La vida es un instante

Capítulo 4

—A ver, ¿Qué te dije? —me interroga Megan.

Estamos en la cafetería, aunque ya terminó su turno y el mío recién empieza, mi amiga decide acompañarme para descubrir conmigo si fui aceptada para realizar las prácticas en el estudio de arquitectura.

La carta la recibí en la mañana y ahora reposa en la mesa frente a nosotras aún sin abrir.

Megan intenta darme ánimos, pero se está mordiendo la uña del pulgar lo cual significa que está tan nerviosa como yo.

—Me dijiste que pensara positivo, que soy increíble y que tendrán suerte de tener a una pasante como yo. —repito sus palabras para que sepa que recuerdo las palabras de aliento que ha estado diciéndome a lo largo de la semana.

—Exacto. Y estoy aquí. Siempre estaré aquí para ti. —Me dice sinceramente.

—Lo sé. Pero prométeme que no te desilusionarás si fui rechazada. —respondo con seriedad.

—No digas eso, ya verás que si fuiste aceptada. —Sigue mordiéndose la uña.

—Entonces ya es hora de abrirla ¿No? —digo mirando fijamente la carta.

—Sí, sí. Hazlo. —Me tiende el sobre y se queda en completa calma mientras yo empiezo a abrirlo.

Por favor universo, que me hayan aceptado.

Hay un montón de palabras que mi cerebro tarda un rato en ordenar y dar sentido, pero solo hay una que me interesa. Solo una.

Felicitaciones.

Esa palabra es suficiente para comprender que pasé el examen. Que fui aceptada. Que me darán una beca mientras estoy aprendiendo.

—Fui aceptada. —anuncio en un susurro con los ojos llenos de lágrimas. —Fui aceptada.

Megan salta de su asiento y rodea la barra en una carrera para abrazarme.

—Lo sabía. Lo sabía. —grita. Está igual o más emocionada que yo.

Me siento tan feliz. Esto me da esperanzas, me hace sentir que en efecto todo puede mejorar. Es solo un pequeño paso para todo lo que espero poder lograr.

Sin embargo, sé que será duro porque ahora y por si fuera poco, tengo que hacer más y más cosas, las clases, las prácticas, las niñas, el trabajo, cualquiera diría que es mucho para una persona, pero no para mí, yo tengo que poder con todo.

Y aunque sé que me engaño, desplazo ese pensamiento lejos, muy lejos, porque a fin de cuentas hacer las prácticas implica que pasaré más tiempo fuera de casa y por ende más tiempo lejos de mis hermanas.

Megan me suelta y vuelve a su asiento flotando de alegría.

—Sabía que podías Alexia, nunca he dudado de tu capacidad. —Me dice con ternura.

Lo sé Megan, eso lo sé.

—¿Te quedas un rato más? —Pregunto sabiendo que solo está aquí por la carta.

Megan se baja de un salto del taburete en el que se acababa de sentar como si de repente terminara de recordar algo muy importante.

—Lo siento. Lo haría, pero quedé en cenar con mi madre. —dice frunciendo la nariz como si fuera lo peor del mundo. —Y debo irme ya la conoces, si llego cinco minutos más tarde de la hora que dije que llegaría, llamará a la policía convencida de que me han secuestrado.

—Te veo mañana en clases entonces. —Me despido con una sonrisa.

Cuando Megan sale, levanto el trapo húmedo que siempre tenemos a la mano y lo empiezo a pasar por el estrecho mostrador. Parece que será una noche tranquila, en realidad casi siempre es así, tanto que a veces hasta me da la oportunidad de hacer alguna que otra tarea de la universidad, y dado que mi compañero de turno no vendrá hoy, será una larga y aburrida noche.

O eso es lo que pienso hasta que alguien abre la puerta de la cafetería con tanta fuerza que por un momento espero que la calle escupa a un humano directo hacia mí, y para se sincera prácticamente eso es lo que hace, solo que para mi consternación ese humano que termina de entrar no es otro que el señor perfecto.

Ok tal vez debo dejar de llamarlo así.

Me mira, se acerca al mostrador con paso decidido y empieza a hablar.

—Así que estás aquí ¿Sabías que estuve toda la semana pasada viniendo aquí solo para verte? Pero para mi desilusión nunca estabas. —dice tan pronto llega al mostrador y se detiene ante mí.

En cualquier otro momento le diría algo por asaltarme de esta manera, pero sigo tan feliz desde que leí la carta de aceptación que no reacciono inmediatamente, aun así, eso no evita que me impresione el hecho de que él esté aquí a esta hora hablándome, además, las palabras que está diciendo me parecen irreales, así que mi tonto cerebro no es capaz de reaccionar con una respuesta mejor que:

— ¿Perdón?

—Lo siento. No es mi intención ser brusco, —dice con un aire apenado que no me creo nada —es solo que vine a la cafetería a la hora de siempre y no estabas y seguí regresando, pero nunca estabas, pensé que te habían despedido o algo así y no tenía tu número, ni nombre, ni ninguna forma de dar contigo ¿sabes cuánto tiempo me llevó convencer a tu amiga para que me dijera que solo cambiaste el turno?

Me quedo quieta unos segundos y reflexiono sobre la situación en la que me encuentro.

No conozco a este chico aunque ciertamente lo he visto casi cada día durante los últimos tres meses. Y ahora actúa como si hubiera estado preocupado por no saber de mí a pesar de no saber ni mi nombre como ya ha dicho.

—No mucho por lo visto —respondo después de un rato con sarcasmo. Por supuesto, esto era obra de Mega ¿Por qué no me sorprende?

—Lo siento —se disculpa de nuevo —no quería proceder de esta forma ¿por qué no empezamos de nuevo? —Me dice más calmado y con una gran sonrisa mientras me tiende su mano —mucho gusto, mi nombre es Eider Wells.

La manera en que me sonríe, una enorme sonrisa, hace obvio que este tipo no tiene problemas cuando se trata de chicas.

Eider.

Repito su nombre en mi cabeza.

Eider.

Así que el señor perfecto tiene un lindo nombre.

Dudo por un momento. Un largo y muy extraño momento. Él me mira expectante

—Por favor No me dejes colgado. No estoy seguro de que mi ego pueda manejarlo.



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 19.01.2021

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