosas, mi querido Shura, las almas de la comida roban, el sazón y sabrosura. Es por eso, que siempre al amanecer, la comida en las ofrendas a nada va a saber”
“Suena interesante, quiero conocer, más de esta tradición si se puede saber”
“Por supuesto Mu querido, yo te doy la información, detalles y por menores de milenaria tradición”
“¿Por qué celebrar la muerte? no lo puedo comprender”
“No es la muerte es la vida, oye bien para entender”
“Yo me rio yo me rio, aunque tengo que admitir, que a cinco de nuestros colegas, se les da eso de morir. Afro, Saga, Camus y Shura y el cangrejo también, el camino de regreso se lo saben ya muy bien. Digo del mundo de los muertos al mundo de los vivos, ya hasta tienen su tarjeta, de visitantes distinguidos… Pero… ¿Por qué esas caras tan largas? sólo he dicho la verdad, pues para morirse tienen ustedes un talento sin igual”
Siete dorados soltaron tremenda carcajada, siete dorados y un gemelo que de la risa casi casi se orinaba.
Otros cinco por su parte, no encontraron gracia alguna, en los hechos relatados, por semejante caradura.